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Miércoles 10 de julio 2013

El vuelo de Evo y las turbulencias en UNASUR

Por: Otra Mirada
El vuelo de Evo y las turbulencias en UNASUR
Foto: Difusión

El rechazo y el malestar que ha ocasionado lo sucedido al Presidente Evo Morales en su viaje de regreso desde Rusia ha sido prácticamente unánime en la región. La condena se ha extendido también más allá de Latinoamérica, sumándose la de prominentes figuras de la sociedad civil al otro lado del charco atlántico.
 
El papelón europeo sin embargo no ha merecido las disculpas de los presidentes involucrados en este triste evento. En este sentido fueron las afirmaciones del canciller español García-Margallo quien señaló que “no hay que pedir ninguna disculpa a Bolivia” por lo sucedido.  Actitud más cauta ha sido la del gobierno francés quien lamentó lo ocurrido y lo achacó a descoordinaciones de su autoridad aeronáutica. Lo sucedido con Morales ha mostrado de manera clara dos hechos cuya significancia van mucho más allá del caso Snowden o de las presuntas conductas neocoloniales de estos países europeos.
 
Por un lado mostraría la dependencia de los países europeos a la política exterior norteamericana. Si la actuación de España, Italia, Francia y Portugal ha sido calificada como perteneciente a su pasado imperial, ha demostrado también bien su carácter “colonial” respecto a los EE.UU. Resulta difícil creer que alguno de estos países se haya arriesgado por cuenta propia a una movida que vulnera de manera alevosa las normas mínimas del derecho internacional. Los intereses de estos países parecen confundirse y supeditarse a la agenda internacional norteamericana. Basta recordar otros aviones que surcaron cielo europeo –español específicamente- en años recientes y que no tuvieron los problemas del avión presidencial boliviano. Nos referimos a los vuelos realizados por las agencias de inteligencia norteamericana, transportando prisioneros desde la cárcel de Guantánamo hacia terceros países con marcos legales “más flexibles” que permitieron interrogatorios menos amistosos que los que la legislación norteamericana posibilita.
 
Por otro lado, las dificultades aéreas que ha tenido Morales en Europa han traído al centro de la escena las crecientes turbulencias que vive UNASUR. En las últimas semanas las tensiones al interior del bloque parecen haber llegado a nuevas cotas. Los nuevos acuerdos alcanzados por los países firmantes de la Alianza del Pacífico despiertan cada vez mayores interrogantes en sus socios. Como ha recordado en las últimas semanas el congresista Manuel Dammert, el recientemente firmado Acuerdo Marco de la Alianza del Pacífico establece a esta como una “plataforma política de integración”, yendo mucho más allá del pretendido carácter comercial del bloque. Adicionalmente el acuerdo obliga al Perú a supeditar su política con otros Estados a lo que señale la Alianza.
 
Estas tensiones entre los países de la Alianza del Pacífico y el resto de miembros de UNASUR es lo que habría impedido que el acto de desagravio a Evo Morales, realizado en Cochabamba, fuera al mismo tiempo una cumbre presidencial del bloque. El dato concreto es que a dicha cita no acudió ninguno de los tres presidentes sudamericanos cuyos países integran la Alianza del Pacífico. En el caso del Perú esta situación reviste mayor gravedad en tanto el presidente Humala ocupa actualmente la presidencia pro tempore de UNASUR y tendría que haber sido quien convocara a dicha cumbre. De hecho un diario poco amigo de la integración regional reseñó el último martes que Torre Tagle le habría hecho conocer al venezolano Alí Rodríguez, secretario ejecutivo del bloque, su molestia por su actuación en el affaire Morales  buscando que se convocara a una cumbre presidencial, atribución exclusiva de un consenso de los presidentes de UNASUR. Esto no hace sino expresar la diferencia entre el interés en UNASUR y el interés en la Alianza del Pacífico que ha venido desarrollándose en nuestra Cancillería en los últimos tiempos.
 
Como se ve, el abusivo cierre del espacio aéreo europeo que sufrió Morales ha tenido consecuencias globales. Una de ellas ha sido la turbulencia que se cierne sobre nuestra región sudamericana. Parece que se avecinan vientos en contra de la integración.
 
En este contexto deberíamos como país definir, de una vez por todas, el camino de la integración, que todo indica pasa por promover este proceso en sus diversas dimensiones: física, económica, social, cultural y política; que es el camino de la Unión de Naciones Sudamericanas, UNASUR.

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