No sirvieron de nada los filtros. Los tantos ojos frente a los monitores en “el máster”, con dedos ágiles para cortar una señal, quitar el audio, descartar una cámara y pasar a otra que tome a la multitud… o al cielo. No sirvieron de nada los profesionales entrenados en la censura televisiva, en colocar el patrón de prueba o poner una cortinilla musical mientras se saca a ese “espontáneo” que dijo lo que no debía en una transmisión en vivo. No sirvieron de nada, porque un hombre frente al micrófono tomó una decisión de vida. Resolvió que primara la honestidad por sobre su propia carrera artística.
Robertico Carcásses estuvo en el momento justo y en el lugar indicado. No desaprovechó la ocasión y le soltó a la plana principal del régimen cubano lo que tantos pensamos.
Gracias Bobby, por el valor, la originalidad y por haberte dado cuenta de la gran oportunidad que tenías con tu voz y con tu arte. ¡Gracias!