Twitter, Maduro y Soraya

Otra guerra presenciamos en el país. Ya no es solamente la guerra económica, Maduro abrió otro frente: la red social Twitter. De ataque cibernético y guerra mediática de la derecha internacional califican la suspensión de cuentas de algunos despachos gubernamentales, y el que le hayan quitado a Maduro, que tan feliz era tuiteando, sintiéndose él mismo, más de seis mil seguidores de su cuenta de Twitter.

El hecho es ciertamente sospechoso, porque nadie en su sano juicio podría imaginarse que al gobierno, para engordar y acrecentar los seguidores del presidente, se le ocurriese la ingeniosa idea de crear cuentas fantasmas en esa red social. Eso sería impensable, vista la naturaleza y el ideal del nuevo hombre que predica nuestra revolución. La tesis, por otra parte, de que haya sido una conspiración de la derecha internacional, que toda nerviosa y desesperada trama acciones perversas y malévolas contra nuestro presidente, tampoco convence mucho, porque: ¿usted seguiría a alguien con tan mala ortografía; más preocupado por seguir a otro que por hacerse él mismo su camino?

No son gazapos involuntarios y esporádicos los de Maduro: él realmente tiene mala ortografía (normal en un alumno poco aventajado), y en Twitter, cuando le toca improvisar al ritmo de los acontecimientos, se nos presenta tal cual es. No se puede decir que Maduro no haya tenido oportunidad de estudiar, siendo canciller podía haberse preocupado por sí mismo y darse una esmerada educación, que incluyera, porque así se lo exigía su trabajo, el aprendizaje del inglés o el francés. Sus viajes por tantos países, a sabiendas de su muy limitada escolaridad, los ha debido aprovechar avaramente, y no conformarse con la superficial y mediocre información del turista, al cual sólo le importa visitar el lugar emblemático, ir de compras y divertirse con despreocupación del mundo.

También, Maduro ha podido obtener su título de bachiller con la Misión Ribas, haciéndole honor a los esfuerzos y concreciones educativas del gobierno. Y no es que tengamos un amor desmedido a las titulaciones académicas, como decía Thomas Carlyle: "la verdadera universidad es una biblioteca", y mucho más ahora que podemos contar con una enorme biblioteca en casa y en el celular, Internet, y las enormes posibilidades de estudio que nos brinda si sabemos transformar la abundancia de información en conocimiento. Se puede ser autodidacta, hemos tenido un presidente que lo fue en sumo grado: Rómulo Betancourt, que sin ir a la universidad fue hombre de elegante pluma, amante de los arcaísmos, sobresaliendo como especialista en el área petrolera.

Es este mismo Maduro quien encabezó un acto solemne de grado en la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (UNES), en el cual se graduaron más de 5.000 técnicos superiores universitarios en Servicios Policiales, con la anuencia de Soraya El Achkar, rectora de dicha universidad. No fue que a Maduro lo invitaron a ese acto solemne para que la figura presidencial le diera lustre y brillo a tal evento académico, no. Maduro formaba parte del presídium de las autoridades académicas, imponiendo  medallas como uno más del claustro universitario. No estamos hablando de Chávez, que tenía grado universitario; estamos hablando de Maduro, que ha despreciado para sí mismo el enriquecimiento de su espíritu y sensibilidad a través del estudio, tal vez porque, como decía Antonio Machado, "todo lo que se ignora, se desprecia"; estamos hablando de Maduro, Soraya El Achkar, quien ni siquiera ha podido terminar la secundaria con la Misión Ribas, tan preocupado como estaba en adular a Chávez y seguir fielmente sus instrucciones.

¿Será comprensible entonces que Maduro pueda perder seguidores en Twitter? ¿Qué pensará Soraya El Achkar, tan preocupada por encarecer intelectualmente a nuestro presidente?

Nota publicada en eluniversal.com