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REDES SOCIALES
Martes 22 de octubre 2013

Los medios ¿forman o deforman?

Por: Grover Pango Vildoso
Los medios ¿forman o deforman?
Foto: Difusión

Si convenimos en que la sociedad cumple un rol educador - aunque no fuera consciente de ello-, dos de sus actores llevan la mayor responsabilidad: las autoridades y los medios de comunicación.

Sobre las autoridades siempre hay mucho que decir por lo que se espera de ellas. O muy poco, por lo que efectivamente hacen. Buena parte de la evaluación de su comportamiento está en manos del otro actor  -los medios de comunicación-, porque quienes informan de lo que hacen o no hacen las autoridades son ellos. Y las colectividades forman sus opiniones a través de lo que ven directamente, pero también por lo que escuchan, leen o ven,  intermediados por la radio, la prensa escrita o la televisión. Por tanto, en la educación de la sociedad educadora (sic) y de la subsecuente opinión pública, influyen mucho –en una proporción que no es fácil precisar- las autoridades y los medios de comunicación. Pospongo para otro momento, con plena conciencia, a internet y todas las novedades que en el mundo existen.

Todo porque estos días vuelve a reflexionarse en torno al poder de los medios y, de modo concreto y tal vez no casual, sobre el uso y responsabilidad de ellos en lo que podríamos llamar -intentando ser más precisos- la educación de niños y adolescentes. ¿Tienen los medios de comunicación alguna responsabilidad sobre lo que reciben los educandos? Entre ellos, ¿cuáles son los más “consumidos” por los chicos? ¿Cuán respetable es aquello de “nosotros estamos para informar, no para educar”? Aún detrás de una simple información ¿no podría haber un mensaje, tal vez no deliberado, con valores cuestionables? En el mero entretenimiento, concursos o películas, ¿no existe la posibilidad de una orientación malévola?

La primera respuesta es que el mundo es como es y no como nosotros quisiéramos que fuese. Por tanto, cuando se trata de informar se muestra aquello que tiene una mayor importancia o impacto para la sociedad. Un grave accidente por ejemplo, o una decisión política trascendente.  Resulta indispensable distinguir los medios entre sí, porque su tecnología hace muy nítidas las diferencias. El lenguaje auditivo de la radio llega más lejos y favorece la noticia y la música. El lenguaje de la prensa sirve para la lectura y en ella va todo lo que pueda ser recogido por el encanto de la palabra escrita y el apoyo de imágenes. Y la televisión, la más seductora y versátil, nos da información, entretenimiento, películas, cantantes, debates y todo lo que sea factible de verse. Las imágenes televisivas nos llegan para oírlas, mirarlas, leerlas, ya parcialmente interactuar con ellas, y Dios sabe cuándo vamos a poder olerlas también.

Vale repetir una reflexión ya hecha. En la televisión una secuencia de desnudez y sexo, por tierna y poética que pudiera ser, está censurada en el horario de protección al menor (aunque el cable pueda vulnerar la norma), pero los gritos de una escena sangrienta y de agresión física a una mujer es una noticia y puede ser trasmitida a cualquier hora. Es conveniente pensar cuál es peor a los ojos de un niño.

Tal vez no estemos de acuerdo sobre qué hacer, pero debemos conversar mucho sobre el rol de los medios. De hecho, las no muy antiguas reflexiones de Giovanni Sartori  sobre el “homo videns” (que sólo mira) y “homo insipiens” (necio, incapaz de aprender) que degradan al hombre que reflexiona, el “homo sapiens” que algún día fuimos, podrían ser ya una realidad a través de una masa consumidora, poderosa y unida por su incapacidad para discernir. A ello debieran sumarse las todavía recientes preocupaciones de Mario Vargas Llosa en “La civilización del espectáculo”, que más bien ganan actualidad. Seguiremos informando.

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