[Chile] El discurso presidencial y el legado del gobierno

La actual administración ha desplegado una maciza obra en una diversidad de ámbitos, sin ser capaz de cosechar crédito político por ello.

EL PRESIDENTE de la República rindió ayer ante el Congreso Pleno la última cuenta anual de su mandato, en un discurso que puso énfasis en la obra desplegada por su gobierno y la comparación con las gestiones anteriores. La alocución del Mandatario resaltó las numerosas mejoras que han sido implementadas en el  último trienio, poniendo así en el centro del debate el legado que su administración dejará al país.

No cabe duda que, como lo señaló el Mandatario, al actual gobierno le han tocado tiempos difíciles, con la tragedia que significó el terremoto de 2010 o la efervescencia social derivada de una serie de demandas cuya expresión a menudo dio pie a desórdenes y violencia. Asimismo, la instalación de las nuevas autoridades supuso un período de acomodación que no resultó sencillo para una coalición inexperta. Por último, en no pocas oportunidades el deseo del gobierno por ganar popularidad o evitarse conflictos le hizo tomar decisiones que confundieron a sus seguidores sin despertar tampoco la adhesión de sus opositores.  

Pese a estos inconvenientes, la actual administración ha sido capaz de conseguir logros tangibles. Como hizo notar ayer el Presidente, la reconstrucción posterremoto ya alcanza al 90% de todo lo destruido y debería ser completada antes de marzo de 2014. Por otro lado, el país recuperó un ritmo de crecimiento económico que no conocía desde los años 90, lo cual a su vez facilitó la masiva creación de empleos, el alza de los salarios y la recuperación de la confianza de los consumidores, los cuales han sentido en carne propia la bonanza. En educación, quizás el sector que más ha causado debate durante estos tres años, el gobierno puede exhibir avances relevantes en calidad, acceso y costo en los niveles preescolar, escolar y universitario. Otros aspectos sensibles, desde las listas de espera en salud, el tamaño y calidad de las viviendas sociales o la ayuda a sectores vulnerables hasta la construcción de embalses para el riego o de infraestructura deportiva, han visto asimismo progresos notorios. El resultado es que el país, como afirmó el Jefe de Estado, puede mirar con optimismo la posibilidad de alcanzar el desarrollo a fines de esta  década, con una clara mejoría en el estándar de vida de todos los chilenos.

Es una paradoja que un gobierno que se ha desplegado con eficiencia en tantos ámbitos no haya conseguido ganar la adhesión de la ciudadanía. Los persistentemente menguados índices de popularidad del Ejecutivo sugieren la existencia de problemas comunicacionales y de gestión política al interior de La Moneda, los cuales derivan en una insuficiencia crónica para hacer prevalecer una agenda propia. No se trata sólo de las vacilaciones para influir en qué temas son puestos en discusión ante la opinión pública, cuestión donde las prerrogativas del Poder Ejecutivo le otorgan un peso difícil de contrarrestar, sino también de los argumentos políticos y culturales utilizados para abordarlos, los cuales a menudo no han reflejado las convicciones propias de un gobierno de centroderecha. En no pocas ocasiones, ello ha generado confusión en las filas oficialistas y fortalecido la posición de sus adversarios, al dejar de lado las propuestas basadas en la igualdad de oportunidades, la competencia leal, la libertad para decidir de manera informada, la responsabilidad que va asociada a la protección de los derechos y la iniciativa privada.

(*) Artículo publicado en el diario chileno La Tercera