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Martes 10 de diciembre 2013

¿Históricos o a-históricos? ¡Tú decides!

Por: Guillermo Vidalón del Pino
¿Históricos o a-históricos? ¡Tú decides!
Foto: Difusión


Guillermo Vidalón del Pino, autor de estas líneas


A lo largo de la historia, la humanidad atraviesa por un proceso de afirmación y liberación personal, desde el escenario gregario y colectivo que lo protegía del medio en que se desenvolvía hasta aquel en que cada quien es el creador de su propio destino.
 
El hombre primitivo debía actuar en grupo para cazar, el objetivo era proveerse alimento, aún a costa del sacrificio de alguno de los miembros del grupo. Cuando la civilización avanza, el sacrificio humano pasa a formar parte del culto religioso, hay que calmar las iras de los Apus decían nuestros antepasados y la doncella “Juanita” fue ofrecida a los dioses de entonces.  El razonamiento siempre fue el mismo, el sacrificio de alguien o algo que se estima preciado, y por tanto es capaz de ser ofrendado.  Se esperaba que los dioses valorasen la inmolación y decidiesen brindar nuevamente su protección al grupo.
 
La invención de la agricultura hizo que la alimentación no dependa más del ciclo natural de las plantas.- Desde que las semillas fueron clasificadas, nos fuimos liberando de la naturaleza para empezar a servirnos de ella, la convertimos en objeto de estudio y nos autocalificamos como investigadores-observadores de los procesos evolutivos para ver en qué medida podríamos lograr algún provecho en todo aquello que resultaba inexplorado.
 
La respuesta ante lo desconocido o ante aquello que aún nos resultaba difícil de interpretar fue la elucubración del misterio, la elaboración del misticismo, la divinidad por doquier; por eso fuimos panteístas y, como reflejo de nuestras sociedades primigenias, las jerarquizamos. El Dios Sol, el Inti, ocupó la primera posición en la pirámide de las divinidades, todos aquellos que pudiesen resultar más fuertes que la persona humana debían ser un ser superior, el puma, el otorongo, el jaguar y así sucesivamente.
 
Con el trascurrir de los años, el conocimiento fue desbancando a algunas divinidades, las cuales fueron desplazadas progresivamente.  La persona humana se hizo más fuerte que las divinidades previas, ahora tenía las herramientas capaces de atemorizar a todo ser que lo atemorizó en el pasado.
 
No obstante, el transcurrir del panteísmo al monoteísmo no implica una sucesión determinista en la cual alguien podría anunciar fácilmente la muerte de Dios.  La humanidad requiere de una imagen de perfección que actúe sobre ella como fuerza motivadora, como potencia impulsora, como el “motor inmóvil, causa primera de todas las cosas”, como expresaba Santo Tomás de Aquino, aunque el primer motor inmóvil fue descrito por el filósofo griego Aristóteles (384 a.C. al 322 a. C.).
 
El camino de la humanidad es el de hacerse cada día más “Imagen de Dios”, sea que él exista más allá de la persona humana o que sea una invención de la humanidad.  En uno u otro caso es legítima la necesidad de creer en él, como legítima la convicción de su existencia para conseguir nuevas metas en la ruta de ascenso y, por lo tanto, de liberación de la ignorancia por la motivación que representa el conocimiento per se o, de la liberación del pecado en el proceso de acercamiento a Dios.
 
La conciencia plena de que la generación del conocimiento depende más de un esfuerzo personal, de una disciplina, de un método de estudio y, además, de un líder que motive, oriente, conduzca a logros superiores, lo cual va dejando de lado las opciones que plantean acciones de masas en las que segmentan la sociedad en “buenos versus malos”, en “egoístas versus solidarios”.
 
Si alguna división aún está vigente en el mundo es la de quienes siguen la tendencia de la historia, la de la afirmación y empoderamiento de la persona a través del conocimiento; y, por otro lado, los a-históricos, quienes se anclan al pasado del colectivo porque sin éste pierden vigencia y razón de ser.
 
El Perú emprendedor es el que acciona en el hoy para hallar respuestas concretas a sus expectativas.  A diferencia de los colectivistas (quienes se afirmaban, dependían y se beneficiaban y benefician de “la masa”), el emprendedor ve en la masa a consumidores y en la tendencia de la conducta de masas, una oportunidad. ¿Aquello puede o debe ser calificado de negativo? Definitivamente no.
 
En los próximos doce años, la revolución del conocimiento implicará la afirmación de la persona humana como individuo, “Soy capaz de hacerlo”, más allá de las estructuras formales e institucionales de generación del conocimiento.  Antes, alcanzar un grado universitario era casi garantía de una posición privilegiada en la sociedad, en la medida que el acceso al conocimiento era restringido.  En la actualidad, es todo lo contrario, hay abundancia de información, pero lo que prima es el desarrollo del criterio para la toma de la decisión adecuada.  Por consiguiente, el desafío de la educación del presente y el futuro no seguirá siendo “que tanto más datos sabes”, sino “que tanta más información eres capaz de procesar para formar un criterio.”
 
El educador de hoy debe enseñar a pensar y a aprender (porque aprender es un proceso continuo), a reflexionar, a confrontar a sus educandos con la toma de decisiones y que asuman la responsabilidad de las mismas.  El enseñar que la culpa es del otro, del colectivo sin rostro al cual denominan “sistema”, es eludir la responsabilidad que le compete a cada uno en su proceso de autoafirmación, de liberación.  No permitamos que nuestros niños y jóvenes sean mal formados o formados con mediocridad. La ideología colectivista no puede exonerarse de responsabilidad en el último lugar alcanzado en las pruebas PISA acerca del nivel educativo de los educandos peruanos en comprensión de lectura, matemáticas y ciencias.    
 
Sin una mejora sustancial en la calidad de la enseñanza, que haga despegar la potencialidad de las individualidades, el ascenso hacia una mejor calidad de vida seguirá siendo un anhelo inalcanzable. La pobreza es una circunstancia que hay que superar y no representa determinismo alguno; afortunadamente, hemos empezado a vencerla porque entendimos tras décadas de fracasos que la apuesta del Estado responsable de todo y de todos no era más que una utopía irrealizable.
 
Que los próximos años sean de avance y no de empantanamiento, no permitamos que los a-históricos y su retórica colectiva reediten un nuevo fracaso privando a los niños y jóvenes de su libre emprendimiento, de su libre iniciativa y del libre albedrío que también les prodigó la divinidad.
 
Muchas gracias por leerme. Se autoriza su reproducción (siempre que se respete la autoría del mismo) para que más peruanos seamos conscientes de la importancia de la minería en el proceso de desarrollo y generación de bienestar en el Perú.

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