Afrenta fútil a Evo Morales

Desde el punto de vista estricto del Derecho Internacional resulta inadmisible lo sucedido con el presidente de Bolivia, Evo Morales, en Europa. No darle el permiso de aterrizaje o el de cancelárselo, además de prohibir el ingreso en el espacio aéreo de varios países, bajo la presunción que el avión presidencial llevaba al espía Edward Snowden, es una torpeza y que pudo poner en peligro la vida del mandatario, que regresaba de Moscú.

Lo peor de todo es que las naciones europeas (salvo España que lamentó el incidente) no aceptan el hecho y menos se disculpan, a pesar que el maltrato ha sido condenado por numerosos organismos internacionales. Tampoco creemos que fue un acto de racismo, sino un desprecio por motivos ideológicos, que no debe volver a suceder contra ningún Jefe de Estado.

Snowden es el enemigo “número dos” de los Estados Unidos (después del fundador de WikiLeaks, el australiano Julian Assange, asilado hace más de un año en la embajada de Ecuador en Londres) y dudamos que los servicios de inteligencia, con toda la moderna tecnología, no sepan que el norteamericano no estaba en el avión de Morales.

¿Qué se quiso demostrar? ¿Qué con Estados Unidos no se juega? Sin duda, no se juega. La oratoria “antiimperialista” debe tener un límite, no puede Snowden ser la excusa de la confrontación. Él no merece el asilo humanitario que le pretenden otorgar Nicaragua, Venezuela y Bolivia. Es un traidor, perseguido por la justicia de su país por revelar secretos de Estado. Darle asilo es prostituir esta institución humanitaria.
 
(*) Periodista. Miembro de la Prensa Extranjera

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Publicado en el diario LA RAZÓN, de Lima-Perú, el 10 de julio de 2013