La violencia en México

Muchísimas páginas, litros de tinta, se han dedicado al tema. Desafortunadamente, la tendencia continuará por mucho tiempo, aunque por supuesto deseo lo contrario. Como mexicano me duele lo que está pasando en el país, una ola de violencia literalmente incontrolable.

Sí, incontrolable, palabra terrible, pero me parece que necesaria para la penosa situación en la que  vivimos. No se ve una vía clara para terminarla. Estamos absolutamente rebasados.

Es triste, muy triste en ver en lo que los mexicanos nos hemos convertido. Esa imagen interna y externa que teníamos de un pueblo bonachón y pacifista ha quedado atrás, en el olvido.

¿En qué momento nos convertimos en lo que somos actualmente? No lo sé, quizás fue un proceso lento, gradual… y desafortunadamente parece que seguirá en ascenso, no quiero ser pesimista, nada me gustaría más que equivocarme.

Lo más grave de todo es la maldad que está reinando, una dantesca, que pareciera inimaginable, ficticia.

Por supuesto que no todos somos criminales, incluso somos más, pero los niveles de violencia, nos obligan a hablar de un país terrorífico.

De ninguna manera estas líneas son una invitación a darnos por vencidos, es un asunto brevemente reflexivo, una intención de intentar darle sentido o lo que parece no tenerlo. De alguna manera este túnel tendrá final, me angustia cuándo veremos la luz.

Me queda claro que estos grupos que han surgido de autodefensa no son la solución, pero comprendo los motivos de su formación, una sociedad desesperada, desamparada, impotente.

Claro que hay que dispersarlos, pero si no se combate al crimen, de nada servirá. La esperanza que quizás muchos depositaron en el actual gobierno federal, poco a poco se va apagando, eso es muy delicado, una sociedad decepcionada difícilmente podrá funcionar.

Mucho se habla de la necesidad de una buena educación, y hay mucho de razón en ello, las aulas deben de inspirar a un amor por México, por sus habitantes; desafortunadamente la labor que actualmente se está llevando a cabo en gran parte de las escuelas mexicanas es paupérrima.

A nosotros los ciudadanos nos queda el ser partícipes de una sociedad que tengan una verdadera cultura legal, que repudie cualquier acto alejado de la ley, a una costumbre de respeto al prójimo, a un fomento de amor por la vida y por el bien común.

Necesitamos terminar de una vez por todas por esas costumbres que van desde “el que no hace trampa no avanza”, del que el más fregón es el que más se “amuela” a los demás, del que vale más el que tiene mayores cosas materiales.

La responsabilidad que se tiene dentro de la familia es indispensable, en la escuela nos pueden educar, pero en casa radica la formación. Urge la defensa de la familia como la más básica, pero también la más importante institución social.

Necesitamos una verdadera revolución moral en todos los sectores de la vida mexicana, todos estamos urgidos de la promoción y práctica de actitudes de hermandad.

Nota publicada en crónica.com.mx