Venezuela: lecciones del 2013

Un año más que finaliza, y como todos, único e irrepetible. Año turbulento, además, para nuestra querida Venezuela, en el cual muchas cosas he aprendido.

Aprendí que para opinar en tiempos de intolerancia hay que saber asimilar de igual forma los aplausos y los insultos.

Asimismo aprendí que se debe escuchar con humildad las críticas y aprender, de la misma forma que se debe responder con respeto al que insulta, y enseñar.

Aprendí que a los líderes carentes de ideas solo les queda inventar enemigos para justificar su presencia.

Al ver ciudadanos enfrentarse sin darse cuenta de que decían exactamente lo mismo, aprendí que la política convierte a las ideologías en un fin en sí mismo, y no en un medio para un propósito.

Aprendí que un gobierno impositivo, sin importar sus intenciones, pierde toda validez, porque la gloria de un país se debe construir sobre la base de la libertad de sus ciudadanos, y no a costa de ella.

Aprendí también que en Venezuela, los discursos ideológicos valen menos que un TV o un pantalón, porque un remate obligado convierte a los socialistas en consumistas y a los opositores en oportunistas.

Aprendí que el silencio por miedo es la peor cárcel, y se puede meter a todo un pueblo en ella.

Aprendí que hay que plantear la justicia social, como virtud, por la unión del pueblo, antes de que venga otro y la imponga como venganza, y lo divida.

También aprendí, entre muchas otras cosas, que se puede luchar en voz baja, y que se puede luchar sonriendo. Así que con ánimo renovado, le deseo feliz Navidad y un próspero y fructífero año nuevo 2014 a toda mi amada Venezuela.

Nota publicada en eluniversal.com