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Viernes 31 de mayo 2013

Comida saludable por ley

Por: Walter Navarro Murgueytio
Comida saludable por ley
Foto: Difusión


Walter Navarro Murgueytio, autor de estas líneas


Pese a las críticas de la oposición y de un sector del empresariado, el presidente Ollanta Humala promulgó la Ley de la Promoción de la Alimentación Saludable, más conocida como la ley contra la comida chatarra que pretende controlar la venta de alimentos y bebidas procesados, en las instituciones educativas al tiempo de regular la publicidad sobre estos productos e impulsar la alimentación saludable entre los escolares.

Uno de sus artículos provocó el rechazo de los empresarios y alude a la publicidad dirigida a menores y adolescentes señalando que no se debe “incentivar el consumo inmoderado de alimentos y bebidas no alcohólicas con grasas trans, alto contenido de azúcar, sodio y grasas saturadas”. Además no se puede promover la entrega de un regalo, premio o cualquier otro beneficio con el fin de fomentar el consumo de alimentos o bebidas no alcohólicas”.

Tampoco se podrán “utilizar testimonios de personajes reales o ficticios, conocidos o admirados por los niños y adolescentes para inducir a su consumo”. Los alimentos que superen los parámetros establecidos por el Ministerio de Salud deberán consignar en forma clara, legible, destacada y comprensible la frase: “Alto en (sodio-azúcar-grasas saturadas). Evitar su consumo”.

La Sociedad Nacional de Industrias consideró dicha prohibición de publicidad como lesiva para las pequeñas y micro empresas, no tanto para las grandes ya posicionadas en el mercado. Asimismo señalaron que la restricción de publicidad afectará también a la Sociedad Nacional de Radio y Televisión por menores ingresos.

“Lo más peligroso es que con esta medida las empresas dejarían de anunciar y los medios de comunicación dependerían peligrosamente solo de la publicidad estatal", manifestó Luis Galarreta, congresista para el cual la norma vulnera el derecho de elegir libremente los alimentos, más allá de que sean saludables o no. El cardenal Cipriani se sumó al rechazo.

Un sondeo de Ipsos Perú determinó que la mayoría de la sociedad aprueba esta ley, que un 84% la considera buena en tanto ayudará a proteger la salud, aunque necesita ser mejorada; mientras un 12% cree que es mala y atenta contra la libertad de consumo y 4% no precisa. Adicionalmente, un 66% señala que la actividad física en los colegios es la forma más efectiva de reducir la obesidad en niños y adolescentes. Sin embargo la mayoría de encuestados cree que la publicidad de "bebidas alcohólicas, gaseosas, chocolates, golosinas y restaurantes de comida rápida" debe informar que su consumo excesivo puede ser dañino.

La directora general de la Organización Mundial de la Salud, Margaret Chan, ante la 66ª Asamblea Mundial, en Suiza, consideró a la ley peruana como un paso necesario para enfrentar el incremento de enfermedades no transmisibles. Asimismo el Director de la Organización Panamericana de la Salud, Fernando Leanes, apoyó públicamente, en el debate abierto, el proceso de elaboración y aprobación del proyecto de Ley.

Asimismo el Consejo Nacional de Salud, la respaldó y solicitó su pronta reglamentación entendiendo que la norma complementa las iniciativas que el Perú impulsa por un sistema integrado de promoción de la salud, en el marco de la inclusión social. También refrenda los tratados internacionales suscritos por el Estado que lo obligan a defender los derechos de la niñez y su alimentación responsable.

El relator especial de la OMS sobre el derecho a la alimentación, Olivier De Schutter, expresó en su Informe del 2012 que más de dos mil millones de personas en el mundo sufren de sobrepeso, obesidad y alteraciones metabólicas. La letalidad de estas enfermedades afecta más a las personas pobres y carentes de recursos, y acarrea una pérdida enorme a los sistemas de salud y a la productividad. Para el 2030 se calcula que como consecuencia de estas enfermedades morirán 5,1 millones de personas al año en los países pobres antes de alcanzar los 60 años. Actualmente mueren 3,8 millones.

La obesidad y el sobrepeso son problemas de salud pública en todo el mundo. Para la sociedad el costo directo, que es la atención sanitaria, como el costo indirecto, la pérdida de productividad, es inmenso. En India y China está previsto que el impacto de la obesidad y la diabetes se dispare en los próximos años. Un aumento del 10% en las enfermedades no transmisibles provocaría una pérdida del 0,5% en el producto interno bruto (PIB).

La Organización Mundial de la Salud, OMS, alertó sobre el aumento de los niños con sobrepeso. Este año 43 millones viven con este problema en el planeta, de los cuales 35 en países en desarrollo. Por ello, Francesco Branca, director de la OMS, pidió coordinación entre los gobiernos y la industria alimentaria como una alianza clave. En el Perú, según la Encuesta Demográfica y de salud familiar del 2011, el 24% entre 5 y 9 años presentan obesidad y sobrepeso. El porcentaje de obesidad infantil se incrementa alcanzando una prevalencia de sobrepeso para niños de 5 a 9 años de 15.5%, y para la población de 10 a 19 años de 12,5%. Son cifras alarmantes pues los niños obesos y con sobrepeso tienden a seguir siéndolo en la edad adulta con mayor probabilidad de padecer enfermedades no transmisibles.

Ello explica porqué el Perú debe establecer objetivos vinculantes, como proteger el derecho a una alimentación adecuada y asegurar una transición hacia dietas más sostenibles. Se trata de garantizar la rendición de cuentas, conforme a la Estrategia Mundial sobre régimen alimentario, actividad física y salud, así como de establecer mecanismos independientes de vigilancia y de permitir que víctimas individuales u organizaciones puedan presentar reclamos cuando no se adopten las medidas o se incumpla con el derecho a la alimentación. Sin olvidar los requisitos de participación y no discriminación conforme a los derechos humanos.

