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Lunes 04 de noviembre 2013

Energía nuclear, atractiva pese a críticas

Por: Julio Hernández, Marta Gómez Ferrals y Roberto Salomón*
Energía nuclear, atractiva pese a críticas
Foto: eltiempo.com

Según la Asociación de Energía Nuclear, en el mundo operan unos 440 reactores nucleares, en tanto que otros 60 están en construcción y unos 500 más son proyectos para el desarrollo de una actividad que abarcará cientos de miles de millones de dólares en inversiones en las próximas décadas. Actualmente la energía nuclear provee más del 14% de la electricidad a nivel global.

Energía nuclear, la prueba de los azares

No se dudaba de que la pesadilla nuclear de Japón, iniciada a partir de los devastadores terremoto y tsunami del 11 de marzo de 2011, sería larga y de consecuencias impredecibles. La compañía operadora de la accidentada central de Fukushima, la Tokio Electric Power (TEPCO), confirmó que debía verter hasta 11 mil 500 toneladas de agua radiactiva hacia el Océano Pacífico.

Al margen de las irresponsabilidades, negligencias y falta de rigor y, sobre todo de transparencia, achacadas a los operadores y autoridades de las centrales japonesas y reveladas al calor del drama, la opinión pública internacional quería ir más allá y luchar por conjurar nuevos riesgos. Y se está haciendo oír nuevamente, mediante debates en espacios de comunicación, en movilizaciones y mítines en las calles de muchas ciudades del mundo, así como en foros políticos y sociales.

El jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) cree que la lección que debe aprenderse del accidente nuclear de Fukushima es que “el marco de respuesta de emergencia internacional actual necesita reevaluarse”. También indicó que después del accidente de la planta de energía nuclear de Fukushima, debe reconsiderarse el papel de la AIEA para preservar la seguridad nuclear y para establecer estándares internacionales relacionados.

La tragedia de Japón y la crisis de Fukushima han marcado un antes y un después en la valoración de una fuente de energía pacífica que hasta hace poco se consideraba limpia y segura, coadyuvante en el combate contra el cambio climático. “Fuente segura”, para cuyo uso y emplazamiento las potencias industrializadas pretenden abrogarse todos los derechos, otro asunto de marcado fondo político y discriminador, llevado con frecuencia a la arena internacional.

En Asia, el prestigioso científico indio P. Balariam pidió una moratoria de todos los proyectos nucleares de su país, a causa de la situación de crisis en Japón provocada por la catástrofe del 11 de marzo. El también director del Instituto Indio de Ciencias y miembro del consejo científico del primer ministro Manmohan Singh, estimó que la crisis japonesa ha demostrado que “incluso en un país industrialmente avanzado los reactores nucleares son vulnerables a las catástrofes, pese a las medidas de precaución y seguridad”.

China, que estaba construyendo 27 nuevos reactores -alrededor del 40% de los que se construían en esos momentos en todo el mundo-, suspendió la aprobación de nuevas centrales nucleares. En Estados Unidos, donde funcionan 104 centrales nucleares, la Comisión Reguladora Nuclear (NRC) sometía a intensiva revisión seis plantas, como parte de un sistema de seguridad autovalorado como muy exigente, según reveló su presidente Gregory Jaczko.

Sin querer tapar con una mano las legítimas preocupaciones de los que rechazan el uso de esa fuente de energía, hay voces autorizadas que llaman a no rechazarla, sino a hacer más eficiente, riguroso y seguro su empleo. También expertos llaman a verificar que todas las opciones energéticas implican riesgos y que, manejada adecuadamente, la energía nuclear sigue siendo una opción relativamente segura. Argumentos muy difíciles de escuchar con la cabeza fría en medio de las noticias procedentes de Japón.

Dejar de lado, arguyen, la energía nuclear implicaría el riesgo de una carrera desastrosa en pos de combustibles fósiles, con incremento de las concentraciones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Siempre hemos sido testigos de una carrera desastrosa y hasta de guerras por los combustibles fósiles, opinan sus detractores.

Radioactividad para miles de años

Gorleben es un pequeño pueblo de la Baja Sajonia, en el norte de Alemania, que alcanzó notoriedad por las demostraciones para protestar contra el almacenamiento de desechos radioactivos en el lugar. La basura nuclear provenía de Le Havre, en Francia, donde había sido reprocesada por cuenta de Alemania y ahora iba a ser depositada en su destino final a orillas del río Elba.

Miles de ecologistas de ambos países bloquearon el tren que transportaba 11 contenedores blindados con varias toneladas de los letales desechos, capaces de mantener su alto nivel de radioactividad por miles de años. En realidad la instalación de almacenamiento de Gorleben existe desde hace alrededor de 30 años y ha sido centro de demostraciones antinucleares durante mucho tiempo.

