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Sábado 07 de diciembre 2013

Nelson Mandela, por toda la eternidad

Por: Julio Morejón y Fausto Triana *
Nelson Mandela, por toda la eternidad
Foto: news.com.au

La Habana y Pretoria (PL).- Tras una larga jornada de angustia, Sudáfrica enfrenta ahora el suceso más doloroso, sin dudas, de los últimos años: la muerte de su más eminente líder, el ex presidente Nelson Mandela. Acosado por una enfermedad pulmonar, agravada por el deterioro de 27 años de cárcel racista, el abogado y creador del brazo armado del Congreso Nacional Africano (ANC), el Umkhonto We Sizwe, combatió y venció una vez más.

Reseña biográfica de Nelson Mandela

El niño Rolihlahla Mandela nació en el seno del clan Madiba en Mvezo, Transkei (sureste de Sudáfrica), el 18 de julio de 1918, y fueron sus progenitores Nonqaphi Nosekeni y Nkosi Mphakanyiswa Gadla Mandela, consejero principal del rey interino del pueblo Thembu, Jongintaba Dalindyebo.

Cuando Rolihlahla aún era adolescente perdió a su padre, y fue acogido como un hijo por el jerarca Jongintaba en el Gran Palacio de Mqhekezweni, donde escuchó historias sobre los valientes antepasados Thembu que combatieron en las guerras de resistencia, y también soñó hacer su propia contribución a la libertad de su pueblo.

Rolihlahla Mandela asistió a la escuela primaria en la localidad de Qunu, y de su profesora, la señorita Mdingane, recibió el nombre de Nelson, para cumplir con una costumbre de la época de dar a todos los niños en edad escolar nombres cristianos.

Nelson Mandela completó su colegio primario en el Clarkebury Boarding Institute y después se matriculó en Healdtown, una escuela secundaria metodista de cierta reputación pedagógica. Por el año 1937, Mandela comenzó sus estudios de Licenciatura en Artes en la Universidad de Fort Hare (Alice, provincia de Eastern Cape), donde cursaron carreras superiores Oliver Tambo, Julius Nyerere, Robert Mugabe, Chris Hani, Desmond Tutu y Kenneth Kaunda.

Pero Mandela no completó los grados requeridos ya que fue expulsado por unirse a una protesta estudiantil. Varios años más tarde, completó una licenciatura en Witwatersrand. En 1941 se trasladó a Johannesburgo, donde trabajó durante un tiempo como oficial de seguridad en minas. En esos años conoció al entonces agente inmobiliario Walter (Max Ulyate) Sisulu, con posterioridad activista antiapartheid quien durante 25 años también cumplió condena en Robben Island.

En esa época Mandela intentó sin éxito proseguir estudios universitarios para una Licenciatura en Derecho, pero no fue hasta 1989 -en los últimos meses de su encarcelamiento- cuando obtuvo un diplomado en esta especialidad de la Universidad de Sudáfrica. Mientras tanto, el joven Thembu del clan Madiba estaba cada vez más involucrado en asuntos políticos.

En 1944 se unió al Congreso Nacional Africano (CNA) y ayudó a formar la Liga Juvenil de la organización creada en 1912. Ese mismo año contrajo matrimonio con la prima de Walter Sisulu, la enfermera Evelyn Mase, con la que tuvo cuatro hijos, se separaron en 1955 y firmaron el divorcio en 1958.

En 1952, Mandela resultó electo jefe Nacional de la Campaña del Desafío, una iniciativa conjunta del CNA y el Congreso Indio de Sudáfrica para implementar un programa radical de desobediencia civil contra leyes estatales injustas. Junto a otros 19 activistas fue acusado en virtud de la Ley de Supresión del Comunismo y condenado a nueve meses de trabajos forzados.

Al siguiente año Mandela y Oliver Tambo fundaron la primera firma de abogados negros de Sudáfrica: Mandela & Tambo. El 5 de diciembre de 1955 la policía del régimen segregacionista arrestó nuevamente a Mandela y lo llevó a juicio con cargos de traición, sin embargo fue absuelto junto con otros 27 compañeros.

El 14 de junio de 1958 se casó con la trabajadora social Winnie Madikizela. La pareja tuvo dos hijas, Zenani y Zindziswa, y no se divorciaron hasta 1996. El 21 de marzo de 1960 ocurre la Matanza de Sharpeville, hecho perpetrado por las fuerzas del orden público que conlleva al primer estado de emergencia en el país y también a la prohibición del CNA y del Congreso Panafricanista.

