La tardía reacción presidencial ante al escándalo montesinista destapado por Cecilia Valenzuela es más escandaloso que el destape mismo. Me pregunto: ¿Cómo hubieran reaccionado Humala, la izquierda, la Fiscalía y el juez San Martín, si el dueño de la casa protegida por la policía hubiese sido un aprista o un fujimorista?
Seguro que Humala habría condenado de inmediato al hecho, ordenado a sus procuradores que actúen a toda velocidad, y la policía habría intervenido el mismo día la vivienda. Pero no, el presidente recién respondió casi dos días después.
Mientras tanto, nadie del gobierno exigió en voz alta el allanamiento de la casa, la fiscalía avanzó a paso de tortuga y en consecuencia, más de 24 horas después, recién se allanó. Muy tarde, ya todo había sido “limpiado”: El mismo poder que le brindó protección policial a López Meneses le dio tiempo para que desapareciera lo que escondía. Este es otro escándalo mayor.
Pero no solo el silencio presidencial levanta suspicacias sobre el jefe de Estado. También los antecedentes que lo vinculan con Vladimiro Montesinos, desde la jamás investigada llamada telefónica del velero Karisma al cuartel de Locumba el día que se Humala “se alzó” el 2000, hasta las supuestas visitas del asesor presidencial Luis Roy Gates a la base naval del Callao.
Roy lo ha negado, pero si lo que dice fuese cierto ¿por qué entonces no ha denunciado a quien lo acusa, el ex presidente Alan García? ¿Qué teme, que salgan a la luz las pruebas?
El terreno de las suspicacias está igualmente abonado por las sombras que rodean al asesor presidencial Adrián Villafuerte, quien dice que no conoce a López Meneses, algo difícil de creer ya que en los 90’ ambos se movían en las esferas del poder montesinista, el primero como secretario del general César Saucedo y el otro como miembro del cogollo del “Doctor”.
El general PNP (r) Raúl Salazar y el almirante Cueto Aservi se culpan mutuamente de haber facilitado la protección a la casa de López Meneses. Hay que establecer quién miente, pero algo que el ex jefe policial tiene que explicar es por qué nunca la policía verificó si allí vivía en verdad el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas.
Salazar fue defendido contra viento y marea por Humala cuando la opinión pública reclamó su renuncia a la PNP por el escándalo Brujas de Cachiche y el fuerte ascenso de la delincuencia.
La gravedad de los hechos exige una investigación del Congreso – presidida por un la oposición- que aclare las incógnitas: ¿Quién le dio la protección al montesinista, por qué, para qué, a cambio de qué? ¿Informó Salazar al ministro del Interior. Y si lo hizo, informó éste a los otros niveles del gobierno? ¿Qué actividades ha realizado López Meneses durante este gobierno? Su registro de llamadas telefónicas y sus correos electrónicos podría decir mucho.
El fantasma del montesinismo ha regresado por todo lo alto con el riesgo que ello supone para la democracia. No olvidemos que Hugo Chávez le dio refugio a Montesinos y que el proyecto chavista en el Perú es la reelección conyugal. ¿En eso trabaja López Meneses?