Recientemente fueron abatidos dentro del Vraem, tres narcoterroristas señalados como mandos sobrevivientes de Sendero Luminoso que se habían asociado con el narcotráfico para proseguir con sus crímenes y fechorías.
Ello es un éxito de nuestras Fuerzas Armadas y Policía Nacional, que siguiendo directivas gubernamentales han dado nuevo impulso a la lucha contra el terrorismo causante de tanto daño en nuestra patria. Esperemos que los valerosos combatientes no sean importunados por ONGs, procuradores, fiscales y jueces que tratan de judicializar toda intervención armada que tiene por finalidad recuperar la paz. Penoso pues desmotivan la sacrificada labor de soldados y policías que cumplen con su deber.
Se sostiene por un irritable ministro, que el éxito de la operación tiene como causa haberse dispuesto un comando integrado y con una sola jefatura, así como ordenado que las labores de inteligencia sean coordinadas entre Fuerzas Armadas y Policía Nacional.
Cuando se declara zona de emergencia, y el Vraem lo está desde hace muchos años, se puede encargar por el Presidente de la República a las Fuerzas Armadas el control del orden interno en la zona (artículos 137 y 165 de la Constitución), lo que significa que la voz cantante en la interdicción la tienen dichas fuerzas a la que la Policía queda temporalmente sujeta. Consecuentemente el trabajo coordinado entre Fuerzas Armadas y Policía, es de larga data y con el correr de los años ha ido mejorando y es conveniente seguir en esa misma direccionalidad.
En lo que se refiere a la inteligencia, que no es otra cosa que buscar conocer lo que está oculto, lo que otros pretenden mantener en reserva o en secreto y evaluarlo, ella es para prevenir acciones externas o internas contra el país, evitar la perpetración de delitos o encontrar a sus responsables. Y muy claro, no es para seguimiento ni hostigamiento a contendores políticos.
Labores de inteligencia han sido encomendadas por el Estado a civiles, creándose instituciones especializadas que han pasado por diversas jefaturas y denominaciones, siendo las más recordadas SIN y DINI. También se han encomendado en el campo de su especialización a la Policía Nacional, y por supuesto al Ejército, Marina y Aviación.
Desde siempre, cada una de las diversas unidades de inteligencia ha tenido aprehensión y desconfianza en las tareas de sus pares, buscando mil y un pretexto para no coordinar ni compartir la información, que contrastándola sería muy útil.
Creer que la desconfianza entre los diversos actores de inteligencia se resolverá impartiendo orden superior para que coordinen, es errónea. Generar confianza toma mucho tiempo y desde años atrás, en labor perseverante desde los Sectores Defensa e Interior, se ha tratado de compartir información y evitar los compartimentos estanco perjudiciales en esta materia.
Lleva tiempo recuperar lo que se destruyó de la información de inteligencia, así como formar, instruir y capacitar nuevos cuadros. Se tuvo en su momento hasta reactivar el arma de inteligencia que se había desmontado en el Ejército.
La ruta es conocida, y se requiere mejorarla con humildad y sin poses de pavo real.
Nota publicada en larazon.pe