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Domingo 06 de octubre 2013

[Argentina] Las reservas, sobre arenas movedizas

Por: Alcadio Oña (*)
[Argentina] Las reservas, sobre arenas movedizas
Foto: noticieros.televisa.com

Un comentario de muy pocas palabras atraviesa el espinel económico de punta a punta y expresa, en sí mismo, la necesidad de atender un problema que empieza a quemar: “Algo va a tener que hacer el Gobierno, y pronto”, dice. Ya evidente, aun para quienes no son expertos, la cuestión que cruza el ambiente se llama pérdida creciente de reservas.

Entre enero y septiembre, la caída alcanza a US$ 8.450 millones y suma 12.760 millones desde que fue impuesto el cepo cambiario, en octubre de 2011. Bajan 20% en el primer caso, a un promedio de 940 millones mensuales, y 27% en el otro. La secuencia revela un drenaje acelerándose.

Pero el Gobierno sigue empeñado en atribuir el fenómeno a que el mundo se nos cayó encima o a una confabulación internacional en contra de su modelo, aunque parece que si algo se nos cayó encima fueron los efectos de un paquete de decisiones oficiales desacertadas. Relato puro, tal cual puede advertirse en un relevamiento de especialistas.

Sobre 180 países, sólo cinco tuvieron este año un registro peor al de la Argentina: Irlanda, Chipre, Ucrania, Islandia y Egipto, sacudidos por fortísimas crisis económicas, políticas y sociales. Dentro del lote de los diez con mayor suba de las reservas figuran varios bastante cercanos, como Colombia, Uruguay, Perú, Honduras y Costa Rica. Y en la cima, unas islas que Cristina Kirchner hizo famosas aquí: las Seychelles.

En un cuadro donde claramente manda la urgencia de divisas, empiezan a aparecer ciertos trajes a medida. Uno sería la operación por US$ 500 millones que acaba de anunciar la petrolera Bridas, exactamente el monto que Guillermo Moreno le reclamaba.

La compañía aclaró que no está blanqueando nada, porque se trata de plata en blanco, pero el punto clave del negocio asoma por otro lado. Con esos dólares, Bridas adquirirá títulos públicos Baade, que el Gobierno le entregaría a la par; en los hechos, a un valor parecido al del mercado paralelo.

Previamente, otro traje a medida fue el que se le hizo a la norteamericana Chevron. En cualquier caso, las últimas movidas van tomando una forma semejante a la del bono patriótico que Domingo Cavallo creó en 2001, aunque la situación es bastante menos comprometida que la de entonces.

Aquella vez fueron US$ 1.000 millones, colocados entre un lote grande de empresas, y ahora apuntan a US$ 1.500 millones. Según la lista de Moreno, los bancos y las cerealeras deberían entrar pronto en el pongui–pongui , aunque la mano no viene fácil.

Los banqueros siguen resistiendo las presiones, con el argumento de que aceptar los bonos les ocasionaría serios quebrantos y los pondría a tiro de demandas judiciales, pero, llamativamente, desde el miércoles Moreno entró en silencio de radio. Y las cerealeras reclaman contrapartidas fiscales difíciles de conceder.

Por lo demás, está por verse si el Banco Central admite hacerse cargo de las reformas implícitas en la jugada de Moreno, algunas de dudoso andamiaje legal. Entre otras, crear incentivos financieros también a medida y precisar clara y definitivamente que es posible usar Baade para plata que ya está en blanco, y además en los términos pactados con Bridas.

¿Qué tendrá que ver semejante operativo de apuro con “el blanqueo tremendamente acertado” que el viceministro Axel Kicillof ponderó en el Senado? Nada, evidentemente: el sistema tal cual había sido concebido capotó y las palabras de Kicillof fueron otra variante de su relato siempre ostentoso.

Desde luego, los US$ 1.500 millones que Moreno espera cosechar a puro apriete no le vendrán mal Gobierno. Pero aun en ese supuesto, representarán apenas el 18% de las reservas que se han perdido en nueve meses. O sea, la medicina luce insuficiente.

Las líneas de crédito del Banco Mundial están paradas, porque allí el peso de Estados Unidos es decisivo. Cada vez más ajustadas son las votaciones a favor de la Argentina en el BID. Y ha fracasado un intento del representante ante el FMI para destrabar otras fuentes de financiamiento y lograr, además, un apoyo del Tribunal del Ciadi en la batalla contra los fondos buitre.

Esto significa, poco más, poco menos, que será inevitable arreglárselas con lo nuestro. Como, por ejemplo, sumar endeudamiento de YPF que, así sea destinado a sostener su plan de inversiones, también implica dólares: habría que hacerlo cuidadosamente, no vaya a ser que a alguien se le ocurra recordar cuando Martínez de Hoz la llenó de deudas.

Está cantado, ya, que el Gobierno irá sobre el turismo. El jefe de la AFIP descartó un aumento del impuesto a los gastos con tarjeta de crédito, aunque jamás admitiría otra cosa a menos de un mes de las elecciones. La posibilidad sigue latente para después del 27 de octubre.

Esa vía o cualquier otra, vienen empujadas por una balanza turística que pinta muy feo. Al ritmo que marcha, este año puede concluir con un déficit de US$ 7.000 millones o próximo a 10.000 millones, según distintos analistas. Un rojo incluso mayor al del balance energético.

Otra alternativa consiste en fijar un cupo para los viajeros a la venezolana. Allí está permitido comprar hasta 3.000 dólares anuales por persona al tipo de cambio oficial, pero el sistema ha degenerado en una maraña de maniobras, como adquirir pasajes que son cancelados o hacer figurar gastos ficticios en el exterior. El recorrido termina con dólares baratos en el bolsillo que se venden a un precio siete veces mayor en el mercado negro.

“No entiendo todavía por qué no crearon un dólar turístico, que tendría la doble ventaja de desalentar el gasto de los argentinos y capturar las divisas que los extranjeros transan en el paralelo”, dice alguien que ha pasado por el Ministerio de Economía. La respuesta tal vez sea cierto temor de Cristina Kirchner a lo desconocido o a meter más ruido en un sistema donde si algo sobra es ruido.

Entre lo que sale y lo que no entra, las reservas han descendido a poco más de US$ 34.800 millones, cuando hace menos de tres años, a fines de 2010, alcanzaban a US$ 52.190 millones.

Hay otra fórmula usual para calibrar el estado de una variable económica clave. Tampoco suena muy tranquilizadora: en 2010, los activos externos del Central equivalían a 11 meses de importaciones; hoy apenas llegan a 5 y medio. Serían menos todavía, si no fuese por las trabas de Moreno.

Queda claro, ya, que sobrevendrán mayores restricciones en toda la línea, quizás alguna sacada a los empujones. Y también que el Gobierno va quemando instrumentos uno tras otro, sin medir efectos ni conseguir resultados. Lo prueban el corralón cambiario, que en lugar de ser una solución provocó un zafarrancho, y las trabas a importaciones esenciales que le pegan a los procesos productivos y a la economía misma.

Con estos antecedentes cuesta imaginar aciertos. Y, así, el valor de las reservas ha quedado reducido a poco menos que pagar deuda externa: en 2014, el Gobierno sacará US$ 9.885 millones de esa caja. ¿Irá por otra, si anda muy urgido?

(*) Artículo publicado en el portal del diario argentino El Clarín este domingo 6 de octubre de 2013

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