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REDES SOCIALES
Martes 07 de mayo 2013

Asu mare

Por: Grover Pango Vildoso
Asu mare
Foto: Difusión

La película peruana “ASU MARE” es un acontecimiento “mediático” -como se llama hoy a todo suceso que ocupa espacios inusuales en los medios masivos-, y ha llevado al cine alrededor de dos millones y medio de personas hasta el fin de semana anterior.

Como es fácil suponer ha generado todo tipo de comentarios y en todo lugar. Tema de especial interés para comentaristas de cine, sociólogos y publicistas, abre posibilidades para que todos tengamos algo que decir.

Parece ser que mucho mérito hay en la estrategia de mercadotecnia y distribución empleada por los responsables de la película. En ella han jugado desde las empresas financieras hasta los exitosos y múltiples antecedentes del protagonista, un comediante tan versátil como Carlos Alcántara, entre las que se destacan las largas temporadas de su unipersonal con el mismo nombre y un nostálgico repaso a la serie “Pataclaun”. Aún quienes quieren atribuir su innegable éxito a estas razones, que no son estrictamente las de la película en sí, terminan por recomendar cómo se deben hacer las cosas para que salgan bien.

La historia cinematográfica da mucho más que hablar. En torno a ella se menciona su sencillez argumental y la carencia de un conflicto que atrape el interés de los espectadores. Esa misma sencillez es percibida por algunos como un “tránsito de identidad social” sin mayores novedades, que se apoya en el simultáneo referente de la historia personal que Alcántara desarrolla en el espectáculo teatral.

Sin duda que la película “nos hace ver” lo que el comediante ha narrado durante mucho tiempo: su vida. Por cierto que la habrá matizado y enriquecido con lo que el lenguaje cinematográfico recomienda. Pero aún cuando ésa y solo ésa fuera su pretensión, sirve para dar cuenta de un conjunto de elementos que la sociedad peruana aprecia mucho y premia con una asistencia que no tiene comparaciones.

Allí están presentes un hogar y un barrio en el que muchos se pueden reconocer y no solo en Lima, con sus limitaciones y sus códigos, la infancia en la que faltan muchas cosas pero no la alegría.  Está la presencia coprotagónica de la madre enérgica y denodada, solitaria y múltiple a la vez, prescindente de la figura de un padre ya ausente. Corre por el relato la búsqueda de una victoria, una negativa implícita al fracaso aunque no se sepa bien lo que se busca o se quiere. Está también esa insolencia criolla con que se superan las barreras (aunque escondan mediocridades), combustible propicio para hacer hasta el ridículo sin lamentos ni vergüenzas posteriores. Hay una recuperación de la autoestima en la confesión divertida de las equivocaciones y los atrevimientos, de las falsedades, de las fascinaciones pasajeras y los sueños fallidos, materiales todos con los que es posible aprender a reírse de uno mismo. En el trascurso de la película se mantiene, como un delicado telón de fondo, una lisonja discreta al arte de “ser mosca”, que más de proponerse como un atributo social se lo advierte como un mecanismo de sobrevivencia y afirmación donde no está presente ni el abuso ni el afán de engañar.

Tenemos la sensación de que “Asu mare” es un juguete de homenaje a quienes quieren triunfar y a los que ayudan para que esto ocurra, como suelen ser las madres. Si quería ser un divertido regalo en el Día de la Madre, ya lo ha logrado. No es fácil conseguir que alrededor de dos millones de medio de personas se animen a comprarlo. Y el número seguirá creciendo.

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COMENTARIOS
1 comentarios
La frivolidad limeña es historica...nada nuevo
08 de mayo 2013
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