Arranchándose el éxito

 Lamentable espectáculo el que han dado en los últimos días dos de líderes nacionales al arrancharse entre ellos el éxito político del duro golpe propinado a la banda terrorista de los hermanos Quispe Palomino. Este episodio confirma, una vez más, la falta de visión de nuestra clase política.

El presidente Ollanta Humala declaró que la caída de los cabecillas “Alipio” y “Gabriel” había sido fruto de un trabajo iniciado hace un año, o sea un éxito de su gobierno. Alan García le replicó que el grupo de inteligencia que dio el golpe fue creado por su ex ministro Rafael Rey. Lo mismo repitieron otros voceros de sus respectivos partidos políticos.

Este episodio revela  que nuestros políticos no han entendido que la lucha contra el terrorismo trasciende al gobierno de turno, es una causa nacional.

El mérito del presidente Ollanta Humala ha sido continuar la unificación de la inteligencia policial y militar bajo un solo comando en el VRAEM, la preparación de una fuerza profesional en vez de conscriptos, y haberle dado el máximo apoyo logístico a dicha fuerza.

El de Alan García fue enmendar la falta de una estrategia contra el terrorismo. Su ministro Rafael Rey inició la labor de inteligencia continuada por el actual gobierno, y también entrenó a la fuerza militar especializada que abatió a los senderistas el pasado domingo.

Los frutos de esa continuidad están allí: Primero cayó “William”, luego se liberó a los “niños” secuestrados, después se incursionó en campamentos terroristas, y finalmente fueron abatidos “Alipio” y “Gabriel”. Falta ahora capturar a  los demás cabecillas.

Del 2000 al 2006, la izquierda aliada de Paniagüa y Toledo silenció todo sobre el VRAE. Quien hablara del tema era tildado de “fujimontesinista” y acusado de “revivir el fantasma del terrorismo para que la gente extrañe a Fujimori”. Lo sufrí el 2003 por informar de dos ataques al campamento de Camisea. Debido a esa política  SL rebasó los límites del VRAE.

La victoria reciente es entonces un mérito compartido por los gobiernos de García y Humala, porque asimilaron la experiencia histórica exitosa de los 90′ y aplicaron ambos una misma estrategia, aunque quieran negarlo ahora.

Lo que García y Humala debieron explicar es que esta ha sido, principalmente, una victoria de la democracia y de la libertad sobre el  totalitarismo; de la paz y el progreso sobre la muerte y la miseria humana. Y que el triunfo se lo debemos todos a los policías y soldados que siguen combatiendo, y a todos los peruanos que perdieron la vida a manos de terroristas, a sus padres, sus esposas y sus hijos. Qué lástima que no lo hayan entendido aún.

Pero nunca es tarde para aprender. Podrían empezar, por ejemplo, aprendiendo que el deber de un estadista no es solo acompañar a sus soldados y policías en la hora dela victoria, sino también, y sobre todo,  permanecer a su lado y defenderlos con firmeza y convicción cuando son injustamente perseguidos y acusados por la izquierda y sus ONG.