La mudez tiene cura

El mismo ministro de Defensa que puso las manos a la espalda, miró al techo y silbó bajito durante la crisis originada por la prodigalidad gubernativa en la custodia policial a Óscar López Meneses, recuperó súbitamente los reflejos y el habla. ¿Lo hizo para explicar el inexplicable papel jugado por el almirante José Cueto en este desaguisado? No. ¿Tal vez para dar las razones que justifican descargar sin más todas las responsabilidades sobre los hombros de la Policía Nacional? Tampoco. ¿Quizás para anunciar que una investigación imparcial permitirá saber qué es lo que hacían los marinos que frecuentaban el condominio de la calle Libres de Trujillo? Mucho menos.

Su estruendoso silencio fue roto únicamente para jugar el viejo juego de denunciar a quienes lo denuncian y de cuestionar a quienes lo cuestionan. Un recurso manido que fue practicado con intensidad digna de mejor causa durante el fujimorismo y que él, supuesto demócrata, decide reponer sin éxito en la escena nacional. «Me llama mucho la atención que el ex presidente (Alan) García, que ha ocupado el cargo en dos ocasiones, temerariamente haya señalado que hemos gastado US$ 2.300 millones en compra de armas», dijo con aires de virgen manoseada.

A renglón seguido, se preguntó a sí mismo ante la prensa: «¿Cuánto hemos gastado?». La exactitud de su respuesta hubiera hecho palidecer de envidia a Emmy Noether, la más grande matemática de la historia: «Está en el presupuesto de la República. Los montos de asignación de los presupuestos de la República son de dominio público. Y la mayor parte no son para compra de armas, sino para pago de planillas y pensiones. Entonces, ¿con qué propósito hizo esas declaraciones el señor García? ¿A quién beneficia esa clase de declaraciones? Por eso pido seriedad en el debate.»
 
La cosa no quedó allí. Los cuestionamientos a su obsesión coreana en las compras militares fueron replicados con la misma inconmensurable exactitud de su respuesta anterior: « Qué mayor transparencia. Durante el gobierno de Alan García, ¿la prensa ha tenido la oportunidad de hacer una visita como esta? Quiero que me juzguen por mis hechos, no por las antipatías políticas. Desde que asumí el Ministerio ha habido esta oposición. No a Pedro Cateriano, sino al Ministerio de Defensa. En una circunstancia política compleja, tanto nacional como internacionalmente. La historia juzgará esta actitud de los apristas y fujimoristas.»

Cegado por el entusiasmo, lanzó una de las frases que serán mejor recordadas en el 2016: «Además solicito que evalúen el pasado y la trayectoria de una persona. A diferencia del señor Alan García, que en su gobierno estuvo metido en escándalos de corrupción de compra de armamento, a este gobierno no se le puede probar ningún acto de corrupción. Y repito: hay casos en los que el señor García pretende presentarse como el moralizador. Pero creo que es la persona menos calificada».

Las expresiones de Cateriano, quien seguramente será ascendido al grado de Rateriano después de su paso por el Ministerio de Defensa, son concluyentes. No proclama su inocencia, asegura que nunca podrán probarle nada. Ni a él ni a la pareja presidencial que lo empleó. Asimismo, rotula con marcador grueso a quienes critican su gestión. No hay término medio: O son ladrones o son traidores. ¿Qué curiosa es la forma en que, una vez en el poder, todos acaban por parecerse a Montesinos, no? Así que no estaría de más recordarles dónde acabó ese santo varón…