Tuve la oportunidad de participar en un interesante evento organizado por el Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro y el CIAP de la UCAB sobre las implicaciones para Venezuela del ingreso a Mercosur. Con Eduardo Gómez Sigala, Gerardo Arellano, Emilio Noel y Eduardo Porcarelli logramos evaluar escenarios y llegar entre otras, a la conclusión de que nuestro ingreso a ese proceso de integración fue a destiempo y fuera de un contexto propicio para garantizarle beneficios tangibles al país.
Durante las exposiciones pudimos constatar, por ejemplo, que la eficiencia y la competitividad que podríamos buscar en un proceso de esta naturaleza para nuestro aparato productivo no se lograra dentro del actual esquema y con reglas que imperan en el acuerdo que excluye mecanismos de protección para las pequeñas economías. Además, las condiciones que requiere el entorno empresarial no está a la altura de los retos que imputa asociarse con economías más eficientes y productivas.
En Venezuela prácticamente estamos importando la gran mayoría de los productos que consumimos. El arroz que fue uno de nuestros rubros de exportación hoy también lo importamos. Cada día es más difícil producir. Tenemos un Estado importador que premia lo de afuera en perjuicio de lo local. Estamos con una economía que importó el año pasado 59 mil millones de dólares. Muchas de estas importaciones provienen desde Mercosur, especialmente de Brasil y Argentina que son países con políticas agresivas de incentivos a las exportaciones.
Si el gobierno no cambia su estrategia con el sector privado nacional el aparato productivo y la vocación empresarial se seguirá destruyendo al igual que lo están nuestras universidades. El gobierno ha hecho un llamado reciente para atraer inversiones, pero si en algo coincidieron los expositores, es que mientras no se ofrezcan condiciones y se garantice seguridad jurídica difícilmente llegarán capitales extranjeros. El mundo sabe que se han expropiado y expoliado casi 1.200 empresas en la última década aquí en Venezuela.
Por otra parte, es obvio que no podemos competir en las actuales circunstancias con economías más grandes.
El país en las actuales circunstancias no tiene condiciones ni ha desarrollado una política económica de inserción internacional que beneficie la generación de riquezas y empleos. Tiene que haber una transformación del modelo estatista que entraba la libre iniciativa. Ningún esquema de integración es actualmente ventajoso para el país en las condiciones de su aparato productivo.
El mundo le da prioridad a la competencia y a la calidad. Venezuela es una economía rezagada pero con potencialidad si rompe el cerco de la intolerancia por lo privado.
Hay que recordar que la negociación para ingresar al Mercosur se hizo sin la participación del sector privado.
Por otra parte, si bien nuestra fortaleza es el petróleo, no se necesitaba estar en un acuerdo como el del Mercosur cuando somos principalmente exportadores de petróleo. Seguimos siendo una economía rentista y esa es precisamente nuestra principal tragedia.
Nota publicada en eluniversal.com