Todo comenzó el 23 de agosto de 1973, cuando la Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo quiso castigar a Occidente por haber apoyado a Israel en su guerra contra Egipto y Siria. La súbita escasez de combustible en Estados Unidos quintuplicó los precios del petróleo. Esa situación generó altos niveles de inflación y frenó el crecimiento de la economía norteamericana, y debió haber beneficiado enormemente a la economía venezolana por los ingresos extraordinarios; decimos "debió" porque en una sociedad educada y consolidada esa debió haber sido la oportunidad para transformarse en una nación de primer mundo. Por el contrario, la avidez y el egoísmo de cierta proporción de políticos y empresarios de nuevo cuño, hicieron naufragar esa oportunidad en un mar de corrupción. El presidente de entonces también quiso parecerse a Bolívar, el Libertador, y ser el paladín de América Latina. El gobierno siguiente, presidido por Luis Herrera no pudo hacer nada (incapacidad?) y la nave se fue a pique en un Viernes Negro de Febrero de 1983, que pasó a la historia triste de un país que parece estar con el santo de espaldas, en relación a liderazgos políticos. El ingreso petrolero bajo de 19,3 millardos de dólares en 1981 a casi 13,5 millardos en 1983 (una caída del 30%), a lo que se sumó la fuga de 8 mil millones de dólares.
Desde ese Viernes Negro, el bolívar venezolano, hasta 1967 de plata, y desde 1920 con una paridad fija de 3,30 y 4,30 por dólar, comenzó un calvario que, a estas alturas del partido, se ha convertido en tragedia para todos, gobierno y oposición, ricos y pobres, chavistas, antichavistas y caídos de la mata neutrales. Oficialmente el dólar tiene hoy una paridad de 6.300 bolívares de 1983 (Cadivi) y de 16.000 en subasta. No mencionemos la paridad innombrable que todos conocemos, especialmente cada vez que compramos algo importado, que es, no por casualidad, cada momento, porque casi todo es importado o se fabrica con materiales importados. Y ello, a pesar de la larga lista de planes oficiales para sustituir importaciones e incrementar las exportaciones no petroleras, desde Betancourt en 1959 hasta la comicada actual de exportar a Mercosur. Valga aquí comentar que en 1976, estando en Alemania, un chileno pasado de vinos me espetó dos cosas: "ustedes tienen una maldita moneda muy fuerte" y la otra: "ustedes son los burros ricos de Latinoamérica". Entonces no pude evitar un ahogo de indignación; sin embargo, con el correr de los años, ya no estoy tan seguro que los sureños de entonces (¿y de ahora?) estén equivocados. Seguimos pagando la cuenta de cualquier festín entre hermanos, ¿O no? Mujica el uruguayo y Cristina la argentina son de los que más gozan de nuestro "carácter espléndido". Basta un ¡Arriba la Revolución! Para que nuestro presidente bolivariano saque la chequera.
En este largo calvario del Bolívar moneda frente al cochino dólar imperialista, el acceso al poder de Chávez, empeñado a toda costa en parecerse más a Bolívar el Libertador que CAP, ha permitido que no solo los gobernantes latinoamericanos pasados de vivos "nos vivan", sino que gente de todo el planeta ha recibido parte de nuestros cochinos dólares, incluso, quién lo hubiera ni siquiera imaginado, habitantes de las pobrecitas Londres y New York, el propio eje del imperio. Dólares venezolanos pa'toel mundo, menos para los venezolanos, salvo por supuesto para los políticos y empresarios comprometidos con la revolución. Han batido récords de compra de aviones privados y yates y, según cálculos serios, han sacado 200.000 millones de cochinos dólares del país. ¡AD-Copei bebitos de pecho!
En la actualidad venezolana nadie podrá negar la extraordinaria paradoja que vivimos. El gobierno que más ha vilipendiado al imperio y a su economía capitalista, por supuesto sostenida en el "US$", ha convertido a "esta mardita lechuga verde", como la llaman algunos en Margarita, en el objeto más deseado y codiciado por los y las venezolanas. ¿Qué poder maléfico posee el gobierno revolucionario para haber alcanzado éste su máximo logro histórico? Otra cosa, ¿por qué nos venden las cosas al doble o triple del valor del dólar innombrable? ¿Qué está pasando? Señores y señoras, ¡prepárense! Es la paranoia del dólar, que llegó para quedarse por largo rato. Gracias a las políticas económicas de la revolución cubana, aplicadas aquí.
Y hablando de pana. ¿Tú le ves salida a este oscuro túnel por donde nos metió el comandante supremo? Solo un ejemplo, las empresas del hierro, el acero, la bauxita y el aluminio, pero es que hasta la que explota oro en Guayana, no solo están más quebradas que una copa caída al suelo desde el décimo piso, sino que con la Ley Orgánica del Trabajo, una obra exquisita de la revolución, fueron condenadas a no levantar cabeza jamás. Se los asegura un optimista empedernido.
Nota publicada en eluniversal.com