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Domingo 26 de enero 2014

La debacle de la izquierda

Por: Víctor Robles Sosa
La debacle de la izquierda
Foto: VRS

La debacle política de Susana Villarán es mucho más que un revés personal de la alcaldesa, es la continuación de una historia de fracasos políticos que arrastra la izquierda marxista hace más de 25 años. Y en este derrotero, los caudillos zurdos siempre han culpado a otros de sus fracasos.

Así como Villarán culpa hoy a la prensa crítica – habiendo diarios que la apoyan a fardo cerrado – , en los 90’ la izquierda culpó de su orfandad popular al “neoliberalismo”, el populismo, a la caída del muro de Berlín, Alberto Fujimori, etc., siendo éste último su principal “culpable”.

Cierto que Fujimori erró al confrontar en exceso a los partidos, en vez de buscar consensos, pero NO es verdad que esa actitud haya sido determinante en la caída de esa izquierda: En los comicios ediles de 1989, Ricardo Belmont ya había barrido en las urnas a Henry Pease y Enrique Bernales. Belmont logró el 45% de los votos y los otros dos no llegaron juntos a 12%.

Fracasó en los 80’ porque sus líderes traicionaron su promesa de unidad, fueron desleales entre ellos, justificaron el terrorismo, mostraron ineficiencia y pocos escrúpulos al ejercer las representaciones políticas que le delegó la ciudadanía. Desde 1985, perdió todas las elecciones hasta el 2010, en que Villarán ganó en Lima por sorpresa, para después fracasar.

En las presidenciales del 90 también obtuvo 12%, subiéndose luego al carro fujimorista, a cambio de algunos ministerios. Después se puso del lado de la democracia contra los excesos autoritarios del fujimorismo, pero esto lo borró pronto al oponerse a las reformas estructurales que emprendió Fujimori.

Desde el 2000 cogobernó con Valentín Paniagüa y Alejandro Toledo, y actualmente lo hace con Ollanta Humala, habiendo desperdiciado en las tres ocasiones la oportunidad de reciclarse emulando a las izquierdas modernas de América Latina.

Condujo sin rumbo ni eficiencia los ministerios de Justicia, Defensa, Interior, Relaciones Exteriores y Ambiente, impuso la CVR, excarceló terroristas en masa, instituyó la persecución política, desarticuló los sistemas de seguridad del país, y propició la renuncia del estado a la autoridad abriendo así el camino al desborde de las turbas extremistas como los antimineros.

A diferencia de la izquierda  chilena o la uruguaya,  que están comprometidas con la democracia y la libertad económica, la peruana se ha quedado congelada en los 80-90, se resiste a las reformas políticas y económicas, y sigue justificando el terrorismo desde su red nacional e internacional de ONGs.

La que está fuera del gobierno es chavista y la que cogobierna frena dentro del Gabinete las políticas pro inversión, promueve la persecución política, apoya los ataques a la prensa independiente, y ha abdicado a su discurso anticorrupción dándole impunidad a Toledo.  En suma, es reaccionaria y retrógrada.

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