El encuentro con el Papa Francisco

Un colectivo de periodistas gubernamentales denunció la visita de Henrique Capriles y de la Unidad al Vaticano como una "jugada política de la jerarquía eclesiástica venezolana... cada vez más articulada con la estrategia de poder opositora... que se presta para manipular la verdad...". Nunca en la historia política venezolana se había atacado con tanta saña e irresponsabilidad a nuestra Iglesia Católica.

A lo largo de los últimos 14 años los más altos representantes de la Conferencia Episcopal Venezolana, nuestros cardenales y obispos, han sido tratados de una forma vil. Se les ha insultado con los peores epítetos. Ni hablar de lo que se les dijo en "La Hojilla" o en "Los Papeles de Mandinga": "golpistas, trogloditas, fascistas, diablos con sotana...". Con parecidos calificativos se agrede también a los dirigentes de la oposición. Por lo que cada día, los voceros del gobierno, pierden credibilidad.

Las nuevas críticas, ni siquiera los llevan a considerar, que el encuentro se debe a que al menos la Mesa de la Unidad representa la mitad electoral de Venezuela. Y que además la oposición ha insistido una y mil veces en la vía pacífica y el cambio, a través del sufragio. Ascendiendo según cifras del propio CNE del 36,9% en el 2006 al casi 50% en abril del 2013. Sin contar el abusivo ventajismo y la imposición de captahuellas, que se traducen en trampa descarada.

Sirva la reunión de Capriles, acompañado de Bony de Simonovis, para que el Papa Francisco abogue por la libertad de los presos políticos y regresen los exilados. Para que el gobierno recuerde respetar los Derechos Humanos y al voto soberano opositor. No repartiendo limosnas para comprar votos, sino enseñándole al pueblo a pescar. Al gobierno hay que recordarle que los verdaderos enemigos comunes son: la inseguridad desbordada, que pone en zozobra la vida de los miembros de nuestras familias; las expropiaciones, que le quitan los bienes y la seguridad jurídica a los verdaderos propietarios y frenan las inversiones; los atropellos y las amenazas que recibe en cada perorata gubernamental el mundo plural y opositor; la escasez, la inflación, el desempleo, la devaluación del signo monetario y la elevación del paralelo.

El encuentro nos recuerda que el estadista venezolano Rafael Caldera, quien era líder opositor en 1987, fue invitado por el Papa Juan Pablo II, a pronunciar el discurso con motivo de celebrarse el vigésimo aniversario de la Encíclica Populorum Progressio. Fue un evento histórico, que tuvo por primera vez a un seglar como orador de orden, ante el Colegio Cardenalicio. Nadie salió a insultar a la Iglesia, a la oposición o al Papa por tan especial deferencia. 

Nota publicada en eluniversal.com