¿Qué ha ganado el gobierno con la persecución?
El presidente Ollanta Humala no ha entendido al parecer los resultados de la encuesta Pulso Perú – que le dan solo 39% de aprobación -, pues los ha asumido como una “foto del momento” cuando en realidad confirman una tendencia estadística que indica que la “luna de miel” ha terminado. Si la tendencia de descenso se mantuviera, la pareja presidencial llegaría hecha trizas al tramo final de su quinquenio, en perjuicio de ellos y de la gobernabilidad democrática.
Pero lo más grave es que al parecer el presidente tampoco ha logrado identificar todas las razones políticas de su caída en las encuestas, está confundido. Ha dado algunos pasos: convocó a la unidad nacional para consolidar el crecimiento económico, deslindó con la vieja izquierda, negó la reelección conyugal, y aprobó la reforma estructural más importante de los últimos tiempos, la del aparato estatal. Pero ¿serán suficientes?
Definitivamente no. El peor error de la pareja presidencial es que lo que hace bien con una mano, lo borra inmediatamente después con la otra. Los pasos positivos que ha dado no le servirán si persiste en continuar la persecución política-judicial a sus opositores políticos.
La persecución anula la credibilidad del gobierno, polariza al país, enrarece el clima de inversión, y daña la institucionalidad democrática. ¿Se puede confiar en un régimen que invoca al diálogo y luego persigue a quienes ha convocado para dialogar? ¿Se puede confiar en un gobierno que llama a la unidad pero luego descalifica a sus opositores? ¿Se puede creer en un sistema de justicia que es utilizado como arma de persecución?
Ha llegado la hora de que el presidente y su esposa se detengan a pensar ¿Qué han conseguido ellos y el país de la cacería judicial contra sus adversarios políticos? ¿Quién ha perdido más como consecuencia de la persecución? Las encuestas lo dicen, aunque algunos quieran negarlo.
Humala y Heredia han dañado con sus actos la confianza de los ciudadanos y de los inversionistas, y será difícil que la recuperen, pero no imposible. Un gran paso sería, por ejemplo, si el 28 de julio jurara un nuevo Gabinete de ancha base, encabezado por Luis Miguel Castilla, e integrado por técnicos vinculados a las fuerzas políticas democráticas, que asuma una agenda de reformas, siguiendo el ejemplo del Pacto por México.
Ya demasiado daño le ha hecho a este gobierno su alianza con la izquierda caviar que, desde el Consejo de Ministros, lo han llevado por el camino del encono y de la incordia. El verdadero viraje es apostar por la democracia y el consenso nacional, dejando de lado todo lo que envilece y enturbia la política.
Si Humala enmiendo el rumbo y actúa como estadista, el 2016 saldrá del gobierno por la puerta grande; pero si se queda en la política de la vendetta menuda y la mediocridad, terminará su quinquenio con más pena que gloria. ¿Será pedirle peras al olmo?