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REDES SOCIALES
Sábado 25 de mayo 2013

[Colombia] Cien años de Gómez Dávila

Por: El Tiempo - Editorial (*)
[Colombia] Cien años de Gómez Dávila
Foto: transmillenium.wordpress.com


Es fascinante ver cómo un hombre que rechazó toda celebridad y criticó la modernidad tiene hoy inesperada popularidad en las redes sociales. Muchos de sus escolios circulan por Twitter.


Se cumple este mes el centenario del nacimiento del filósofo y escritor bogotano Nicolás Gómez Dávila (1913-1994). Pese a que publicó su primer libro en 1959, solo en 1977 la tenacidad del crítico y poeta Juan Gustavo Cobo Borda consiguió divulgar en ediciones populares los cientos de páginas que el escritor había llenado a lo largo de los años con frases breves, inspiradas en las reflexiones que suscitaba en él la lectura de su nutrida biblioteca personal.

El autor llamó a estas precisas y rotundas sentencias “escolios”. Es decir, glosas o notas al margen. Ellas forman una colección de aforismos dotados de doble valor e interés: el de cada máxima en sí misma y el del sistema filosófico que sostienen todas juntas. Leer los escolios del escritor bogotano es al mismo tiempo un placer estético, pues están escritos en castellano impecable, y un ejercicio intelectual, por la fina destilación de ideas que contienen.

¿Cómo definir el pensamiento de Gómez Dávila? Él se llama a sí mismo “reaccionario”, término que ofrece el riesgo de que lo confundan con “conservador”. Según Franco Volpi, uno de sus exégetas, para don Nicolás, un reaccionario es alguien que “está en contra de todo porque no existe ya nada que merezca conservarse”. Gómez sería, más bien, lo que hoy se llama un indignado, pero sin aspavientos. Lo indignan la vanidad de los ricos, la vulgaridad de los burgueses, la pompa de los poderosos, la estrechez mental de los izquierdistas, el entusiasmo de los tontos, la bobería de los progresistas, las falsedades de la democracia, la mediocridad de casi todo… Es un escéptico, un iconoclasta, un cartesiano que duda. Su actitud, como su estilo, es sobria, austera, irónica, incluso, compasiva. Y pesimista: “El orden es engaño. Pero el desorden no es solución”.

Ya había fallecido el escritor cuando su obra alcanzó extendida fama. Durante buena parte de su vida solo había accedido a sus notas y su pensamiento un grupo privilegiado de amigos y lectores, muchos de ellos profesores y estudiantes de filosofía en Alemania, primer país que analizó a fondo y apreció a Gómez Dávila. Luego, catedráticos como el alemán Till Kinzel y el italiano Volpi dieron a conocer en Europa estudios y antologías de los escolios. Fernando Savater y Ricardo Bada lo presentaron al público español. Finalmente, la editorial de Benjamín Villegas publicó en Colombia sus obras completas en primorosa edición de varios tomos.

Resulta fascinante ver cómo un hombre que rechazó toda celebridad y criticó la modernidad por su culto a la técnica y a la masa tiene hoy inesperada popularidad en las redes sociales de comunicación sintética. Muchos de sus escolios circulan de manera profusa por Twitter, un medio donde encajan bien aforismos y apotegmas. No pocos de ellos, en el trasiego, han perdido el crédito del autor, pero son reconocibles por la nitidez del estilo y la lucidez de la reflexión.

El hecho de que las glosas de Gómez Dávila caminen espontáneamente por ahí no hace felices a todos sus seguidores. El columnista y profesor Juan Esteban Constaín confesó en reciente entrevista que la “explosión de su éxito” acabó con el privilegio de los iniciados selectos y confirió a Gómez Dávila una publicidad que “a él mismo le habría resultado insoportable”.

Tanta popularidad, sin embargo, no le ha valido el mínimo homenaje de que su ciudad natal bautice una biblioteca pública con su nombre. Ni siquiera al cumplirse el centenario del más grande lector y pensador bogotano.

(*) Artículo editorial publiocado en el portal del diario El Tiempo de Colombia (24 de mayo de 2013)

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