Alemania va a cerrar todos sus reactores nucleares hacia el año 2022, según anunció el gobierno poco después del grave accidente de Fukushima, en Japón, que reactivó la oposición mundial a esta forma de producir energía eléctrica. Lo ocurrido allí evidencia el temor que genera en la población la era que se inició en agosto de 1945 con el bombardeo nuclear de Estados Unidos sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

Esta actitud ha tenido altibajos a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, en dependencia a la percepción sobre la seguridad de este tipo de tecnología. En caso de accidentes serios, como el de un reactor nuclear en Three Miles Island, Estados Unidos, en 1979, y el de Chernobyl, Ucrania, en 1986, el temor se ha convertido en verdadero clamor a favor de buscar energías alternativas más nobles.

Menos sonados han sido otros accidentes, en los cuales se han producido incluso muertes a causa de la radiación ionizante de cantidades hasta cierto punto pequeñas de material radioactivo. Un caso así tuvo lugar en 1987 en Goiania, en el estado brasileño de Goias, debido al olvido de una fuente de sólo 93 gramos usada en tratamientos de radioterapia en un hospital clausurado en esa ciudad, al suroeste de Brasilia.

El material estaba en un recipiente de 51 por 48 milímetros debidamente protegido, conteniendo cesio clorhídrico, fabricado con el isótopo cesio-137, muy radioactivo. Personas que merodearon dentro del edificio encontraron el contenedor e ignorando de qué se trataba, se lo llevaron y lograron de alguna manera abrirlo, lo cual empezó una cadena de contaminación que afectó a 245 personas y causó la muerte a cuatro de ellas.

Si 93 gramos de esa sustancia provocaron una alarma generalizada en Goiania, es comprensible que un convoy cargado con muchas toneladas de desechos, atravesando zonas densamente pobladas de Europa, provocaran un extraordinario revuelo. Los temores que desata la radioactividad se explican en buena medida no sólo por el espectro siempre latente de los armamentos atómicos, sino también por tratarse de una muerte invisible en caso de mal manejo de las sustancias en el terreno civil.

Tan sólo en Estados Unidos existen 108 sitios considerados contaminados, con una superficie en algunos casos de hasta 150 kilómetros cuadrados. En Fernald, Ohio, hay almacenados unos 15 millones de kilogramos de residuos de uranio y más de mil millones de kilogramos de desechos contaminados por la radioactividad. Ante la enormidad del problema y los potenciales peligros que entraña, el Departamento de Energía se ha trazado el objetivo para el año 2025 de limpiar la mayoría de estos sitios y concentrar los residuos en algunos lugares especialmente preparados y libres de actividad sísmica.

Un dilema similar existe en Europa, donde algunos países como Francia producen una gran parte de su energía eléctrica mediante centrales nucleares. Los gobiernos de los países desarrollados aseguran por lo general que los temores ante esta concentración de basura radioactiva son exagerados, pero en realidad no pueden descartar totalmente los riesgos ante un accidente imprevisto.

De ahí que la decisión oficial alemana de renunciar a la energía nuclear dentro de un decenio parece dar la razón a una opinión pública muy activa en su oposición a la opción atómica, tanto con fines bélicos como energéticos. De todas maneras, los desechos nucleares ya producidos seguirán acumulándose en los países que siguen apostando por la fisión del átomo, pues no existe hasta ahora ninguna forma conocida de librarse fácilmente de ellos.

Energía nuclear: atractiva pese a críticas

Pese a dos sonados accidentes en los últimos 25 años, el de Chernobyl, en 1986, y el de Fukushina, en marzo de 2011, la energía nuclear es considerada aún fuente inagotable, esencial para el desarrollo. Ejemplo elocuente de esto último lo constituye el anuncio formulado por Argentina, en cuanto a que pondrá en funcionamiento a fines de este año la termonuclear Atucha II, la tercera planta de su tipo en el país, y a partir de ahí el gobierno acelerará las negociaciones con vista a construir otras dos.

El objetivo de las autoridades de esa nación es elevar el porcentaje atómico en la generación energética hasta el 18% para contar con una fuente de base estable, que no genere emisiones de dióxido de carbono y ayude al mismo tiempo a disminuir las importaciones de combustibles, dijeron fuentes periodísticas.

Las perspectivas de la energía nuclear fueron debatidas en una reciente cumbre efectuada en San Petersburgo, en la que Alemania y Austria criticaron esa fuente, pero Estados Unidos, Canadá, Francia, China, Rusia, India, Corea, Brasil y Argentina ratificaron sus planes expansivos. En esa reunión, el subsecretario de Energía estadounidense, Daniel Poneman, realizó una encendida defensa de esa fuente, que a su juicio, ha atraído increíbles beneficios, desde mantener la comida segura hasta prevenir enfermedades, proveer medicinas de alta tecnología que puedan diagnosticar, tratar de encontrar nuevos tratamientos para el cáncer y proporcionar una forma estable de energía para generaciones futuras que no contamine con dióxido de carbono.