Mandela sugiere una Convención Nacional No Racial, pasa a la clandestinidad y comienza a planificar una huelga nacional o una movilización masiva que haga frente a la seguridad del Estado. En junio de 1961 se le pidió dirigir la lucha armada y ayudó a establecer el grupo Umkhonto Wesizwe (Lanza de la Nación).

El 11 de enero de 1962 con el nombre adoptado de David Motsamayi, Nelson Mandela salió de Sudáfrica en secreto, viajó por varios países africanos y llegó hasta Europa para pedir respaldo a las luchas de liberación de su pueblo. Recibió entrenamiento militar en Marruecos y Etiopía y cuando regresó a Sudáfrica fue detenido en un retén policial cerca de KwaZulu-Natal, en el sureste.

Se le acusó entonces de abandonar el país de manera ilegal y de incitar a los trabajadores a la huelga. Fue declarado culpable y sentenciado a cinco años de prisión, pena que comenzó a cumplir en la penitenciaria Pretoria Local Prison.

En mayo de 1963 fue trasladado a Robben Island. En esos meses la policía allanó un escondite secreto utilizado por el CNA y el Partido Comunista y varios de los compañeros de Mandela fueron detenidos. En octubre de 1963, Mandela y otras nueve personas fueron enjuiciadas con cargos de sabotaje en lo que posteriormente se conoció como el Proceso de Rivonia.

Enfrentado a una casi segura sentencia de muerte, sus palabras ante la corte quedaron inmortalizadas para la historia política de África. “He luchado contra la dominación blanca, y he peleado contra la dominación negra. He buscado el ideal de una sociedad democrática y libre, en la que todas las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal que espero vivir para ver, pero si es necesario, es un ideal por el cual estoy dispuesto a morir”.

El 11 de junio de 1964 Nelson Mandela y otros siete acusados (Walter Sisulu, Ahmed Kathrada, Govan Mbeki, Raymond Mhlaba, Denis Goldberg, Elias Motsoaledi y Andrew Mlangeni) fueron condenados a cadena perpetua. Goldberg, que era blanco, fue enviado a una prisión en Pretoria. Los otros convictos fueron internados en Robben Island, una cárcel donde no permitían el acceso de niños, con la intención de destruir psicológicamente a los reclusos.

La madre de Nelson Mandela murió en 1968 y su hijo mayor, Thembi, en 1969. No se le permitió asistir a los funerales. El 31 de marzo de 1982, Mandela fue trasladado a la prisión de Pollsmoor, en Ciudad del Cabo, junto con Sisulu, Mhlaba y Mlangeni. Kathrada se unió a ellos en octubre.

Cuando regresó a la prisión en noviembre de 1985, tras una cirugía de próstata y después que el entonces ministro de Justicia Kobie Coetsee lo fue a visitar al hospital, le fue otorgado el privilegio de una celda para él solo. Más tarde, Mandela inició conversaciones en pos de una eventual reunión entre oficiales del gobierno del apartheid y delegados del CNA.

En 1988 fue atendido por tuberculosis y el 7 de diciembre de ese año trasladado a cárcel de menor seguridad en la localidad de Paarl. Fue liberado el domingo 11 de febrero de 1990, nueve días después del levantamiento de la proscripción contra el CNA y casi cuatro meses después de la liberación de sus otros compañeros en el Proceso de Rivonia.

A lo largo de su encarcelamiento había rechazado al menos tres ofertas condicionales de liberación. En 1993, él y el presidente Frederick de Klerk ganaron el Premio Nobel de la Paz y el 27 de abril de 1994 Nelson Mandela, un negro sudafricano, votó por primera vez en su vida en unos comicios generales.

El 10 de mayo de 1994 fue ratificado como el primer presidente democráticamente elegido de Sudáfrica. A sus 80 años, en 1998, se casó con Graça Machel, su tercera esposa.

Nelson Mandela se retiró en 1999 después de un solo período como presidente, pero continuó trabajando con el Fondo Mandela Para la Infancia, creado en 1995 y estableció además las fundaciones Nelson Mandela y la Fundación Mandela Rodas.

Falleció a los 95 años de edad en la medianoche del jueves 5 de diciembre en su residencia de Houghton, Johannesburgo, rodeado de numerosos familiares, amigos, colegas de trabajo y compañeros de lucha de toda su vida.

 “La muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que él considera como su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz. Creo que he hecho ese esfuerzo y que, por lo tanto, dormiré por toda la eternidad”, expresó con magna lucidez.

