Los actuales gobernantes paraguayos y las poderosas organizaciones que agrupan a los productores y exportadores de carne en este país sudamericano están de plácemes. Tras la crisis de años anteriores por brotes de aftosa, autoridades y ganaderos acusan incremento importante en exportaciones de carne, esperanzas de regreso de mercados perdidos y una faena sólo afectada por bajos precios en el exterior y atiborramiento de los silos.
En junio de este año ya se hablaba del importante lugar que ocuparía Paraguay en la lista de grandes exportadores de carne, sobre todo a partir de septiembre, fecha en la cual aspiraba a recuperar la definición internacional de país libre de aftosa mediante vacunación. Sin embargo, volver los ojos hacia el país profundo hace a muchos no compartir la euforia de los grandes empresarios de la carne, quienes admiten el incremento importante de sus ganancias gracias a los buenos negocios.
La bonanza está ausente, evidentemente, en la enorme masa de ciudadanos que, de acuerdo con las estadísticas internacionales e incluso a muchas nacionales independientes, llegan a situar hasta en 25%, por ejemplo, el nivel de desnutrición infantil. Todo el país es calificado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) entre los más mal ubicados en el llamado Mapa del Hambre, elaborado por esa instancia con datos fieles de la realidad social que no pueden esconder los beneficios macroeconómicos disfrutados por una minoría.
Baste decir que mientras sus exportaciones de carne pueden alcanzar este año unos 1.400 millones de dólares y llega a estar detrás de Brasil y Argentina en el llamado Top de los 10 primeros, el cálculo de personas en pobreza extrema supera el millón 300 mil. Esto es sólo parte de estadísticas de organizaciones no gubernamentales que colocan a la nación guaraní con casi un 49% de ciudadanos sufriendo de pobreza, incluidos ese millón 300 mil, los cuales, sencillamente, no tienen nada para comer.
En esos pavorosos números se inserta la situación más impactante de los niños y adolescentes que, en un 25% de su total, sufren el desgaste físico y mental provocado por la desnutrición a causa de la alimentación deficiente y la pobreza. La sicóloga Ana Frachi, de la dirección de Salud Mental, al analizar la grave situación, recordó recientemente que la desnutrición incide en el niño intelectualmente al no poseer un cerebro desarrollado para asimilar los conocimientos académicos.
De esta forma, alertó las afectaciones que produce para el futuro desarrollo de la población paraguaya y del país, sumido en una crisis nutricional imposible de tapar con declaraciones oficiales de hipotética disminución de la pobreza y de la desnutrición infantil.
El hambre creció 8,7% en el último quinquenio
El hambre en Paraguay creció 8,7% en el último quinquenio, según un informe de la FAO. Las estadísticas de esa instancia que incluyen hasta el pasado año 2012 plantean la difícil situación del país en ese sentido, pues tal crecimiento elevó las cifras de hambrientos de 16,8% al 25,5%de la población.
Otro elemento a tomar en consideración a la hora de examinar la situación paraguaya es que un sector apreciable de la población no ingiere las calorías necesarias para mantener su salud convirtiéndose en propicio para contraer enfermedades. Jorge Meza, representante de FAO en el país, precisó recientemente que Paraguay es el país de Sudamérica donde es mayor el hambre porque uno de cada cuatro habitantes la padece.
Los datos señalados y el hecho de que el último censo confiable de población del país plantea la existencia de seis millones 541 mil habitantes, dan como resultado que un millón 635 mil personas padecen hambre en Paraguay. Expertos internacionales y la propia agencia de la ONU reconocen que una ayuda importante para la población rural, la más afectada por la falta de una alimentación mínima, es el desarrollo de la agricultura familiar
El mayor obstáculo actual enfrentado por ese tipo de sustento, según las organizaciones campesinas, es el avance de los cultivos extensivos controlados por los grandes agroexportadores, controladores de la venta al exterior de la soja, el maíz y el algodón. Ellas denunciaron que las familias se ven obligadas a abandonar sus cultivos tradicionales y cada vez más van a unirse a los cinturones de pobreza que aparecen alrededor de las grandes ciudades.
Más del 40% de la población rural paraguaya no solo se encuentra en situación de pobreza, sino también en una crisis alimentaria, dijeron las representaciones de la ONU y la FAO. Un informe global de esas delegaciones divulgado en Asunción en vísperas del Día Internacional de la Mujer Rural y el Día de la Alimentación corroboró la gravísima situación que se vive en el campo paraguayo.
El mencionado análisis planteó, con toda severidad, que en Paraguay una de cada cinco personas no tiene garantizado el acceso a la alimentación diaria, o sea desconoce si tendrá la posibilidad de comer durante la jornada. Eso significa, dentro del cuadro general de la pobreza, que el 22% de la población enfrenta tal inseguridad alimentaria por carecer de la posibilidad de contar con un plato de comida, bien sea para niños, mujeres, ancianos o cualquier poblador rural.
La cuarta parte de la población paraguaya sufre de hambre física por su condición de pobreza extrema, de acuerdo con un estudio hecho por la FAO. El análisis sitúa en un millón 635 mil pobladores el total de personas que no pueden comer regularmente, lo cual significa un crecimiento de 8,7% en relación a estadísticas anteriores de la propia Organización de Naciones Unidas.
Más allá de que los cálculos totales sitúan en casi la mitad de la población el estado de pobreza, la actual cifra se refiere específicamente a la porción de ciudadanos más agudamente afectada. Como parte principal de ella están indígenas y campesinos según surge del reporte de la FAO y ello fue subrayado dramáticamente por una representante indígena en el propio Congreso de la República ante diputados y senadores.
Celsa Mendoza, delegada de una comunidad rural situada en la región oriental del país, planteó muy concretamente que la etnia a la cual pertenece está golpeada fuertemente por el hambre. No hay nada en el campo, ya no hay nada para nosotros, a veces viene el frío, otras veces la sequía, se llevan todo y se hace más difícil conseguir comida, aseguró en su intervención.
Por su parte, Jorge Meza, representante de la instancia de la ONU en Paraguay, puntualizó que el país, a pesar de tener recursos y alta producción de alimentos, la característica es el difícil acceso a ellos de quienes constituyen los sectores más vulnerables. Una de las consecuencias ocasionadas por esta situación es, por supuesto, la desnutrición que afecta especialmente a niños y mujeres de poblaciones rurales por la falta de tierras aptas para la siembra en una nación donde florecen el latifundismo y la deforestación.
Paraguay cayó al lugar 109 de la lista de 111 países que registra el Índice de Desarrollo Humano (IDH), de acuerdo con el informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El mismo documento reconoce que más de 40 países del Sur obtuvieron incrementos en el valor del IDH entre 1990 y 2012, mucho mayores a los pronosticados para ese período, pero Paraguay descendió dos escalones el pasado año.
La nación guaraní ocupa el penúltimo lugar en lo referente a Sudamérica, pues por debajo de ella, en las estadísticas publicadas, sólo se encuentra Guyana. Mejores posiciones tienen Argentina, Chile, Uruguay, Venezuela, Perú, Brasil, Ecuador y Colombia, todos con un índice alto, según el PNUD, colocándose también Bolivia y Surinam por encima de Paraguay.
* Corresponsal de Prensa Latina en Asunción.
Nota publicada en bolpress.com