Lo ocurrido el martes en Europa, donde el Presidente del Estado fue obligado a permanecer por más de 13 horas esperando en un aeropuerto de Austria la autorización para que su avión pudiera regresar a Bolivia, debido a que tres países le impidieron surcar su espacio aéreo, ha estado a punto de causar un conflicto internacional y ha provocado un escándalo mayor.
En efecto, cuando el avión presidencial estaba volando de regreso desde Moscú, donde el Mandatario había participado del Foro de Países Exportadores de Gas, Francia anunció que no tenía autorización para surcar su cielo, idéntica medida fue comunicada por Portugal e Italia; lo que obligó a la tripulación a hacer un desvío y aterrizaje de emergencia en Viena. Esta situación indujo al Gobierno en La Paz a denunciar una suerte de secuestro, pues el Presidente y su equipo estaban literalmente retenidos contra su voluntad e impedidos de regresar a casa.
El itinerario incluía una parada para repostar en las Islas Canarias, territorio español en ese momento cerrado para la aeronave boliviana. El Gobierno informó luego que España había anunciado que autorizaría el paso y aterrizaje previstos con la condición de que se permitiera revisar el avión en busca del exagente Edward Snowden, perseguido por EEUU por denunciar la existencia de un programa de vigilancia de las comunicaciones a escala mundial, supuestamente a bordo para ser refugiado por Bolivia, revelándose así la vergonzante razón que tenían los países europeos para impedir el tránsito de la nave.
La denuncia boliviana, presentada ante la Secretaría General de la ONU, así como otras instituciones multilaterales, causó comprensible enojo en los gobiernos de la región, que inmediatamente convocaron a reunión de Unasur y una protesta popular en el país, que incluyó una manifestación en la puerta de la embajada francesa en La Paz y numerosas manifestaciones de apoyo al Mandatario, así como unas pocas expresiones que mostraron el lado más mezquino de algunos portavoces de la oposición.
Más pronto que tarde se supo que lo hecho por Francia, España, Portugal e Italia fue una flagrante vulneración del Derecho Internacional, pues las normas de la diplomacia internacional, comenzando por el Pacto de Viena de 1961, establecen explícitamente la inmunidad de los mandatarios y jefes de Estado y de los medios de transporte que usen, así como la obligación de brindarles toda la protección necesaria.
Después de más de 13 horas de tensa espera, el problema fue resuelto y el Mandatario pudo retornar al país siguiendo el itinerario previsto. Sin embargo, para entonces el daño ya estaba hecho, e incluso considerando las disculpas expresadas por el Presidente francés, ha quedado claro que nadie en el mundo está a salvo de la prepotencia de Estados Unidos y los países que le son leales.