Félix Jiménez, economista Ph.D. y profesor principal de la PUCP, autor de estas líneas
En el plan LGT no hay oposición entre el Estado y el desarrollo de la economía de mercado. El Estado debe ser libre de captura por los grupos de poder económico y los ciudadanos deben ser libres de dominación social. Sin embargo, como no se puede concebir la libertad fuera del contexto de «relaciones e instituciones sociales», hay que partir del reconocimiento del carácter «políticamente no neutral de la vida social». Por eso, a diferencia de los liberales y neoliberales, sostenemos que los individuos de la sociedad no disfrutan «igualmente un conjunto de derechos», sino que interactúan en un espacio con «asimetrías de poder». Por lo tanto, la libertad tiene un carácter socialmente endógeno: hay que conquistarla, hay que hacerla posible construyendo instituciones inclusivas.
El papel social del Estado republicano
Las relaciones e instituciones sociales se construyen. Es posible, por lo tanto, construir una sociedad sin grandes asimetrías de poder y generando las condiciones materiales para una «existencia social autónoma de los individuos o libres de dominación social». En el plan LGT se propone instaurar un Estado con deberes públicos, ejercidos por autoridades legítimas. Un deber público fundamental de este Estado es, entonces, «erradicar las causas de la dominación social». Tiene que impedir, por ejemplo, que los recursos que permiten el acceso a la propiedad se concentren en pocas manos, generando marginación y exclusión social.
Sin embargo, como este Estado, de acuerdo a la concepción de la democracia, se rige por la voluntad general de los integrantes de toda la comunidad política, tienen que existir canales adecuados para el ejercicio del control de las instituciones por parte de los ciudadanos. El objetivo de erradicación de la dominación social por el bien del conjunto de la sociedad, no es compatible con un Estado detentado y usufructuado por grupos de poder que luego convierten «el orden social en una oligarquía o en una tiranía plutocrática». La institución política del Estado y su aparato gubernamental, no pueden convertirse en espacios de dominios de poder de grupos que los utilizan para su propio beneficio.
El mercado es una institución social
En el plan LGT el mercado es concebido como una institución social. El mercado, o los mercados, de las economía capitalistas, son evidentes escenarios de asimetrías de poder y, por ello, fuentes de conflicto. El neoliberalismo ha exacerbado estas asimetrías: ha acrecentado la desigualdad en la distribución de los ingresos y recursos, al oponerse al papel regulador del Estado con políticas orientadas a desmantelar los estándares regulatorios en casi todos los mercados.
Los mercados de las economía capitalistas han dado lugar, pues, a la aparición de marginados o excluidos de la «vida social». «El hombre lleva su nexo con la sociedad en el bolsillo», decía el joven Marx. Los menesterosos, los pobres, los desdichados, es decir, los que no tienen dinero en el «bolsillo», son los desconectados con la «sociedad». Y los que tienen esa conexión, han convertido las relaciones entre las personas en relaciones alienadas, intermediadas por cosas.
Pero los mercados como institución social pueden cambiar de naturaleza. Pueden ser rediseñados y regulados de tal manera que no hayan grupos de poder que lo utilicen para su propio beneficio, desapareciendo así las causas de la dominación social. Los mercados pueden operar reproduciendo y fortaleciendo la independencia material de todos los individuos de la sociedad y, en consecuencia, la inclusión social. Se puede cambiar su actual diseño que favorece a los grupos de poder, internos y externos, para que sus beneficios de una asignación descentralizada de bienes y recursos, «no erosione la posición social de los individuos como actores económicos libres».
Este planteamiento Smithiano tiene que ser rescatado por las izquierdas. El mercado –que también es usado por las derechas, como dice Casassas-- «puede alimentar el encuentro entre individuos libres y civilmente independientes, encuentros que pueden asegurar: el mejoramiento de las condiciones de vida que todo ser humano aspira y que este mejoramiento material ocurra en una comunidad plural, diversa y en ningún caso en una sociedad socialmente fracturada». La mano invisible de Smith «guía a la sociedad hacia la máxima libertad y felicidad cuando la comunidad es una sociedad de individuos libres e iguales».
A modo de conclusión
En el plan LGT se dice que «cambiar la estrategia de desarrollo neoliberal por otra que implique la construcción de una economía nacional de mercado, requiere un nuevo entorno político y social, una nueva coalición de poder, que asegure la construcción de la Nación y la práctica de una democracia republicana». Como dijimos desde el inicio de esta serie, en el «contexto político» se configuran las instituciones económicas. Por lo tanto, para transformar el país desarrollando mercados, teníamos que advertir que era y es necesario partir de la identificación de quién o quienes detentan ahora el poder del Estado. Una nueva coalición de poder que construya legítimamente instituciones políticas inclusivas, puede dar lugar a la generación de instituciones económicas también inclusivas, y dar inicio de este modo al círculo virtuoso de crecimiento y desarrollo.
(*) El economista Ph.D. y profesor principal de la PUCP publicó este artículo el 19 de junio de 2013 en el portal Otra Mirada