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REDES SOCIALES
Martes 20 de agosto 2013

La amenaza del lado oscuro

Por: Grover Pango Vildoso
La amenaza del lado oscuro
Foto: www.andina.com.pe


Grover Pango, autor de estas líneas


Algunos buenos amigos –que felizmente nunca faltan- me han escrito en torno a un comentario escrito por mí en una crónica anterior. Mencioné aquella vez unos defectos que solemos exhibir los peruanos. Los consigné porque, detectados en consulta con alumnos, colegas y amigos profesionales, constituyen amenazas para una sociedad que requiere ser educada, proactiva y fraterna.  

Posiblemente –decía un sicólogo para calmarnos- estas fallas no son exclusividad de los peruanos. Se dan en diversas sociedades, inclusive en países viejos y desarrollados. Pero pareciera que la intensidad, la frecuencia o la extensión de ellos entre nosotros son bastante mayores. Por fortuna y a contrapelo, los peruanos exhibimos también un buen conjunto de virtudes, de las cuales también nos ocuparemos en otro momento. Esta vez, con no poca incomodidad, señalaremos lo que podría ser más evidente y preocupante.  Y esperamos que cada quien ayude a identificar dónde nos aprieta el zapato.

La Mezquindad. No solemos valorar los méritos y los logros de los demás. Por consiguiente, se retacea o se relativiza cualquier triunfo ajeno. La noción de ser justo es difícil de aprender y practicar. Y seguramente un combustible de la mezquindad es la envidia.

La Hipocresía. La incapacidad de discrepar sin llegar a la ofensa nos suele inducir a la hipocresía. Hay quienes exhiben “dos caras” sin rubor. Algo de eso se encuentra en la expresión “no hay muerto malo”. La “hipocresía social” es una variable que sirve para censurar en público lo que se respalda y aún se practica en privado.

La Maledicencia. El “raje” tiene una apariencia inofensiva y es la expresión destructiva con que se mancilla la honra de alguien a quien no está presente o se conoce poco. La maledicencia llega a extremos cuando, con la misma facilidad con que se ofrece lisonjas luego se profieren agravios, según esté presente o ausente el destinatario de unas y otros. Como algo normal se practica el “maleteo” y es también frecuente el silencio de los “amigos” del ausente.

La Elusión. “No es tu problema” es una de las frases más frecuentes, ubicuas, polivalentes y destructivas en el carácter nacional. Por la elusión se nutre la indiferencia, la falta de solidaridad. Por este expediente se enseña a no hacerse cargo de lo que, aunque no nos concierna de manera directa y personal, debiera merecer nuestra preocupación. Tal vez por eso, lo que es público casi nadie lo respeta.

La Deslealtad. Quizás no queda claro qué merece lealtad, en qué consiste y qué exigencias contiene. Demasiado se confunde lealtad con obsecuencia, cuando en cierto punto la segunda contraría a la primera. O se confunde la lealtad con la gratitud. Contra ambas –lealtad y gratitud- confabulan la conveniencia y la falsedad. Es famoso aquello de “si te he visto no me acuerdo”, que grafica cómo el aprovechamiento destruye los valores en mención.

Un esfuerzo de equilibrio e imparcialidad nos obligan a reconocer también los atributos que nuestras sociedades suelen practicar. Mientras más y mejores sean, todos seremos los beneficiarios. Por eso mismo lo que nos debe preocupar primero son nuestros defectos, porque ellos, simplemente, nos hacen daño.

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