La presentación el 21 de junio del Frente Amplio de Izquierda es una buena noticia, no sólo para la movilización popular en curso, sino también para la política y la democracia peruanas. La izquierda como alternativa crítica al modelo neoliberal en funciones pretende hoy volver a ocupar el lugar de gran fuerza democratizadora que tuvo décadas atrás y que en los últimos años había sido tomado por diversos “punteros mentirosos”, como Fujimori, Toledo y Humala, que se aprovecharon de las derrotas sufridas por la primera, así como por sus graves limitaciones que la hicieron incapaz de renovarse a la velocidad que exigían los tiempos.
La novedad, sin embargo, como señala el manifiesto de presentación pública, es la nueva organicidad que se propone. Escondido en la palabra “frente”, las seis organizaciones de izquierda que unen esfuerzos nos señalan que no quieren hacer un frente ni una confluencia, como suele suceder en la política. Por el contrario, lo que buscan es jugar el papel de promotoras de “un nuevo espacio ciudadano” que se rija por el principio de “un militante un voto”. Esto quiere decir, para que la gente común y corriente que tiene una identidad progresista forme un nuevo referente político y lo maneje democráticamente, es decir elija a sus propios dirigentes y, a la vez, llame a primarias abiertas para que cualquier peruano participe en la elección a representantes a puestos públicos.
En esta propuesta los partidos siguen existiendo pero como animadores y no buscando controlar el nuevo referente político que se forme. No se trata de una invención nuestra, es el modelo que han seguido experiencias tan diversas como el Polo Democrático Alternativo de Colombia, el Frente Amplio del Uruguay y el Partido de los Trabajadores del Brasil.
Al efecto, el Frente ha aprobado como primer documento, incluso antes del manifiesto, un cronograma de unidad, donde se señala las fechas para poner en funcionamiento los comités promotores lo que será en los próximos meses, las fechas para proceder a los congresos regionales y al congreso nacional y finalmente para las primarias que elegirán, el año 2015, nuestros candidatos al Congreso y a la Presidencia de la República.
Esta nueva estructura permitirá que participen en el espacio que se ha creado tanto los movimientos sociales como las personalidades democráticas de diversos campos de actividad que las más de las veces se sienten cohibidas de participar en política para no ser manipuladas por terceros. Es indudable que este planteamiento es el resultado de un proceso de aprendizaje, de las malas experiencias de seguidismo a diversos caudillos, tanto dentro como fuera de las filas izquierdistas, donde lo que prima es la voluntad del caudillo y su séquito, dejando fuera a los demás.
En términos programáticos hay una consigna que vi en un afiche del Frente Amplio, en la jornada nacional de lucha del 4 de julio, “Unir todas las luchas para transformar el Perú”. Exactamente eso pretendemos en el Frente ser expresión unificada, dirección política dirían otros, de las luchas sociales, que en los últimos años se han caracterizado por su dispersión en el Perú. Pero dirección no por gimnasia política, sino para llevar adelante un proceso de cambio profundo del país. Por esa razón la vuelta de la izquierda le ha causado escozor a la derecha en sus dos variedades, la liberal y la achorada, porque no se trata de una izquierda domesticada sino de una izquierda transformadora, que mantiene en alto sus banderas de reforma social y democrática del Perú.
Al respecto, el colectivo al que pertenezco Ciudadanos por el Cambio, llega a esta unidad con una contribución muy importante, el Programa de la Gran Transformación. Este programa de nueva constitución, economía nacional de mercado, políticas sociales universales e integración sudamericana; que además comparten varios de los otros partidos comprometidos, ya fue votado por un tercio del país y resume el anhelo transformador del electorado de izquierda y centro izquierda en el Perú. Corresponde ahora a los promotores y a todos los peruanos de buena voluntad que se vayan integrando reconstruir la identidad progresista de la que es quizás una de las tradiciones políticas más antiguas del Perú, para volver a ser una fuerza con opción de gobierno y poder democráticos.
Es equivocado, por ello, pretender medir el potencial de esta propuesta por el porcentaje que sus componentes hayan sacado en elecciones pasadas, porque lo que las izquierdas están proponiendo no es una suma de sus frustraciones sino una multiplicación de las aspiraciones del pueblo peruano.
Por último, cabe decir también que la autodestrucción temprana de la derecha neoliberal de cara al 2016, que la ha llevado a jugar el “quítate tú pa´ponerme yo”, dañando seriamente las posibilidades de Alejandro Toledo, Alan García, Nadine Heredia y posiblemente Keiko Fujimori, le abre un espacio a la izquierda que no existía hasta hace poco tiempo. El desafío está planteado y le toca ahora al nuevo Frente Amplio estar a la altura de las circunstancias.
(*) Artículo publicado en el portal Otra Mirada