César Sánchez Olivencia, autor de estas líneas
Uno de los problemas más graves de la educación nacional, es la formación deficiente de los profesores. Esto ha creado un círculo vicioso: maestros deficientes generan alumnos deficientes y éstos podrían llegar a ser maestros deficientes. Si no se resuelve este problema, el Perú no podrá superar su nivel educativo y ello impedirá alcanzar el desarrollo nacional.
Las causas del problema son estructurales y de gestión pública. La realidad socioeconómica del Perú genera diversos estratos educativos: en síntesis, educación para pobres y educación para ricos. Millones de escolares asisten a las escuelas del Estado, y caen en manos de profesores que -por limitaciones personales y de formación académica- no alcanzan un mínimo de calidad profesional.
El efecto de este problema en el sistema educativo nacional es que la formación de los alumnos es deficiente, como lo ha demostrado la reciente prueba Pisa, que señala limitaciones en comprensión lectora, matemática y ciencias. Y ubica al Perú en el último lugar del ranking. Lo grave de la situación es que este problema es muy antiguo y el Estado no tiene decisión política para resolverlo.
El caso es que la educación peruana nació y crece de manera excluyente. Las causas centrales del problema son estructurales. El Estado- con una sola excepción- nunca tuvo la decisión de aplicar una reforma profunda de la educación nacional, como lo hizo Finlandia en 1978. Ningún político ha querido tener como enemigo al poder económico de la educación comercial. No se trata de fatalismos. Se trata de ser realistas.
Según el informe Pisa, los países que obtienen la mejor puntuación ponen énfasis en la selección de los maestros, los incentivan a trabajar juntos y facilitan autonomía a los docentes. El Perú hace lo contrario. Si comparamos esta realidad peruana con la educación en Finlandia, la diferencia es abismal. El sistema educativo finlandés selecciona a los profesores entre aquellos que tiene el más alto cociente intelectual. Lo hace a través de una evaluación nacional en diversas pruebas selectivas en las universidades, además de una serie de entrevistas y trabajos en grupo.
El resultado es que los profesores seleccionados tienen excelentes capacidades académicas, habilidades interpersonales y otras aptitudes para ejercer la docencia. Pero esto no es todo. El Estado apoya a los educandos con sistemas de salud y alimentación, asignando a la educación más del 8% del presupuesto y más del 90% de planteles son estatales. El Perú solo asigna el 3%.
Es conocido que en el Perú, la mayoría de personas que acceden a estudiar educación, lo hacen porque no se sienten capacitados para estudiar otras carreras “más difíciles”. Los que aprueban los exámenes de ingreso a los institutos pedagógicos o universidades, lo hacen con un puntaje mínimo. Esto puede hacer pensar en un cociente intelectual limitado. Ahí comienza el vía crucis de la educación nacional.
A esto se agrega una formación académica muy superficial. Una muestra de ello es el tristísimo resultado, por ejemplo, del examen de los aspirantes a ocupar las plazas de profesores en Tumbes, que -en su totalidad o en su mayoría- no pudieron aprobar las pruebas. Esto no es novedad. El magisterio ya nos tiene acostumbrados a esta situación penosa.
¿Cuándo se agravó la salud de la educación peruana? ¿Qué pasa hoy día con la educación en el Perú? ¿Qué futuro espera a los que han nacido hace 36 meses? ¿Piensa usted que la educación peruana es de buena calidad?... ¿regular?... ¿mala?... ¿pésima? ¿En qué momento se jodió la educación peruana? Preguntas que merecen una respuesta del Estado a la frustración histórica del sistema educativo.
Por otro lado, ¿Sabía usted que existe un Proyecto Educativo Nacional al 2021? Existe a pesar de la prueba Pisa. Ha sido elaborado en el año 2006, nada menos que por el Consejo Nacional de Educación (CNE) La pregunta que está cayendo de madura como la famosa “manzana de Newton”, es la siguiente: ¿Qué ha hecho el Estado para avanzar hacia el objetivo de la educación de calidad?
El Perú debe aplicar el Proyecto Educativo Nacional. Este es un mandato de la Ley General de Educación (Art.7), un compromiso asumido por el Acuerdo Nacional. Asimismo, los dispone el Plan Bicentenario del Perú hacia el 2021 (CEPLAN). Las próximas generaciones de peruanos no deben sufrir la actual crisis de la educación nacional.