Los días 27 y 28 de enero del 2014, pasarán a la historia como el tiempo de las ideas raquíticas frente a un hecho realmente grande. Fue grande, porque la sentencia emitida por el Tribunal Internacional de La Haya, en el diferendo marítimo Perú-Chile puso en evidencia, que la soberanía territorial de Chile no es intocable y que los tratados bilaterales no son ad infinitum…
Fue grande porque muestra la vitalidad de la Justicia Internacional, y el Derecho Internacional Público en un mundo que vive guerras horrorosas, genocidas y que son veladas por el sistema mediático mentiroso de las grandes usinas transnacionales.
Es incomparable, porque demuestra que la Corte de la Haya cumple con los tres requisitos básicos de la Justicia: Independencia Judicial, Imparcialidad de los Jueces y –principalmente- la Calidad Técnica de sus resoluciones.
Quién puede osar discutir la sumatoria de tres cualidades recomendadas por las Reglas Básicas para la Independencia Judicial de las Naciones Unidas. Nadie.
Pero no todo es color de rosa…
Como ya es costumbre, algunos dóxofos mediatizados dijeron cosas realmente increíbles y que ponen en duda su patriotismo a la vez que evidencian su acento chilenófilo…
Leamos las confesiones y nos ahorramos las pruebas…
Armando Loayza “[Bolivia] en lugar de entrar a negociar en grande, esta con su demanda pequeña, minúscula, encerrándonos”. Gustavo Aliaga “Aquellos que sueñan con el corredor estamos pateando aire”. Javier Murillo “cualquiera que sea el laudo nos remitirá siempre a tratativas bilaterales”. Marcelo Ostria: “El problema podía haberse resuelto dialogando inteligentemente con Chile y Perú”. Fernando Salazar: “Tenemos que afinar nuestra estrategia”.
¿Qué tal? Pero la flor se la lleva el gonista Sergio Molina quien -desde chile- remata diciendo que: “Bolivia no es Perú. Ni económica, ni política, ni cultural, ni demográficamente es posible comparar ambos países. La relación entre Chile y Perú es mucho más importante para ambos países que la que cualquier de ellos podría tener con Bolivia”.
El acento chilenófilo no podía ser más evidente, nos miran como un país de fracasados, tontos y pobres. A principios del siglo XX los ex-combatientes de la guerra del pacifico planteaban el fusilamiento de los chilenófilos.
En contra ruta leamos dos versiones que desdicen a todos los de arriba.
El ex ministro de defensa de Chile Mario Fernández: “Hay que tener cuidado con Bolivia la ser una demanda tan heterodoxa, pueden los jueces tomar muy en serio esa demanda y resolver de manera inesperada para nosotros”.
Por su parte el Senador Camilo Escalona propone “una cesión territorial en la línea de la Concordia, como lo estableció la propuesta de Charaña, que estuvo a punto de ser firmada por ambos países, el año 1975”.
Queda claro que los chilenófilos no lo son por herencia genética, sino por pertenencia señorial y neoliberal, no creen ni tienen esperanza en el país, representan al pueblo enfermo de Arguedas pero se muestran asimismo como “intelectualidad”.
Como todo está grabado en la memoria recordemos rápidamente: Javier Murillo de la Rocha fue canciller de Hugo Banzer en su última gestión y Gustavo Aliaga fue canciller de Tuto Quiroga acabando la gestión inaugurada por Banzer en 1999. Marcelo Ostria es compadre del Comité Cívico de Santa Cruz.
Finalmente en este amargo mar de tonterías dóxofas, aparecen dos ex militantes del proceso destilando resentimiento, Víctor Hugo y W. Chávez, para quienes la determinación “afecta brutalmente a la demanda boliviana”.
Si vemos el campo narrativo tenemos tres escenarios, dos pesimistas que nos muestran el “país fracaso” y dos opiniones de chilenos que dicen todo lo contrario.
El campo mediático “independiente”, afina la puntería de tal forma que hay que construir un imaginario colectivo pesimista, para unos por chilenófilos, para otros por resentidos…
Solo quedaron los chilenos más preocupados que los bolivianos…
La historia nos enseña que el señorialismo y el racismo derivan en la teoría del “país culpable” por tanto, el “país fracaso”… Nos enseña también que las elites de ese viejo modelo colonial de país, miran con admiración hacia fuera, mientras escupen hacia dentro.
Ese país no es el que tenemos hoy. Ya no existe más.
Esas viejas elites políticas no tienen más remedio que irse en retirada y acostumbrarse a ver cotidianamente un país de ganadores. Hemos pasado del Estado colonial mendigo al Estado Plurinacional Digno…
* Indio aymara.
Nota publicada en Bolpress.com