El programa Quioscos Saludables, que es parte de la ley en mención, pretende retirar de los colegios las gaseosas, los snacks, las galletas y otras golosinas sin valor nutritivo. Sus autores definen ‘nutrición saludable’ como “una alimentación variada, preferentemente en estado natural o con procesamiento mínimo que aporta energía y todos los nutrientes esenciales que cada persona necesita para mantenerse sana”. Lo contrario todos lo identificamos como ‘chatarra’, alimentos procesados con altos niveles de grasas trans, azúcar, sodio y grasas saturadas.

Europa y los países desarrollados nos llevan la delantera en el combate a la obesidad infantil que apunta a hábitos y a que la industria deje de influir en el consumo de chicos y grandes. De ahí la necesidad de regular la publicidad y de eliminar los alimentos grasos al alcance de los niños. Tarea para las instancias públicas e incentivo para reformular los alimentos.

Dinamarca fue el primero, en el 2004, en dar una ley de regulación de grasas trans en los alimentos: menos de 2%. Estas grasas hidrogenadas están en las margarinas, comidas rápidas y alimentos procesados. Su plan incentiva la actividad física y subsidia los alimentos con bajos contenidos de grasa.

Finlandia, desde 1948, se asegura que la grasa que consumen los niños en el colegio no los convierta en obesos y por tanto en problema sanitario. Los menús de los alumnos buscan eliminar las grasas, pero también la sal con una disminución gradual en 5% cada año. Los cambios legislativos han bajado, en tres décadas, la mortalidad por enfermedades cardiovasculares en un 80%. Ello gracias a una legislación restrictiva y a la presión de ciudadanos y políticos sobre los supermercados, que tuvieron que abrirse a la comida sana. Y la industria alimentaria comenzó a elaborar comida con menos grasa generando cifras impresionantes y una expectativa de vida que creció en 10 años.

En Holanda el gobierno dispuso modificaciones a los productos que se consumen en las escuelas con un tope a la cantidad de dulces y bebidas que expenden las máquinas.

En el Reino Unido fueron más drásticos con la eliminación desde el 2006 de las máquinas expendedoras de chocolates, bebidas, maní salado y salchichas que fueron reemplazados por comida saludable. Jamie Oliver, dueño de una exitosa cadena de restaurantes, inició el 2005 una campaña contra la obesidad infantil y la comida chatarra en los comedores escolares. Su brazo armado fue su programa de televisión: “Jamie´s School Dinners”. Recorrió las escuelas públicas y reeducó a estudiantes y cocineras sobre alimentación y presionó a Tony Blair para mejorar la calidad de lo que comían los niños.

El 2000 en Chicago, Los Ángeles y Nueva Jersey los estados apuntaron a la leche entera y la eliminaron de la dieta de los menores en edad escolar.

En Australia hay escuelas de comida saludable a cargo de nutricionistas y expertos en salud. Se alienta a los niños a escoger alimentos sanos y se les instruye sobre nutrición en las clases.

La OMS, desde el 2010, insta a los Estados a limitar la publicidad de alimentos dirigidos a niños sin permitir regalos u otros elementos de atracción. Recomienda eliminar todas las formas de marketing de alimentos “altos en” nutrientes críticos. Aconseja eliminar toda oportunidad en que los niños estén expuestos. Existe consenso respecto a la mayor vulnerabilidad de niños y adolescentes frente a las influencias de la publicidad, ya que ellos aun no han alcanzado el desarrollo cognitivo suficiente para la comprensión de los mensajes publicitarios.

Lo más utilizado para los niños es la vía indirecta o periférica, basada en información adicional no relacionada con el mensaje central, como las técnicas de entretenimiento, animaciones y ficción, referencias al sabor, humor, acción-aventura, fantasía y diversión.

La promoción de alimentos dirigida a niños influye en sus elecciones directa e indirectamente, a través de las percepciones normativas, modelado de conductas de consumo de alimentos, convenciones culturales, percepciones acerca de los alimentos, decisiones familiares y cultura de pares. La definición de publicidad dirigida a niños no es fácil pues muchas veces los anuncios de televisión son dirigidos a los padres e indirectamente a los niños.

Se trata de eliminar la publicidad de los ambientes o medios destinados exclusivamente a niños (como colegios o programas infantiles) y también de entornos compartidos con los adultos como centros comerciales y de televisión en horario familiar. Restringir la promoción de alimentos específicos perjudiciales para los niños requiere clara identificación de los productos que no pueden ser promovidos. Bien entendido esto debería funcionar como incentivo a fin que la industria alimentaria desarrolle productos más saludables.

Está claro y bien fundamentado que no debe venderse productos altos en grasas ni en colegios ni universidades que son espacios cruciales para estrategias restrictivas. Es lo mínimo para enfrentar un problema de salud pública de tan gran envergadura. Lo óptimo sería una política coordinada de los ministerios de Salud, Educación, Agricultura y Economía para concertar con el sector privado.

La salud pública es un interés común y todos debemos apoyar los objetivos del Estado manifestados en esta Ley. Lejos de generar enfrentamiento en la sociedad, las fuerzas poderosas del mercado deben conciliar con estos intereses y recibir el favor del público como viene sucediendo en otros países de mayor desarrollo.

Finalmente, esta Ley respaldada por evidencia científica, honra los compromisos asumidos por el Perú y es coherente con la promoción de alimentos naturales que son parte del capital cultural de nuestros pueblos. La aplaudimos desde que queda claro que invertir en salud es también una estrategia para mitigar la pobreza y avanzar en nuestro desarrollo y bienestar.

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