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Sábado 01 de febrero 2014

Perú vs. Chile - Triunfó la paz

Por: Adolfo P. Salgueiro
Perú vs. Chile - Triunfó la paz
Foto: presidencia.gob.pe

Triunfó la paz que, al fin y al cabo, está por encima de cualquier otro valor en la vida de las naciones

El pasado lunes 27 la Corte Internacional de Justicia anunció su fallo en relación al diferendo entre Perú y Chile con motivo de unas diferencias de interpretación en lo que respecta a las fronteras marítimas entre ambos países. Ya algunas personas han emitido opiniones pero este columnista sospecha que no sean muchos quienes hayan leído la sentencia completa. Para quienes tengan algún interés un resumen oficial (de trece páginas que incluye tres mapas muy explicativos) preparado por el mismo Tribunal está disponible por Internet (http://www.icj-cij.org/docket/files/137/17958.pdf). En todo caso el centro de este comentario no radica en la sentencia en sí, sino en la actitud altamente civilizada que ambos países mantuvieron a lo largo de todo el trámite del diferendo y más aún una vez conocida la sentencia que en su mayor parte favorece la posición peruana.

Los asuntos fronterizos son de capital importancia para todos los países toda vez que de la claridad de sus determinaciones dependen la preservación no solo de la integridad territorial sino también los aspectos socioeconómicos que están presentes en fronteras muy activas (como la nuestra de Táchira/Norte de Santander). Por tal razón, especialmente en América Latina, tales temas suelen tratarse con carga pasional que -no siendo mala- muchas veces impide su abordaje con mente fría y, peor aún, suelen convertirse en punto de controversia partidista cuando en realidad se trata de algo que requiere de un amplio consenso nacional producto casi siempre del grado de madurez política de los pueblos y de quienes los liderizan.

En el caso de Hispanoamérica la mayoría -por no decir la casi totalidad- de los problemas que se han venido arrastrando se originan en la interpretación de divisiones de carácter administrativo del imperio español que hace tres o cuatro siglos manejaba sus dominios sin pensar que en el futuro esas jurisdicciones serían países independientes. Lamentablemente algunos de esos contenciosos se dirimieron a cañonazos, entre ellos los límites entre Perú, Bolivia y Chile con el triunfo de esta última. Distinto el caso del Esequibo que se origina en negociaciones entre distintas jurisdicciones imperiales.

Lo cierto es que en el caso de marras, las partes (Perú y Chile) acogieron el fallo el primero con más satisfacción que el segundo por cuanto resultó más favorecido pero tanto uno como otro -a través de sus presidentes- haciendo hincapié en su voluntad de cumplir con lo sentenciado. Así es como debe ser.

En 1979 el papa Juan Pablo II aceptó ser mediador entre Argentina y Chile que estaban a punto de irse a las armas por una diferencia limítrofe. En 1982 el Santo Padre dictó su laudo que favoreció ampliamente la tesis chilena. El presidente Alfonsín, de Argentina, poco feliz, resolvió aceptar el laudo arbitral y además someterlo a un referéndum en 1983 el cual dio aprobación a lo actuado con amplia mayoría. Así es también como debe ser. Quien triunfó fue la paz que, al fin y al cabo, está por encima de cualquier otro valor en la vida de las naciones. El que quiera entender que entienda.

Nota publicada en eluniversla.com

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