El próximo lunes la Municipalidad de San Miguel, los países de Israel y Suecia inaugurarán en la Costa Verde el parque Raoul Wallenberg.
Ello reviste especial significado porque Raoul Wallenberg, personaje y héroe universal, fue un gran defensor de los derechos humanos: salvó cien mil judíos de morir a manos de los nazis, cuando desarrollaba su labor diplomática en la Embajada de Suecia en Hungría durante la Segunda Guerra Mundial. Si se quiere entender mejor es el “Schindler” (hecho popular por el filme “La lista de Schindler” de Steven Spielberg) sueco.
Wallenberg, poniendo en riesgo su vida, expidió miles de salvoconductos a judíos húngaros haciéndolos pasar como suecos pendientes de repatriación. Además, colocó la bandera de Suecia en numerosas casas de refugio judías, para evitar así los allanamientos y que se los lleven a campos de concentración. Fue apoyado por el diplomático suizo Carl Lutz.
Parece fácil el relato, pero los numerosos peligros que pasó, los enfrentamientos con las autoridades húngaras pro nazis, atentados y hasta tuvo que sobornar para continuar con sus pasaportes salvoconductos. Se enfrentó nada menos que a Adolf Eichmann, responsable de la “solución final”. Todo escrito queda corto ante los detalles de su historia para salvar vidas.
Falta esclarecer su muerte. Cuando las tropas soviéticas liberaron Hungría, Wallenberg, sin explicación alguna, fue arrestado y enviado a distintas prisiones como Lubyanka, en donde se dice que murió en 1947. Pero sobrevivientes de los centros carcelarios aseguran haberlo visto vivo en la década del ´50.
A pesar de diversas gestiones diplomáticas de Suecia, Estados Unidos y otras organizaciones los soviéticos se aferran a que murió en prisión en 1947. Se espera que se sigan desclasificando documentos de los servicios de inteligencia soviéticos que esclarezcan lo que ocurrió con Wallenberg, como ya se determinó quienes fueron los responsables de la matanza de miles de oficiales polacos en Katyn y que en un principio por la campaña de desinformación comprometía a los nazis y hoy se sabe que fue el ejército soviético.
En varias partes del mundo se han construido monumentos al diplomático sueco para perennizar su obra en defensa de la vida, así como bustos, colegios y placas en su honor. Hay filmes que retratan su vida. Le fue concedido el reconocimiento del gobierno de Israel como “Justo entre las naciones”.
Por ello es muy acertada la iniciativa del alcalde Salvador Heresi de construir un parque a un héroe del Holocausto y un homenaje a los países de Israel y Suecia, cuyas relaciones diplomáticas, políticas y comerciales con el Perú son de las mejores y la amistad se estrecha cada vez más y estamos identificados más aún por la defensa de los derechos humanos.
Señala el Talmud que “aquel que salva una sola vida, salva al universo entero” y su testimonio de vida, su coraje, su hazaña, es un ejemplo para todos. Necesitamos muchos Raoul Wallenberg.
(*) Publicado en el diario LA RAZÓN, de Lima Perú, el 31 de octubre de 2013