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Martes 14 de mayo 2013

Los años maravillosos

Por: Grover Pango Vildoso
Los años maravillosos
Foto: www.americatv.com.pe

Resulta difícil sustraerse al asombro de ver cómo ha llegado a crecer la empresa del fútbol, de sus presupuestos, de su propagación, de sus empresas derivadas –sus fundaciones bienhechoras también- y de su condición de entretenimiento universal más demandado.


El genial Lionel Messi debutó, contando con tan solo 16 años, el 16 de noviembre de 2003, en un encuentro válido por la Copa de Campeones frente al Oporto dirigido por José Mourinho

Pero si en todo lo que genera el fútbol hay algo que particularmente debiera llamarnos la atención es la precocidad que su práctica necesita: a los 16 años ya se puede ser una estrella. Y aún en tiempos ya lejanos esto era así, como lo prueba que el gran Pelé tenía menos de 16 años cuando debutó en el Santos y fue campeón mundial con apenas 17. Con Maradona ocurrió algo parecido por la edad de su debut pero no como seleccionado de su país, pues al mundial de 1978 no fue convocado precisamente por ser muy joven. Otro grande como el francés Zinedine Zidane ya era profesional a los 17 años.

Ahora estas apariciones son aún más frecuentes y necesarias. Lionel Messi tenía 16 años cuando debutó en la primera división del fútbol español y de ahí en adelante es todo lo que sabemos. A la misma edad Cristiano Ronaldo estaba jugando en el Sporting de Lisboa. Neymar da Silva debutó en el primer equipo del Santos de Brasil a los 17 años y hoy es ya una figura muy cotizada. Yordi Reyna, el más rutilante joven delantero peruano de la actualidad,  fue figura del primer plantel de Alianza Lima también a esa edad. Dicho de otro modo, éstos y muchos miles de muchachos ya son futbolistas en plenitud cuando apenas están terminando la secundaria, aproximadamente.

Tanto ha crecido y se ha perfeccionado la captación y preparación de los futbolistas que quienes aspiran a competir en alto nivel deben estar preparados físicamente desde temprano, aproximadamente desde los 13 años. Un factor fundamental tiene que ser la alimentación y, en el caso peruano según dicen los profesionales en el asunto, nuestros chicos de la Sub 20 tenían serias dificultades para superar las pruebas de resistencia a las que eran sometidos. La buena nutrición mucho tiene que decir.

Pero bueno; se oye decir que el fútbol es ahora una profesión. En rigor no lo es, por cierto, porque la profesión se obtiene con un proceso académico que cumplir. La explicación está en que, con las remuneraciones que hoy tan temprano reciben los jugadores, no se les hace necesario seguir una carrera profesional que, aun siendo exitosa, difícilmente alcanzaría los montos que estos jóvenes reciben por su innata habilidad.

Hay entidades futbolísticas, la mayoría europeas,  que no descuidan la formación escolar básica de los jugadores que acogen desde casi niños.  Y hacen muy bien puesto que estos chicos necesitan complementar su crecimiento y maduración con lo que la escuela, con una adecuada formación integral,  debe ofrecer a una persona, a un ciudadano.

El dinero no lo es todo. Algo falla en los jóvenes deportistas que, embriagados por el éxito, se ven envueltos en farras y trapisondas que a veces los trasladan de las páginas deportivas a las de espectáculos frívolos, cuando no a las policiales. Esto debieran ver con atención sus padres y sus promotores. Formarse seriamente para saber administrar lo que el destino ha puesto en sus botines, hará posible que los años maravillosos de sus éxitos no sean solo viejas nostalgias, imágenes borrosas y recortes amarillentos.

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