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Lunes 13 de mayo 2013

Hagamos del Perú un país rico de verdad

Por: Carlos Arias Echeandia
Hagamos del Perú un  país rico de verdad
Foto: Difusión


Carlos Arias Echeandia, autor de estas líneas


Hace muy poco tiempo se propaló  a través de diversos medios de comunicación que el Perú estaba considerado como un País que descollaba por su riqueza y por la explotación que se hacía de esta en América Latina. En pocas palabras que el Perú era simple y llanamente un país rico.

Bueno, a quienes tomaron a pie de la letra este aserto, tengo algunos argumentos que deseo compartir. Comienzo señalando que el Perú continua siendo basicamente un exportador de materias primas y  que fundamentalmente trabajamos para que otros, añadiendo valor agregado a lo que nosotros exportamos, se vuelvan ricos.

Y que esto seguirá siendo así porque tenemos como gobernantes presidentes y ministros de economía que no velan por la inversión en capital humano, vale decir en desarrollo y progreso de nuestro país, limitándose a decir que nuestra economía se conduce con la lógica del piloto automático.
 
Es cierto que Dios nos ha favorecido bendiciéndonos con un riquísimo subsuelo y un suelo que espera el ingenio de sus hijos para rendir los frutos que nuestra dinámica demografía demanda. Cierto es también que somos una geografía que, extendiéndose en cerca de 1 millón 300 mil kilómetros cuadrados, cobija arropándose en más de 500 microclimas.

Verdad es que como hijos de esta tierra tributaria de civilizaciones milenarias, habitamos un país rico en desmesura en el rey de los metales, el oro, que poseemos fuente de energía alternativa como el gas que emerge irrefrenablemente desde nuestras entrañas, un mar de 200 millas de ancho y profunda riqueza ictiológica, un rio, el Amazonas, que cual vena abierta surca creciendo en caudal desde nuestros andes nuestra selva uniendo fluvialmente a nuestro gran vecino del este, el Brasil.

Que tenemos hacia el sureste, en frontera boliviana, un lago, el Titicaca de miles de kilómetros cuadrados de superficie, que nutrió civilizaciones como la Tiahuanaco, anterior a la quechua que vio llegar al europeo en el siglo XVI...

Todo lo cual hace de nuestra patria un lugar digno de un presente diferente al que hoy compartimos quienes tenemos el honor de vivir en su regazo y, seguro, merecedora de un futuro alternativo al que avizoramos desde el estadío de evolución social, económica, política y cultural en el que hoy como hijos de ella nos encontramos. Un país cualitativamente diferente y, por ende, susceptible de ser considerado con fundamento rico.

Dicho esto, una pregunta se impone: ¿Qué falta entonces, partiendo de estas bases, para que nuestro país progrese y desarrolle vanguardistamente a fin de que se eleve la calidad de vida de todos los peruanos?

No tengo mejor respuesta que retomar el camino que un día se abandonó en aras de una visión orientada fundamentalmente a reprimarizar el aparato productivo de nuestra economía. Me refiero a la industrialización a fin de añadir valor, transformándola, la riqueza natural que esta geografía bendita nos ofrece. Si el Perú no asume el desafío de industrializar con sentido sostenible su aparato productivo, priorizando en la educación masiva de su población a fin de tecnificarla potenciando su ingenio, no podrá dejar atrás el estatus de vendedor de piedras que ostenta en la economía internacional, y más temprano que tarde retrocederá.  

O escogemos seguir vendiendo piedras o nos reindustrializamos, educándonos para esto, a fin de proyectarnos al porvenir.

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COMENTARIOS
1 comentarios
El Perú siempre ha sido rico...de pobres de voluntad y politicos ladrones.
13 de mayo 2013
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