¿Seremos chavistas hasta el 2021?

Hay dos ideas que en mi opinión activarán la transición política que nos espera: el carácter cíclico de nuestra historia política y las crisis económicas como detonantes de cambios.

La primera es una tesis política cuyo formalismo desconozco, pero que me fue explicada por Eduardo Fernández cuando era secretario general de Copei y se empezaba a avizorar lo que venía. Se trata de la idea de que nuestra historia política se estructura en ciclos de unos 30 años, comenzando desde 1810 cuando se declaró la Independencia.

La secuencia de cambios sería más o menos como se indica

• 1810 Declaración de Independencia

• 1830 Ruptura de Venezuela con la Gran Colombia

• 1859 Guerra Federal e inicio del federalismo

• 1899 Revolución Restauradora e inicio del gomecismo

• 1935 Muerte de Gómez, intentos democráticos y dictadura

• 1958 Democracia

• 1989 Caracazo, crisis IV República e inicios del chavismo

La tesis no da razones generales de los cambios, sencillamente se basa en el análisis de los hechos pasados y establece una especie de patrón o ciclo reiterativo. Reconoce de esta manera que cada hecho histórico tiene sus particularidades; pero permite inferir que podría haber alguna relación entre cambios generacionales y cambios políticos.

No creo que tenga carácter predictivo, pero sugiere fuertemente que estamos entrando en la fase final del ciclo que vivimos. Sin darnos indicios claros sobre qué rumbo tomará nuestra historia en las próximas décadas de este siglo XXI, ni cuánto tardará exactamente en iniciarse la transición.

Esto me lleva a la segunda idea: la crisis económica como detonante del cambio político. En febrero de 1983, el entonces presidente Luis Herrera Campins se vio forzado a devaluar la moneda que se había mantenido por años a 4,30 Bs./dólar. El nuevo precio de las divisas osciló entre 12 y 15 bolívares.

Esta decisión inauguró la "crisis" en Venezuela que sorprendentemente ha persistido hasta nuestros días en el imaginario colectivo. El gobierno de Lusinchi profundizó esta noción y le dio una dimensión moral, al verse cuestionada su gestión por varios escándalos de corrupción administrativa.

Esta mezcla de perniciosos ingredientes generó desconfianza en el Estado y en los partidos políticos, desazón en la población que veía sus aspiraciones frustradas y fue el caldo de cultivo para el proceso de desintegración institucional que veríamos después.

Finalmente, el gobierno de Carlos Andrés le puso  la guinda a la torta con su "paquetazo", que en realidad era necesario para corregir los desajustes estructurales de la economía. El pueblo lo premió con el "Caracazo" y el inicio de un nuevo ciclo político en Venezuela.

Pensaba en todos estos temas hace días, mientras escuchaba a Nicolás Maduro rendir su Memoria y Cuenta ante la Asamblea Nacional. Cuando se devaluó a pesar de anunciar que se mantenía el dólar a Bs. 6,30, se hicieron referencias sobre el futuro de la revolución y se rindió homenaje al legado del comandante eterno.

Nota publicada en eluniversal.com