Nació en Mvezo, Umtata, provincia del Cabo Oriental, el 18 de julio de 1918 en el seno de la comunidad Xhosa, en la cual Mandela poseía un rango nobiliario, que obviaría para encarnar la figura del luchador progresista. El ex presidente fue de esos hombres que emergieron para construir grandes cosas en un espacio político que tres décadas después de esa fecha sufriría la gran irracionalidad racista del sistema del apartheid.

De muchacho, estudió en una misión metodista y en el Clarkebury Boarding Institute de Engcobo, en la secundaria en la Healdtown Methodist Boarding School de Fort Beaufort. Fue su profesora de primaria una misionera británica, quien le nombró Nelson, aunque su anterior patronímico completo era Rolihlahla Dalibhunga Mandela.

En 1939 fue a la ciudad de Alice para titularse en Derecho en el Fort Hare University College, reservado a educandos no blancos, y donde conoció a Oliver Tambo, quien desde entonces sería su gran amigo y compañero de luchas. Pero fue en Johannesburgo, entonces provincia de Transvaal, donde Mandela se insertó con fuerza en el activismo político, cuando en 1943 se unió al Congreso Nacional Africano (ANC).

Esa organización era abanderada del nacionalismo negro fundado en 1912 y allí se relacionó con Walter Sisulu, otro insigne luchador por la igualdad social. Mandela, Sisulu, Tambo y otros militantes, liderados por el intelectual Anton Lembede, trabajaron por la transformación del ANC, que hasta entonces expresaba sus demandas en el marco parlamentario. El cambio pretendía formar un “movimiento de masas con un programa de exigencias más firmes ante el gobierno racista sudafricano”.

En septiembre de 1944, ellos echaron a andar la Liga de la Juventud del Congreso Nacional Africano (Ancly), de la cual Nelson Mandela fue electo secretario tres años después. Con la victoria electoral del Partido Nacional (NP) en 1948 y el inicio formal por la minoría blanca afrikáner del sistema de segregación racial o apartheid, las perspectivas del ANC fueron hacia la clandestinidad.

Las vías del ejercicio político legal se fueron cerrando, no obstante aún el Congreso Nacional Africano privilegiaba la lucha por medios pacíficos, inspirado en el estilo de la minoría india y los sindicatos mineros negros. Su proyecto contemplaba “el llamamiento político a la huelga general, la desobediencia civil, la no cooperación y otros instrumentos de resistencia no violenta”, de acuerdo con una versión biográfica de Roberto Ortiz de Zárate en el sitio digital Cidob, acerca de la trayectoria de Madiba -como cariñosamente se identificaba a Mandela.

Sin embargo, algunos ya percibían los cambios de métodos como una necesidad ante la realidad histórica que se les venía encima, aunque todavía comprometidos psicológicamente con el modo tradicional de exigir mejoras sociales. Bajo el apartheid, la libertad era un derecho secuestrado muy difícil de alcanzar sólo con demandas pacíficas, pues el sistema estaba configurado moral y físicamente para rechazar toda opción de pluralismo social real. A ello se unía que en lo económico se basaba en la explotación de la población negra.

En 1950, Mandela fue promovido a miembro del Comité Ejecutivo Nacional (NEC) del ANC y, en 1951, a presidente de la Liga Juvenil. Ya la madurez política de líder incorporaba la necesidad de formar un frente multirracial que incluyera a otros grupos de la resistencia, como los comunistas, para enfrentar al apartheid y su dictadura.

Para trasponer esos límites que debilitaban la cohesión, se creó la Alianza del Congreso. Un año después, el ANC le encomendó la tarea de divulgar la Campaña de Desafío a las Leyes Injustas, vasta movilización de las masas que Mandela guió con la consigna de evitar actos de represalias violentas del régimen.

Mandela resultó detenido en julio y procesado bajo la acusación de violar la Ley de Supresión del Comunismo, juzgado y finalmente condenado en diciembre a una pena de nueve meses de prisión con trabajos forzados. Tal sentencia quedó en suspenso por dos años “a cambio de la prohibición de participar en actos públicos y ejercer cargos políticos, y de un confinamiento en Johannesburgo por espacio de seis meses”, añade Ortiz de Zárate. (1)

Un momento de suma importancia se evidenció en el país con la adopción de la Carta de la Libertad, aprobada por el Congreso del Pueblo, en la ciudad de Kliptown, el 26 de junio de 1955. Esa decisión indicó el camino a seguir por los hombres más progresistas de su momento. Los historiadores hacen énfasis en que ese documento plasmó la necesidad de concretar “un Estado multirracial, igualitario y democrático, una reforma agraria y una política de justicia social en el reparto de la riqueza”.

