El futuro está adelante

Hay opiniones que da gusto leer, como las de Richard Webb. No sólo por lo bien escritas sino por la postura adoptada frente a la realidad nacional, aquella que se nutre de la interpretación histórica, valora lo que de bueno ocurre y propone lo que debiera ocurrir si realmente nos lo propusiéramos, como le gustaba sugerir a don Jorge Basadre.

El crecimiento económico de las dos últimas décadas, el despegue de la economía rural, el fenómeno de las pymes, una industria microfinanciera eficiente y la descentralización del último decenio son para Webb señales de un país que va cambiando y que lo hará aún más. El listado de lo que nos falta hacer es nutrido y en él -como se recoge de la opinión nacional- se reclama un enfrentamiento profundo contra la inseguridad ciudadana y la corrupción, así como un mayor empeño por mejorar nuestra educación.

Parte de esa agenda debiera dedicarse a cuidarnos del peligro de la autocomplacencia, pero ello no significa tampoco integrarse al bando de  algunos analistas de la sociedad, viejos corifeos de tragedias que ellos exaltan, para quienes todo estuvo mal hecho o es sospechoso de engaño. Tal vez estemos de nuevo en la tensión optimismo / pesimismo, o del vaso medio lleno frente al medio vacío. En todo caso es saludable que valoremos mejor lo que hemos avanzado en vez de quejarnos por lo que falta recorrer.

Tenemos nuevos Primer Ministro y dos titulares en carteras estratégicas [confiemos en que haya más cambios]. Se aproxima nueva CADE y hay en ella un espíritu renovador que la hace muy atractiva. Y si desde arriba falta liderazgo, el ímpetu deberá venir desde abajo. El futuro se construye.