El 1 de abril de este año, Alan García declaró en conferencia de prensa: “Cada uno de los indultos fue con el consejo de Dios”. Ahora está claro que los indultados por García fueron 5.500, entre ellos 3.200 traficantes de drogas ilícitas, que pagaron hasta 70 mil dólares por un indulto. Una pregunta se impone: ¿Esa tarifa fue fijada por el abogado aprista Miguel Facundo Chinguel por acuerdo con Alan García, quien, a su vez, había consultado con el Todopoderoso?
El expresidente García quiere ahora hacernos creer que Facundo delinquió solo. Sabiendo la pasión de García por los dólares, se hace difícil creerle.
Por lo demás, si todos los casos de indulto y conmutación de pena eran consultados con Dios, ¿no le advirtió éste, que todo lo sabe y conoce, que estaba favoreciendo a mafiosos de la droga y el crimen organizado?
Grave culpa hace recaer el jefe del Apra sobre Dios.
Por eso mismo sería bueno saber si sus diálogos con el Supremo Hacedor constan en algún registro, y en qué idiomas se produjeron.
Hasta ahora, la justicia humana –la Fiscalía– ha acumulado pruebas, incluidas cuentas bancarias. La mejor prueba puede provenir del Apra, por el hecho mismo de que se sacude como partido de estos delitos cometidos por una legión aprista, con el aval del jefe del aprismo, Alan García.
Ahora que el abogado Facundo ha sido acribillado por las pruebas, García y Jorge del Castillo tratan de apartarse de la trama. El caso del expresidente es grave, porque intentó justificar indultos y conmutaciones con el cuento de una consultoría divina.
La culpa cobra mayor peso en cuanto se liberó a narcos de alto vuelo, traficantes del vicio y el crimen. La complicidad con esta área sucia no es una tarjeta de buena conducta para ningún político.
En momentos en que al exministro de Justicia Aurelio Pastor, compañero de partido de García, se le ha abierto investigación, se ha recordado una frase de García sobre Pastor: “Parece que tenía un ministro ciego”.
Eso es casi una acusación. El exministro no se ha dado por aludido, y ha salido a defenderse alegando que él no sabía nada sobre el pago de narcos y forajidos. Se trataría, en efecto, de un caso de ceguera, como no sea de cinismo.
Pastor ha declarado que confía en la justicia peruana. Cómo no va a confiar si él sabe perfectamente que el aparato judicial, en gran parte manejado por el Apra, es, en ancha medida, hogar de la coima, la injusticia y la impunidad.
García ha subrayado: “Muy bien la Fiscalía. Cada funcionario debe responder pública o penalmente por sus acciones o mala conducta”.
Lo que falta es que el expresidente tome de nuevo contacto con Dios y le pida perdón por haberlo calumniado y difamado en la conferencia de prensa del 1 de abril, que tuvo resonancia nacional y causó carcajadas a escala internacional.