Ese programa avanzado marcó el resto de la fructífera existencia de Madiba como combatiente, militante y líder nacional, un acto que, ante todo, respaldaba el criterio de que “Todos serán iguales ante la ley”. “Los verdaderos líderes deben estar dispuestos a sacrificarlo todo por la libertad de su pueblo”, y así lo hizo a partir de los años 60, cuando creó la guerrilla de la Lanza de la Nación.

En marzo de 1960, tras la Masacre de Sharpeville, el Congreso Nacional Africano, el Partido Comunista y el Congreso Panafricano (PAC) integran el movimiento de resistencia contra el régimen sudafricano. Ese año, el ANC fue declarado ilegal y luego, sus principales jefes encarcelados y juzgados en el llamado Proceso de Rivonia de 1964, en el cual fueron sentenciados Mandela, Walter Sisulu, Goban Mbeki, Ahmed Kathrada, Raymond Mhlaba, Elbas Mosoaledi, Andrea Lilangeni, Dennis Golberg y otros.

Durante los años siguientes, el prisionero 466/64 se convirtió en el principal símbolo de la resistencia de la comunidad negra sudafricana y de la conciencia de toda esa nación. Así, Nelson Mandela ganó la solidaridad internacional y marcó moralmente el deterioro de un sistema en descrédito que le acusaba de extremista dispuesto a aniquilar a los blancos.

Fue en Robben Island donde Mandela permaneció 18 de sus 27 años en presidio. En marzo de 1982 resultó transferido a la prisión de Pollsmoor, con otros altos jefes del ANC: Sisulu, Andrew Mlangeni, Kathrada y Mhlaba. En 1988, fue enviado a la prisión Víctor Verster, donde permaneció hasta 1990. El abogado y político fue el primer presidente electo en la Sudáfrica democrática en 1994; un año antes, el eterno luchador había recibido el Premio Nobel de la Paz.

El primer presidente negro de Sudáfrica

El 9 de mayo de 1994 la historia de Sudáfrica dio un vuelco con la investidura del líder-símbolo antiapartheid Nelson Mandela como primer presidente negro de ese Estado. Su nombramiento por la Asamblea Nacional constituyó el suceso de mayor envergadura en el siglo XX de ese país, al iniciarse un largo proceso de cambios y transformaciones para la inmensa población oprimida, que vio en él la esperanza de una nueva vida para salir de la extrema postración social y económica.

Tortuoso fue el camino para llegar hasta allí, en el que Mandela demostró su capacidad de aglutinador, mediador, y su larga visión política para poder congeniar una amalgama de contradicciones que dieran paso a una sociedad multirracial. En sus cinco años de gobierno (1994-1999) el sistema político sudafricano funcionó con resultados palpables en áreas como relaciones internacionales, democracia parlamentaria, poder judicial independiente y un marco jurídico avalado por una Constitución considerada de progresista.

Sin contar con que Mandela redujo a la extrema derecha racista a la mínima expresión, con una dialéctica de reconciliación nacional, pero dando participación a ciertos sectores de las élites blancas. Durante su período de mandato apostó por políticas públicas que hicieran posible una mejor distribución de la renta nacional y la reducción de las abismales diferencias sociales y económicas entre las razas.

Disposiciones como la Ley de Equidad en los Empleos fueron aprobadas para favorecer a la mayoría negra. Si bien hubo avances, el propio partido de gobierno, el Congreso Nacional Africano, admitió que la mayoría negra había tomado el poder político, pero la sociedad continuaba dividida con sectores vitales como la Policía, las Fuerzas Armadas y la judicatura en manos de los blancos.

Un paso importante en busca de la unidad y la reparación histórica lo constituyó la firma de un decreto-ley en julio de 1995, el cual dio lugar a la Comisión de la Verdad y Reconciliación (TRC), que tuvo el propósito de esclarecer las masivas violaciones de los derechos humanos durante el apartheid. “Nadie puede negar que algunas personas murieron en nuestros campos, y eso es lo que la TRC ha dicho”, dijo Mandela, premio Nobel de la Paz en 1993, al referirse a los resultados de la Comisión, que aceptó de manera íntegra.

La llegada de Madiba al poder atrajo la atención mundial y con ello comenzó un proceso que terminó por romper los estigmas internacionales que pesaban sobre el país. Fue así como Sudáfrica regresó a organizaciones que vetaron su participación en sus foros como Naciones Unidas, la Unión Africana, el Movimiento de Países No Alineados, la Comunidad de Desarrollo de África del Sur y la Commonwealth.

