El diario El Comercio publicó ayer un drástico informe sobre las promesas todavía incumplidas de la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, y cuyo anuncio de concreción le habrían servido, supuestamente, para salvarse en la consulta popular de revocatoria de marzo pasado.
Discrepo de esta interpretación. En principio, resulta ocioso discutir a estas alturas las motivaciones de los limeños para mantener a Villarán en su cargo. Los capitalinos nos pronunciamos, la alcaldesa recibió el apoyo mayoritario pero no así los regidores de su partido y de otras tiendas, quienes tuvieron que abandonar el concejo edil. La conclusión monda y lironda es que hubo respaldo para no concurrir a un proceso de elecciones municipales antes de tiempo y un evidente jalón de orejas. Y también que algunos promotores del “No” resultaron impresentables a los ojos de un sector ciudadano.
También opino distinto respecto a lo que debe esperarse en el saldo de la gestión Villarán, por más que ella suscribió un compromiso de varios puntos con ocho agrupaciones políticas a fin de ejecutar diversas obras. Empeñarse a la mitad de su gobierno en cosas que no tuvo claras al inicio – por prestarle oídos a los carroñeros que buscaban demoler lo hecho por la administración de Luis Castañeda Lossio en vez de trabajar proyectos – es abarcar antes de apretar. El reciente “Llamado a un acuerdo por el bien de Lima” que suscriben los amigos de la alcaldesa e invoca “culminar la tarea” gestada con la campaña por el “Sí”, resulta el más grande saludo a la bandera donde sólo apena ver el nombre de don Javier Pérez de Cuellar encabezando tremendas galimatías.
No. Villarán ya no tiene tiempo, ideas, técnicos ni plata para entregarle a Lima proezas monumentales. Los festivales, conversatorios, torneos deportivos, actos cívicos o culturales (que ocupan el 42 % de las notas informativas provenientes de la municipalidad) es su tendencia edil más notoria. En cuanto a obras e inversiones, debe concentrarse en el único rubro que parece calzar con el humor ciudadano y la sensatez política: la reforma del transporte y la construcción de corredores viales.
Soy de los que aplaudo con entusiasmo y fe personal los pasos dados por nuestra alcaldesa en estas líneas. Tuve además ocasión de manifestárselo cara a cara cuando la encontré en una panadería cuyo nombre nos trae ingratas reminiscencias. Creo de corazón que ha hecho muy bien enfrentándose a ese conglomerado chicha y asesino que lucra con un transporte público ineficiente. Apoyo sin dudas ni murmuraciones que le otorgue toda su dimensión al colapso del tránsito en la capital, el mismo que sufrimos a diario conductores y peatones.
Por ejemplo, el sólo anuncio de que a partir de junio del próximo año ya no veremos combis en las avenidas Arequipa, Garcilaso de la Vega y Tacna (a fin de establecer corredores en cinco ejes principales de la ciudad, los cuales se complementarán con El Metropolitano y el Tren Eléctrico) es muy satisfactorio y adjudica una incuestionable fortaleza al ejercicio municipal de la ex ministra de la Mujer.
Para tapiar las numerosas ineficiencias de la alcaldía metropolitana 2011-2014, Susana sólo debe dedicarse a este ítem. Y volverá a gozar de la masiva simpatía de los limeños.