Los vaciles de Maduro

Deberíamos estar conscientes de las "vacilaciones" de alguien que llega por carambola o de perinola, como solemos decir, a ser nada menos que presidente de la República. En verdad, quien vacila es uno al tratar de establecer, luego de discernir, si es seria o en broma esta diatriba final del "proceso". En fin, la pregunta que nos hacemos de continuo, ahora, es: ¿Maduro nos está vacilando? Porque de ser así resultó un muy exitoso comediante, capaz de mantener en vilo a la población toda, del color que esté teñida.

El drama, creo, consiste en que esto es en serio. La primera parte, aquella, ya bien disparatada, del comandante, ha devenido en ésta cruenta y cómica a la vez. Aunque Nicolás luzca  como una comiquita, como una pésima elaboración caricaturesca de aquel.

Sin duda, el vacilón dio inició una vez muerto el golpista mayor, ya que con algunas pruebas creíbles nos hicieron ver que el féretro fue cambiado, sin cadáver, mientras los dolientes populares lloraban el vacío. Novelero y farandulero episodio. Serio y jocoso a la vez. Todo un primor para los deseos literarios de Víctor Hugo. La continuación fue un capítulo entre bochornoso y risueño, medio infantil, con un pajarito sustituyendo al muerto, hablándole al presidente, y la excelsa narración que éste públicamente y sin pudor hizo del evento. De la primera aparición, porque ya han ocurrido varias, presto como está el santo de Sabaneta por alcanzar a José Gregorio. Posteriormente, ya en la creencia pública de que nada superaría al pajarraco ridiculizado en el mundo, aparecieron los penes multiplicados, en un reguero imposible de recoger. A estos intentos mágico-religiosos-eróticos, dignos de estupideces de la niñería, hay que sumar los variados intentos de magnicidio. La imaginación permite, por suerte, tantísimas distorsiones de lo apreciable directamente por los sentidos.

Estamos situados ahora en dos frentes creados por el fabuloso ingenio de los asesores ¿cubanos? de este gobierno: la habilitante, ¿más poder para este señor volátil, capaz de igualar a Mary Poppins?  Y, no podía faltar, el recordatorio del héroe máximo de la revolución bonita, con ese acto, justo el día de las elecciones. Pretenden, así, despertar el profundo sentimiento de todos nosotros por el muerto. Walt Disney no lo haría mejor. El continuo interés ha sido el de distorsionarnos la realidad, tanto que ya todos parecemos drogados, incapaces de entender lo que realmente pasa; si los huecos son o no bombardeos secretos, silenciosos, pero posteriormente visibles que provienen del imperio, y los muertos sus secuelas; el desabastecimiento producto de una economía de guerra, debido a la escalada del imperiosos bloqueo gringo a Cuba, que deviene en una carencia total de alimentos en nosotros y nuestro espíritu. La ausencia de luz la produce una iguana o un especialista que dice saber lo que pasa y solo al saberlo ejecuta un apagón mágico y sentido que nos sumió en otras tinieblas larguísimas, irreconocibles en democracia. Nos han enseñado desde el poder a hacer intangible la realidad, a reírnos de nosotros, de ella. A Bergson le faltó un apartado, en su libro acerca de  la risa, sobre el uso de lo cómico para preservar el poder. Tal vez así hubiera  comprendido y nos hubiera enseñado cómo entender un viceministerio para la felicidad suprema.

Donde Nico y sus secuaces se toman la joda muy en serio es en Fuerte Tiuna. Ahí la distorsión de la realidad se da por la exuberancia cuasi arabesca, de mil noches y una más: palacetes para el pueblo, carritos y sueldos extraordinarios, ausencias de penes y pajaritos, abundancia, una jauja infinita, uniformada, que flota. En esta drogadicción colectiva tal vez la mejor solución sea que todos nos convirtamos por arte de magia y sueño en militares, para que Maduro ya no nos vacile más.

Nota publicada en eluniversal.com