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Jueves 04 de julio 2013

[Argentina] Los narcos avanzan, el Gobierno se desentiende

"La prolongada acefalía en la Secretaria de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico - Sedronar - es una muestra acabada del nulo interés de las autoridades para enfrentar el creciente flagelo de la droga", dice el artículo editorial publicado por el diario argentino La Nación en su edición correspondiente al 4 de julio de 2013
[Argentina] Los narcos avanzan, el Gobierno se desentiende
Foto: Difusión

Una vez más, la Argentina se ha destacado en el campo de la droga, aunque no en el de la lucha contra este creciente flagelo, sino, por el contrario, en el de su producción, transporte y envío ilegal al resto del mundo. Según el último informe anual de las Naciones Unidas sobre las drogas, nuestro país se ubica nada menos que como el tercer proveedor mundial de cocaína, detrás de Brasil y de Colombia. El dato, devastador, muestra hacia dónde nos ha conducido la falta de control y de un genuino deseo por parte de nuestras autoridades para encarar una verdadera lucha contra el narcotráfico. Ahora, nuestro territorio es una de las principales plataformas para proveer de cocaína al planeta.

Tan funesto como ese dato es un documento que exhibe la otra cara del crimen de la droga y que se remonta al informe anual de las Naciones Unidas de 2010, que señaló que ya en aquel entonces la Argentina presentaba la mayor tasa de consumo de cocaína en toda América en relación con el total de habitantes, igualando la de los Estados Unidos. En síntesis, nos hemos convertido en un paraíso para los traficantes y en un infierno para el creciente número de víctimas de la adicción.

Desde hace años, señalamos en esta columna con alarma la falta de políticas en profundidad para combatir el narcotráfico y el creciente involucramiento en ese delito de efectivos de las fuerzas policiales y de seguridad. También, que la ausencia de coordinación de acciones constituía una tácita invitación a los narcotraficantes para instalarse en un país que prácticamente los consentía. Finalmente, subrayamos que la nula efectividad de la Unidad de Información Financiera (UIF) -que muchas veces parece más proclive a encubrir el lavado de dinero que a investigarlo- era otro convite a la radicación de los carteles de la droga.

El paco, el bazuco o el crack son la herramienta que usan los narcos para dotarse de un ejército de jóvenes traficantes para su siniestra mercadería, que también sirven de soldados necesarios para proteger a los líderes narco o eliminar a la competencia. La drogadependencia trajo una creciente ola de violencia irracional para obtener el dinero que permite satisfacer la adicción. Recientemente, un grupo de vecinos de la Capital elaboró un detallado mapa de lugares de venta de drogas ilegales en su barrio, que demostró que gran parte funcionaba alrededor de establecimientos educativos.

En Rosario se instaló la intensa actividad narco. El nivel de homicidios que apunta, sólo allí, a superar los 200 para este año, es un nuevo y triste récord, y encuentra a la ciudad con una tasa similar a la de las grandes ciudades brasileñas y colombianas. El incremento de muertes violentas, peleas de bandas por el control del territorio, sicarios que matan por encargo, escabrosos asesinatos que incluyen niños como represalia en típicos mensajes mafiosos o jóvenes que roban y se prostituyen para sostener la adicción castiga cada vez más a la población. Todo eso parece haber pasado inadvertido para el gobierno nacional. El oficialismo sólo atinó a echarle la culpa al gobierno de Santa Fe por su gestión fallida en seguridad, y renombrados dirigentes kirchneristas pidieron cínicamente la intervención federal de la provincia.

Cuando la situación ha llegado al punto en que los máximos organismos mundiales señalan el cada vez más lamentable papel que cumple la Argentina, no cabe más que mirar en dirección a las máximas autoridades para buscar a los responsables de la degradación.

La contundencia de los datos a los que nos referimos ha llevado al diputado nacional Eduardo Amadeo a reclamar que se promueva un juicio político contra la Presidenta "por mal desempeño en el ejercicio de sus funciones y delitos en el ejercicio de la función pública". Amadeo sostuvo que el kirchnerismo "por su perversión e incapacidad es responsable directo de la muerte e incapacidad de miles de jóvenes" que han caído víctimas de la droga. "Estamos inundados de droga y estamos inundando al mundo con droga", añadió.

Si bien no puede afirmarse que el país se haya precipitado al abismo de la drogadicción y el narcotráfico exclusivamente en los últimos diez años, puesto que la caída comenzó por lo menos una década antes, sí es cierto que durante el período kirchnerista ésta se ha acelerado tanto que el Gobierno no puede alegar inocencia. No puede porque abundan las pruebas sobre su llamativa inacción, decisiva para arribar al actual estado de cosas. Por ejemplo, su actitud con la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), que primero privó a este organismo de presupuesto y recursos humanos suficientes para realizar actividades y controles, y luego -y hasta el presente- lo ha mantenido acéfalo desde hace 105 días, una actitud que en el actual contexto se aproxima a su disolución.

Otra prueba de la complicidad por omisión de acción de las autoridades la brindó el entonces jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, cuando afirmó en 2005, 2008 y 2009 ante funcionarios de la embajada de los Estados Unidos que el gobierno argentino no podía ganar la guerra contra el narcotráfico y sólo pretendía perderla por poco margen. Fernández se equivocó: la guerra se viene perdiendo y por amplio margen. A estos datos debe agregarse otro muy reciente, que se encuentra en dos informes de la Auditoría General de la Nación y se refiere a las gravísimas falencias en los controles de la Dirección de Aduanas en materia de fiscalización de las importaciones y la revisión de equipajes en los principales aeropuertos del país.

Son muchos los factores que se han sumado para colocarnos entre los narcopaíses, pero todos son confluyentes. Ni aunque hubiera existido un cerebro detrás de esta cuasi ingeniería se habría logrado una mejor combinación para producir este verdadero cóctel de la droga.

En los términos del ya mencionado Aníbal Fernández, la lucha se perdió. Pero se perdió sin haber luchado. Aún resta librarla y, si hay voluntad, puede y debe ganarse.

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