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REDES SOCIALES
Miércoles 19 de junio 2013

Deseducando

Por: Grover Pango Vildoso
Deseducando
Foto: Difusión

Grover Pango Vildoso, autor de estas líneas

Tal vez en las escuelas a los chicos no les importe mayormente lo que ocurre fuera de los límites del plantel. Durante varios años su mundo de intereses estará circunscrito a ámbitos bastante específicos. Esa delimitación será duradera y, con profesión o sin ella, es probable que demasiados jóvenes prefieran preocuparse estrictamente de lo que les concierne de modo directo. La “cosa pública” no atrae y muchas veces es desagradable; por tanto es mejor mantenerse lo más lejos posible. A lo sumo cumplir con emitir un voto –obligatorio- cada cierto tiempo y sobrellevar del mejor modo las obligaciones de vivir en sociedad.

Sin embargo se supone que desde la escuela estamos en la tarea de formar CIUDADANOS. Para ello es que se les deberá formar en las competencias básicas para ser elementalmente productivos –que aún no logramos- y para decidir con cierta solvencia los pasos siguientes frente a su formación superior.

Pero lo que ocurra deseablemente en la escuela no puede ser un fenómeno aislado. Y mucho menos un esfuerzo que la realidad cotidiana se encargue de negar. Porque si así ocurriera, razones de sobra tienen los jóvenes y las familias para desentenderse de lo que ocurre a su alrededor, fortaleciendo la nefasta cultura del “no es mi problema”. Por ello, pensando especialmente en que la educación no debe ser una ficción y que se necesita de una “sociedad educadora” que refuerce la formación de nuestros ciudadanos, he entresacado algunos propósitos y rasgos educativos deseables que se hallan a contrapelo de la realidad.

Ser éticos y morales. Pero un ex –mandatario no está diciendo toda la verdad sobre unas propiedades que se compran a nombre de su familia, con dineros de desconocida procedencia hasta hoy.

Ser democráticos. Pero, por ejemplo el Congreso, se esfuerza por olvidar sus responsabilidades y con ello debilita la confianza en la democracia.
Ser críticos y reflexivos. Pero, escudándose tras la autonomía universitaria, muchas universidades no quisieran que se busque un mejor funcionamiento como educación superior  y se evalúen resultados.

Ser investigadores e informados. Las universidades, expresamente las públicas que reciben presupuesto por el canon minero, se hallan sumidas en la parálisis y la incapacidad de fomentar la investigación.

Ser resolutivos. Pero hay autoridades regionales –caso Cajamarca- que siguen empeñadas en su tarea de obstrucción sin que el gobierno nacional exija y proponga soluciones.

Ser organizados. Quienes debieran ser ejemplo de organización y disciplina, como el Ministerio del Interior, deja huir a los delincuentes y se ocupa –sospechosamente- de vigilar periodistas y políticos.

Ser equitativos. Pero se maltrata a los jóvenes, renaciendo nefastas experiencias con el servicio militar obligatorio, agravados por medidas discriminadoras realmente inadmisibles.

De modo que siempre será recomendable recordar que para la democracia, la “pedagogía cívica” es tanto o más importante que la pedagogía escolar.

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