Poderes dictatoriales

Revestido de superpoderes e inmune a conjuras, se dispone a enfrentar la guerra económica.

Si hasta ahora está resultando difícil, cuando no imposible, conseguir algunos alimentos de la dieta diaria, medicinas, repuestos para maquinarias y vehículos, productos de limpieza, artículos de higiene personal (incluyendo papel sanitario), equipos para el hogar y otros objetos indispensables, de uso masivo y cotidiano, la búsqueda de esos bienes "suntuarios" resultará mucho más infructuosa en el futuro inmediato.

Es lo que se vislumbra después de la prolífica ración de insultos previa al anuncio de las pretensiones totalitario-guerreristas del aprendiz de dictador en la Asamblea Nacional ("vengo con todo a profundizar la revolución"), en ocasión de presentar la solicitud de poderes especiales (dictatoriales) para continuar des-gobernando al país, ahora por decreto.

La lucha contra la corrupción fue la excusa invocada para que se le permita fabricar, en base a lineamientos ideológicos predicados por los frailes carcamales del "proceso" asesorados por cubanos, leyes revolucionarias a la medida de sus necesidades e intereses. Básicamente con tres objetivos: sostenerse (ahora tambalea) en un poder que ejerce tutelado-compartido con militares, transformar el modelo económico vigente en un capitalismo de Estado -más atomizado, ineficiente y corrupto- y sembrar al país de comunas -en vez de cultivar maíz, arroz, azúcar y caraotas, productos que ahora se importan- para dar cumplimiento a la última voluntad del finado Comandante Eterno: inocular en las venas abiertas de esta "potencia" tropical el fuñido Socialismo del Siglo XXI (castrocomunismo lo llama Fidel).

La resistencia que esto pueda generar en la población será sofocada -legitimado por la Habilitante- con disuasión "institucional": gas del bueno contra manifestantes; cárcel para la burguesía parásita (empresarios), sindicalistas y políticos; destitución súbita-abusiva de gobernadores, alcaldes y parlamentarios "golpistas" y juicios o multas a medios de comunicación que, siguiendo directrices conspirativas y desestabilizadoras impartidas por el Imperio, causen zozobra, retortijones, piquiña, ronchas o aburrimiento por los discursos del heredero.

Sin plata pero revestido de superpoderes e inmune a conjuras, mal de ojo, magnicidios y conspiraciones, el pichón de caudillo se dispone a enfrentar la guerra económica declarada por la escoria pitiyanqui apátrida, enemiga de los pobres y la revolución. El combate será total contra los empresarios ricachones. No se necesitan. Sin esa ralea desaparecerá la escasez, la inflación, la inseguridad y los apagones. Dejarán de caerse los puentes y funcionará el Metro. Sin ellos bajará el dólar paralelo y sobrarán divisas para importar de China y Rusia lo necesario para las multisápidas hallacas.

Nota publicada en eluniversal.com