Jueves 02 de mayo 2024 | Contáctenos
Una suma de hechos políticos registrados en los últimos meses resulta preocupante y alarmante para el futuro de nuestra democracia si uno los aprecia en conjunto.
El año pasado, el gobierno aprobó un reglamento de ley que asegura que los compañeros de promoción del coronel Adrián Villafuerte y del comandante Ollanta Humala se queden en los más altos mandos del Ejército hasta el 2016 y un poco más.
El Decreto Supremo 009-2013-DE amplió a 40 años de servicios el tiempo límite para que los oficiales pasen al retiro, y permite extender hasta tres años el ejercicio del cargo del jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y el de comandante general de cada una de las armas. Hasta el año pasado, los oficiales pasaban al retiro a los 38 años de servicio y los puestos de comandantes generales y de jefe del CCFFAA se ejercían solo dos años.
En consecuencia, el actual jefe del CCFFAA, general Leonel Cabrera, compañero de promoción de Humala, podrá quedarse en el puesto hasta el 2016. Y también podrá quedarse hasta ese año el jefe del Ejército, general Ricardo Moncada, compañero de promoción de Villafuerte. Un gobierno respetuoso de la institucionalidad no habría modificado la ley solo para que personas allegadas a él ejerzan los mandos.
¿Por qué este empeño? Una explicación sería tener más injerencia en las compras militares, que siempre son millonarias; otra sería prevenir un golpe militar, algo absurdo a estas alturas. Más probable sería un autogolpe, dados los antecedentes de Humala, pero éste carece del apoyo popular que necesitaría para emprender semejante aventura.
Una tercera explicación sería asegurar el apoyo logístico del “partido verde” para los comicios del 2016. Ésta es más creíble a la luz de otros hechos como el fallido intento de colocar a un primo de Nadine Heredia como delegado del Ministerio Público en el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), el intento en curso para que los delegados de las universidades en el JNE sean designados con injerencia del gobierno, y la designación de Nadine Heredia como jefa del Partido Nacionalista, cargo en el que se estrenó con un perfil nítido de virtual candidata.
Si a ello sumamos la actitud belicosa de Humala y de su partido contra la oposición, el veto político contra Alan García, el blindaje parlamentario a Alejandro Toledo, y la campaña contra la libertad de prensa con el pretexto de una inexistente “concentración de medios”, es evidente que todo en conjunto apunta en una sola dirección: La reelección conyugal.
El política, señores, no existen las coincidencias. A defender la democracia.
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