El nuevo jefe de la diplomacia norteamericana John Kerry dará qué hablar. Es una persona muy intrépida, con mucha iniciativa y enfrenta los problemas con valentía y directamente. Además, es experimentado, habiéndose desempeñado como presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado. Fue candidato presidencial en el 2004 y perdió con Bush en unos comicios muy discutidos (recuérdese la votación en Florida).
Para Kerry el águila norteamericana debe brillar y liderar: “Estados Unidos debe crear orden donde no hay y arreglar lo que está roto”. Y, asimismo, "la política estadounidense no se define sólo por 'drones' y despliegues" con amplias miras que incluya también la seguridad alimentaria y energética, la ayuda humanitaria o el desarrollo. Estas frases lo pinta de cuerpo entero.
Ha visitado las regiones que “queman” como Afganistán, Israel, Gaza, Siria y Pakistán. Quiere que las relaciones israelí-turcas se normalicen. Calificó de inaceptables las declaraciones del primer ministro turco Recep Erdogan, que equiparó el sionismo con un “crimen contra la humanidad”, que entorpecen una solución al conflicto del Cercano Oriente. Incluso Israel dio el primer paso al disculparse por la muerte de 9 activistas turcos que iban en una flotilla “humanitaria”.
Y en el caso del Sáhara Occidental, cuando presentó la iniciativa, en abril último, de dotar al contingente ONU (Minurso) atribuciones de defensa de Derechos Humanos por las continuas violaciones de Marruecos a los saharauis, que si bien abortó por los anunciados vetos de Rusia y Francia, fue un llamado de atención a Rabat.
(*) Periodista. Miembro de la Prensa Extranjera. Analista internacional
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Publicado en el diario LA RAZÓN, el 29 de mayo de 2013