Agregó que esa fuente contribuyó de manera confiable y económica con casi el 20 por ciento de la generación eléctrica en su país por más de dos décadas, y hoy su participación supera el 60 por ciento en ese sentido. Estados Unidos -aseveró- trabaja para revitalizar su industria nuclear y desarrollar una nueva generación de plantas limpias y seguras.

Aunque con frecuencia la nación habla de ampliar las inversiones en fuentes renovables, continúa su apuesta por el desarrollo de la energía nuclear. Luego del desastre de Fukushima, China puso en revisión la construcción de nuevas centrales, pero poco tiempo después esa potencia asiática aprobó un nuevo Plan de Seguridad Nuclear y reactivó sus proyectos. El secretario general de la Autoridad de Energía Atómica de China, Wang Yiren, dio a conocer que actualmente el país tiene 17 reactores operando y 28 en construcción.

Mientras, una de las naciones más activas en el escenario nuclear, Rusia, reafirmó su compromiso de expandir el uso pacífico de ese tipo de energía. Rusia administra 33 reactores nucleares en su país, en el que construye nueve y 19 en el exterior, en los que destacan sus proyectos en China, India, Bielorrusia, Turquía, Armenia, Vietnam y Bangladesh.

India, tras lo ocurrido en Fukushima, dijo que pondría en revisión sus planes relacionados con esa energía, pero después de mejorar las medidas de seguridad relanzó el programa de su desarrollo. En esa nación asiática funcionan 20 plantas nucleares, las cuales, al decir del director de la Comisión de Energía Atómica de ese país, Ratan Kumar, seguirán siendo un elemento esencial y cada vez más importante de la matriz energética india.

Salvo varios países, como Alemania y Austria, que se muestran “decididos” a abandonar su uso como fuente de electricidad, la mayoría que la utilizan o las que aspiran a su empleo, expresan pública o tácitamente que mantienen el interés. Entretanto, Inglaterra dio a conocer un plan para el desarrollo de al menos ocho nuevas plantas de esa clase, mientras que Japón -inicialmente esquivo a continuar su empleo- anunció el reinicio de la actividad de varias centrales.

Según la Asociación de Energía Nuclear, en el mundo operan unos 440 reactores, en tanto que otros 60 están en construcción y unos 500 más son proyectos para el desarrollo de una actividad que abarcará cientos de miles de millones de dólares en inversiones en las próximas décadas. Actualmente la energía nuclear provee más del 14% de la electricidad a nivel global.

De acuerdo con expertos electronucleares, los accidentes en esta rama, incluido el ocurrido en Japón, sirvieron para meditar y recapacitar sobre qué hacer para mejorar un desarrollo de creciente importancia en la estructura energética mundial. Desde hace algún tiempo se llevan a cabo dos millonarios proyectos investigativos en Estados Unidos y Europa (en este último también participa un grupo de países de otras regiones), en la explotación de la energía nuclear a partir de la fusión atómica.

Especialistas coinciden que el dominio de esa tecnología será uno de los logros más prometedores de este siglo, pues multiplicaría enormemente el volumen que se obtiene en las actuales electronucleares, que parten de procesos de fisión. Sin duda, el uso pacífico de esta energía representa uno de los logros y lo más avanzado de la humanidad a lo largo de su historia, algo que distingue al hombre en su afán de búsqueda de nuevos conocimientos mediante su espíritu investigativo y la imaginación.

Es el reto de enfrentar las adversidades, lo que permitió a la especie seguir adelante y alcanzar nuevas conquistas. Desde la década de los 80 de la pasada centuria, se dan pasos para perfeccionar la seguridad en este frente, tanto en el tratamiento de los residuos de las plantas, como en la supresión de cualquier aspecto que pueda originar accidentes. Estos son provocados -dicen los expertos- por la violación de principios básicos y falta de previsión, más que por insuficiencias del diseño de las instalaciones.

Hoy se trabaja en el desarrollo de reactores de tercera y cuarta generación, ultramodernos, de tecnología mucho más avanzada que neutralizan cualquier tipo de riesgo. Surge la necesidad entonces de una convocatoria de expertos, equipos líderes de trabajo, tanto de países desarrollados como del Tercer Mundo, que aporten una visión integradora del pensamiento y las concepciones en la esfera. Las técnicas nucleares no están solo presentes en la producción abundante de energía, sino también en la medicina, la agricultura y en otros procesos importantes.

* Periodistas de la Redacción Económica y Temas Globales de Prensa Latina.

Nota publicada en bolpress.com


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