El líder histórico sudafricano desempeñó un rol preponderante en su período de mandato y posterior a su salida del Gobierno como mediador dentro y fuera de su país, que ensalzaron aún más su estatura política y autoridad moral y prestigio. Por su destacada obra de vida, Nelson Mandela recibió más de 200 premios y reconocimientos como el Nobel, el Lenin de la Paz, Unesco y Gandhi de la Paz, entre muchos otros entregados por universidades, gobiernos y organizaciones de todas partes del mundo.

Tres meses con Nelson Mandela

Tres meses bajo la aureola de Nelson Mandela constituyen un privilegio inolvidable, ahora que el mundo llora la desaparición física del primer presidente negro de Sudáfrica. Especialmente en julio último, cuando Madiba cumplió 95 años el día 18, la intensidad de informaciones sobre la trayectoria intachable del luchador antiapartheid junto a emotivos homenajes, marcaron la cobertura del periodista Fausto Triana en Sudáfrica.

Aunque luego las noticias se dieron de forma intermitente, conocer Pretoria, Johannesburgo y Sudáfrica en general fue una suerte de clase magistral en torno a la mística y bondad del hombre que pasó 27 años de prisión. En el Museo del Apartheid de Johannesburgo, próximo al emblemático barrio de Soweto, una parte del recinto está dedicado a Mandela. Allí se puede ver una entrevista cuando andaba clandestino a inicios de la década de 1960.

Hay espacio para todos en Sudáfrica, somos un gran territorio en el que caben y pueden convivir negros, blancos, mestizos y de todas las razas, anticipaba entonces su concepto de Nación Arcoiris. Tal vez por el símbolo y también en virtud de su resistencia a las infrahumanas condiciones carcelarias durante casi tres décadas, Tata, como también lo llamaban afectuosamente, despierta hoy un sentimiento casi unánime de admiración y respeto universal.

Si no soy capaz de cambiar, no tengo moral para exigirle a los demás que cambien para lograr un país mejor, comentaba en una ocasión Mandela. La gran cruzada de su vida fue acabar con la discriminación racial y las asimetrías sociales de su Patria, pero no logró completar sus sueños si bien abrió un camino predicando siempre con el ejemplo.

Una visita a su muy austera casa de Soweto lo coloca en un pedestal aun más elevado. Entre fotos y recuerdos, muchos con su ex esposa Winnie, aparece el detalle de una imagen sonriente al lado del líder de la Revolución cubana Fidel Castro. Sus 27 años de cárcel, 18 de ellos en una estrecha celda de Robben Island, lo obligaron a cambiar los tiempos de su vida.

Vibró de júbilo en las celebraciones de los aniversarios 70, 80 y 90 y pese a los golpes de la vida, gozaba de excelente humor y se mostraba como un fanático furibundo del baile, la música, la poesía y los deportes. En Pretoria aprendí a conocer de primera mano que las manifestaciones de cariño y aprecio llegaban asimismo a buena parte de las familias blancas de los afrikáners. “Hubiésemos querido a un Mandela eterno...”, me confesó un hotelero.

Vi en televisión a la escultural Charlize Theron (Oscar por Monster) derramar un par de lágrimas al hablar emocionada de Madiba, para después reír recordando las bromas del mandatario de 1994 a 1999. No soy un santo, pero amo demasiado a mi pueblo como para defraudarlo, declaró en una ocasión. Amo de su destino, capitán de su alma.

Nota 1: El sitio en Internet WikiLeaks divulgó un artículo publicado en 1990 por el diario estadounidense The New York Times, el cual revelaba entonces la participación de la CIA en el arresto del líder sudafricano. Mandela fue blanco de la Agencia Central de Inteligencia, señaló el material de archivo que reseña cómo un alto oficial de esa dependencia notificó la noticia de su detención en agosto de 1962. Mediante un agente infiltrado en el Congreso Nacional Africano, la agencia ayudó a los servicios de inteligencia sudafricanos a detener a Mandela. Un ex funcionario sudafricano, Gerard Ludi, relató que el oficial CIA entró en su oficina y le dijo que habían entregado a Mandela al departamento de Seguridad de Sudáfrica. "Les dimos todos los detalles incluyendo la ropa que llevaría, la hora y el lugar dónde estaría (Mandela)", le informaron a Ludi.

* Morejón es jefe de la redacción África y Medio Oriente y Triana, periodista de Prensa Latina.

Nota publicada en bolpress.com

 

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