Algo está pasando en el país y no es necesariamente bueno. Temas de gran interés público han sido soslayados por el gobierno, en un intento aparente de proteger con el silencio, a protagonistas de escándalos de consecuencias impredecibles, circunscribiendo con ello la agenda-país, a un mediático debate en torno a la candidatura de la esposa del presidente Ollanta Humala, quien va por la reelección conyugal.
A estas alturas, tras dos años de gobierno y, más allá del incumplimiento de las promesas de la campaña, una larga lista de desaciertos van de la mano con la terrible sensación de impunidad en la que cientos de víctimas de la violencia criminal lloran las muertes de seres queridos y las denuncias por actos de corrupción terminan siendo ninguneadas por funcionarios de un gobierno que pareciera haber olvidado que proclamó en campaña, “honestidad para hacer la diferencia”.
Si bien el propio presidente Humala no deslindó nunca frente a las denuncias por violaciones de los Derechos Humanos que tuvo en su contra, tampoco lo hizo con respecto de fondos no declarados en la campaña electoral, ni con esa pensión de retiro sin cobrar, que en su condición de ex comandante del Ejército, acumuló por años en una cuenta bancaria, sin explicar cuáles eran las fuentes que cubrían sus egresos personales y familiares.
El toledismo entonces, cubrió al humalismo y hoy pareciera pasarle la factura al régimen, evitando investigar seriamente las “extrañas” sociedades en las que allegados del ex presidente Alejandro Toledo habrían movido más de $10 millones de dólares sólo en Costa Rica, tal como afirma la Fiscalía de ese país.
Tal como sucedió con Humala en su momento, las declaraciones de Toledo negando la existencia de cuentas, el conocimiento de sociedades secretas anónimas y los vínculos con personajes que intervinieron en dichas empresas y operaciones, es retrucada por los propios actores y la verdad que aflora quedando sólo la evidencia del uso de testaferros, la ruta sinuosa de inversiones que obviamente pretendían no dejar rastros y la presencia de personajes cercanos al líder de Perú Posible en ese enjambre de dineros cuyo origen sería bueno conocer.
Alejandro Toledo ha negado todos los cargos en su contra, sin embargo, muy poca gente le cree. Acompañó a su suegra a Costa Rica, se entrevistó con personajes que intervinieron en las operaciones denunciadas y ha brindado un sin fin de “explicaciones” con tufo a groseras mentiras que complicarían seriamente hasta su situación legal por lo que es evidente que el toledismo ha suscrito un pacto e impunidad con el humalismo, ha cobrado favores pasados y entre ambos, tratan de evadir a toda costa, una investigación que podría haber salvado al gobierno de la debacle moral que enfrentará a partir de hoy.
No es raro sin embargo que este sea un tema en el que coinciden quienes aún tienen temas pendientes que explicar cómo los fondos que recibieron de Soros para la lucha contra la dictadura fuji-montesinista que “alguien” depositó a nombre de un sobrino de Toledo en un banco extranjero, con quienes desde el humalismo, siguen sin explicar, que pasó en materia de Derechos Humanos en la comunidad de “Madre Mía” y porqué dólares del chavismo habrían financiado al parecer por buen tiempo, parte de la economía de la hoy pareja presidencial.
Finalmente, una interesante coincidencia que bien vale la pena resaltar. Toledo y Humala representan dos gobiernos cuyos vicepresidentes terminaron renunciados por realizar patrocinios incompatibles con la naturaleza de la función encomendada por el pueblo. Esas no son coincidencias, son formas de entender y actuar en política, son estilos, pero también valores en común…