¡Encarnaciones del Amor!
“Sean como la abeja, que bebe el néctar de cada flor; no como el mosquito que bebe sangre y disemina enfermedades a cambio. Primero consideren que todos son hijos del Señor, como sus propios hermanos y hermanas. Desarrollen la cualidad del amor, busquen siempre el bienestar de la humanidad. Amen y serán amados a cambio. El odio nunca los afectará si promueven el Amor y miran a todos con Amor.”
“Crean que el amor es Dios, la verdad es Dios. El amor es la verdad, la verdad es amor, pues sólo cuando ustedes aman es cuando no tienen ningún temor, y éste es el origen de la falsedad. Si no tienen ninguna clase de temor, se adherirán a la verdad. El espejo del Amor refleja el Alma Universal en ustedes y les revela que el Alma es universal, inmanente a cada ser.
No vengo a hablarles de asuntos muy complejos. Sólo les daré remedios simples para los males de que están sufriendo. Hay aquí un gran número de estudiantes. Bueno, ¿para qué están estudiando? ¿Cuál es la meta? ¿Cómo habremos de juzgar si han estudiado bien? ¿Por el salario que podrán ganar o la posición que obtengan? No. De la educación debe resultar el desarrollo del discernimiento y de la disciplina. El hombre educado debe poder distinguir lo momentáneo de lo trascendental, lo duradero de lo efímero. No debe correr en pos de lo brillante y fascinante, sino buscar lo conveniente y sólido”.
Devoción por los padres.
“También debo decirles a los estudiantes que están obligados a agradecer a sus padres el que con grandes sacrificios les hayan dado todas las facilidades de que ahora disfrutan. En efecto, los padres deben ser adorados como representantes visibles de la divinidad, pues son responsables de su existencia misma y de toda su felicidad y andanzas en la esfera física y la espiritual. Por esta razón deben atenderlos, respetarlos y adorarlos.
Hubo una vez un muchacho que para mantener a su madre enferma y a sus dos hermanitas, mendigaba la comida en las calles. Una noche, cuando gritaba delante de la casa del rico, éste se enfureció al oír sus lastimeras voces. Ese día el muchacho había tenido mala suerte y sólo había recibido unos mendrugos y ya eran las nueve. Así que gritó de un modo tan patético que provocó la ira del dueño de la mansión, quien salió y de un puntapié lanzó al muchacho al arroyo; el joven estaba muy débil ya, pues no probaba bocado por darlo a su madre y hermanas, de modo que cuando cayó exhaló el último suspiro, gritando: "¡Madre!, aquí hay un poco de comida para ti". Su mano sostenía con firmeza la escudilla aun después de muerto.
Tal es la devoción que la madre evoca y merece por todo el dolor que ha sufrido y todo el sacrificio que ha hecho a fin de que el hijo sea saludable, feliz y bueno. Muestren esta gratitud, muchachos, a sus padres. Recuérdenlos y por lo menos ofrézcanles el tributo de una lágrima en el aniversario de su muerte. Háganlo con sinceridad… no es que las ofrendas lleguen a ellos o que las estén esperando en algún otro mundo; es un tributo que deben dedicar en gratitud por la gran oportunidad que les han dado de permanecer en este mundo con todas las maravillosas oportunidades que brinda para la autorrealización.”
Padres, alienten a los niños.
“Los padres a su vez deben alentar a los niños cuando muestran algún interés en su adelanto y en los estudios espirituales; también deben darles buenos ejemplos. Entre los muchachos que están delante de mí aquí, puede que haya más de un sabio*. Hay que brindarles todas las facilidades para desarrollar las aptitudes divinas que hay en ellos. Los padres deben sentir que son sirvientes nombrados por el Señor para atender a las pequeñas almas que nacen en sus hogares, como el jardinero atiende a los árboles en el jardín del amo. Deben despertar la bondad latente en esos pequeños corazones contándoles historias acerca de los santos y sabios del pasado. Deben procurar que los niños no engendren temor y se vuelvan cobardes recelosos del camino recto.
Todos son el Alma indestructible, créanme. Que nada los desaliente. En sus sueños sufren muchas penas: pérdida de dinero, incendios, inundaciones, insultos, etc., pero estos sucesos no los afectan. Cuando estas situaciones ocurren durante la vigilia, se inquietan; en realidad, no es el verdadero yo el que padece todo esto. Abandonen la ilusión de que ustedes son esa identidad física y entonces se harán realmente libres”.
Extraído del discurso ofrecido por Sathya Sai Baba el 25 de julio de 1958 en Nellore, India.
Organización Sri Sathya Sai Baba del Perú.
* El texto original menciona a Vivekananda y Thyagaraja como ejemplo de sabios.