Wilfredo Saavedra Marreros, Presidente del Frente de Defensa Ambiental de Cajamarca, me solicita que explicite lo escrito en la parte final de mi artículo “La miseria de las izquierdas democráticas”, en relación al comportamiento de los izquierdistas y de los líderes de izquierda.
El párrafo de mi artículo en donde hago mención al proyecto minero Conga, dice: “Continuar en esta posición y práctica insana de ‘puro político’ es, simplemente, no querer comprender por qué, ahora, las mayorías desconfían de todo lo que es ‘izquierda’. Tantos años de luchas defensivas han terminado por cansar, desconfiar y desilusionar. Eso pasa con las luchas sindicales, eso pasó con las luchas del Sutep, eso pasará con las movilizaciones contra el proyecto minero Conga.”
Salvaguardar el medio ambiente de las atrocidades que viene cometiendo la empresa minera Yanacocha es un objetivo y una práctica que tiene el respaldo de la población de Cajamarca. Haber logrado movilizar, a dicha población y a gran parte del país contra el proyecto minero Conga, es el mérito que todos reconocemos a los dirigentes tanto de la ciudad como de las comunidades campesinas. Y no es para menos, porque dicho proyecto pretende eliminar en la fuente al recurso hídrico: en las cabeceras de cuenca.
Ahora bien, supongamos que el gobierno central decide paralizar definitivamente el proyecto minero Conga. Esta decisión sería el triunfo de una larga y ruda lucha por la conservación del recurso hídrico y del medio ambiente. Pero, ¿con ello se evitaría la aparición de nuevos “conga” a lo largo y ancho del país? No lo creo, ¿por qué?
Supongamos, una vez más, que el proyecto minero Conga ha sido paralizado definitivamente; supongamos que todos los proyectos mineros de este tipo, que abundan en el país, han sido paralizados; supongamos que no solamente los proyectos mineros si no también todas las concesiones mineras, petroleras, gasíferas y otros han sido vetadas por el gobierno central, ¿los problemas de las familias campesinas y selváticas habrían sido resueltos? No lo creo.
Y no lo ceo porque, a pesar de que se lograra tamaña hazaña, las familias campesinas y selváticas seguirían en la pobreza, en la sub-ocupación, en la marginación, en el olvido. Su cuadro de vida seguiría siendo miserable: sin agua potable, sin luz eléctrica, sin servicios higiénicos, con analfabetismo, desnutrición infantil, salarios de menos de 3 dólares por día…
Entonces, es necesario comprender que la movilización de la población de Cajamarca es contra algo más profundo, no visible, pero existente. Y el dirigente tiene que tener la capacidad de comprenderlo para educar y enrumbar a la población a la verdadera solución del problema. Y en el caso específico de Cajamarca existen condiciones excepcionales para dar pasos serios a fin de lograr este objetivo. El gobierno regional y varios gobiernos locales están dirigidos por las “izquierdas democráticas”, además de que la población urbana y campesina sigue masivamente todavía la orientación de sus actuales líderes.
No olvidemos que la desgracia de los pobladores originarios comienza con la invasión de los españoles. Ellos se apropiaron de todo a cambio de nada, incluyendo a los mismos propietarios de dichas tierras que, en adelante, estuvieron obligados a trabajar gratis para los nuevos dueños del campo y de la ciudad: los encomenderos, después llamados gamonales.
Es decir, con la invasión de los españoles se instaura un nuevo modelo de economía, aquel ya imperante en Europa, en donde la totalidad del resultado de la actividad económica pertenece, única y exclusivamente, a unas cuantas personas. Así, en el Abya Yala, se da inicio a la Repartición Individualista del resultado de la actividad económica, tipo de repartición que continúa hasta ahora con todas sus atrocidades.
Y la empresa minera Yanacocha no es más que una de las tantas representantes de este modelo de economía. Como la totalidad de las utilidades pertenece solamente a los accionistas de la empresa, el objetivo es maximizarlas. Y para conseguir este objetivo muy poco les interesa si quiebran el equilibrio ecológico de la zona, la salud de los campesinos y sus animales, y la productividad de sus tierras. Es decir, lo único que cuenta para los empresarios de este tipo de economía es más utilidades y más utilidades. Y su angurria por el dinero los lleva a corromper gobiernos, policías, militares, jueces y políticos. Es el comportamiento “normal” de los representantes de una empresa a Repartición Individualista, aquí y en la cochinchina.
Si no hemos comprendido esta problemática, y si no orientamos a la población hacia la solución de fondo, estaremos simplemente creando expectativas que luego terminarán por cansar, desconfiar y desilusionar, como sucede con las luchas sindicales y defensivas. Y por lo que observo y siento, eso pasará con la gran movilización contra el proyecto minero Conga, dado que se ha centrado únicamente en una lucha defensiva y ambientalista. No hay ningún indicio de construcción de un nuevo futuro, de una gran transformación.
Ferreñafe, el pueblo de las dos Fe, 14 de junio del 2013