[España] Ciclistas: ¿protegidos o no?

La obligatoriedad del uso del casco es un debate que se repite en distintos países de todo el mundo por diversas razones
   
La propuesta de reforma del Reglamento General de Circulación en España, que introdujo la obligatoriedad de uso del "casco ciclista", ha provocado un enorme revuelo en la península y planteado un debate que se repite en distintos países del mundo.

Los promotores de la reforma sostienen que reducirá la gravedad de lesiones en caso de siniestros y ahorrará recursos del hospital público, y que disminuirán los reclamos por daños y el encarecimiento de los seguros. Igual postura es sostenida por las agencias de seguridad vial, la profesión médica, las compañías de seguros y las víctimas de accidentes de tránsito. Nadie puede estar en desacuerdo respecto de las bondades de la utilización del "casco ciclista", pero la pregunta es si ello debe ser dispuesto por ley o aconsejado por el sentido común, la responsabilidad personal y la experiencia práctica.

La ley nacional de tránsito argentina, a la que han adherido las provincias, y el Código de Tránsito de la Ciudad de Buenos Aires también lo exigen, pero no tiene vigencia efectiva. Esta cuestión se vuelve relevante por el impulso otorgado al bicing en la Capital, con la red de ciclovías protegidas y las estaciones para el transporte público en bicicletas. Los viajes diarios en bicicleta se estiman en 150.000 (2% del transporte urbano, y se proyecta que en 2015 alcanzará el 5 por ciento).

Este crecimiento se da en forma simultánea con la explosión del tránsito automotor, con el ingreso de 850.000 vehículos nuevos por año, la gran parte de ellos en la Capital o en el Gran Buenos Aires. También ha explotado el uso de motocicletas: se calcula en 5 millones el parque nacional y en 150.000 las que circulan en la Ciudad, muchas sin papeles y, la mayor parte, sin seguro de responsabilidad civil.

Por décadas la Argentina ha privilegiado el gasto corriente a la inversión y, en ausencia de buenos ferrocarriles y subterráneos más extensos, se han deformado los sistemas de transporte. Se carga en camión lo que debería ir por tren y se traslada en colectivos o automóviles a quienes deberían viajar bajo tierra. Por ello, la convivencia urbana entre ciclistas, taxistas, colectiveros, motoqueros, skaters y particulares es ríspida e intolerante.

¿Qué ocurre hoy en el mundo? Con la adopción de "sistemas de bicicletas públicas" o SBP en las mayores ciudades, el uso compulsivo del casco se ha verificado como una importante traba que limita su expansión, pues compartir el casco es objetable sanitariamente. La ciudad de México y el Estado de Israel han derogado las normas que lo hacían obligatorio por esa razón. En París, donde el "Velib" (2007) ha sido muy exitoso, no hay obligación de usarlo y tampoco en Nueva York, aunque es obligatorio para los menores de 13 años.

En los Estados Unidos, la mayor parte de los estados y ciudades obligan sólo a menores de 16 y muy pocos lo extienden a los adultos. Varios estados de Australia fueron los primeros en reglamentar el "casco ciclista" para adultos, pero ahora Melbourne es ejemplo del fracaso del sistema compartido. En Canadá lo estableció el estado de British Columbia, pero en Vancouver es letra muerta; en Montreal, donde no rige, el SBP es un éxito. En Europa no existe la obligación para mayores (salvo en rutas), con la excepción de Finlandia. En Holanda, Alemania y Dinamarca, donde el uso de la bicicleta es masivo, el casco es utilizado, pero en forma voluntaria.

En América latina, la obligación formal existe en muchos países, pero la expansión de la bicicleta sólo es relevante donde existen programas del SBP y, en esos casos, no se exige. La mayor difusión del SBP tiene lugar en Bogotá (BiciBog, con 300 km de "ciclorrutas") y Medellín (EnCicla); Santiago (Providencia); Río de Janeiro (BikeRío); Ciudad de México (Ecobici); Quito (BiciQ); Buenos Aires (Mejor en Bici, con 100 km) y Rosario.

Los propulsores de la utilización de la bicicleta agregan más razones para no crear obligaciones que sean obstáculo para su uso: cuantas más bicicletas circulen, mayor será la masa crítica, mayor el respeto por los ciclistas y menores los accidentes; debe promocionarse el uso del casco mediante campañas viales que apunten al automovilista, al motociclista y al peatón. La cuestión del "casco ciclista" está estrechamente vinculada a la promoción del SBP y no es aconsejable establecer su obligatoriedad, aunque sí respecto de los menores.

Las campañas de educación vial, la mejora del transporte público y el menor uso de vehículos particulares en las zonas congestionadas deberían ser el foco de las políticas públicas al respecto.

(*) Artículo publicado en el portal del diario La Nación (9 de junio de 2013)