La primera dama y la gobernabilidad

Hay que tener mucho cuidado para que bajo el pretexto de la gobernabilidad del país y el respeto de la institucionalidad, los políticos y diversos medios estén generando caldo de cultivo a la desestabilización por un supuesto gobierno de Nadine Heredia y una abdicación de facto por parte del Presidente de la República. Una situación que puede convertirse en una bola de nieve podría entenderse como un llamado a los cuarteles para un golpe de estado o el caos por la posible desobediencia civil.

El hecho de que el Presidente de la República provenga del Ejército peruano no implica seguridad y garantía de que los militares en su conjunto puedan atentar contra el orden constitucional. Recordemos que durante la dictadura militar de 1968 a 1980 a Morales Bermúdez le bastó un día, esto es un 29 de agosto de 1975 en la ciudad de Tacna, para acabar con el gobierno dictatorial de Velasco Alvarado. Ni entre generales embarcados en el golpe hubo lealtad.

De otra parte, recordemos que en la Constitución de 1993 se establece el derecho de insurgencia, cuyo artículo 46 dice: “La población civil tiene el derecho de insurgencia en defensa del orden constitucional…”, el  cual tiene su antecedente en la Constitución de 1979, cuyo artículo 82 establecía  que: “La población civil tiene el derecho de insurgencia en defensa del orden constitucional…”.  Siendo esto así, no sería nada raro que con la cantaleta de la ahora usurpación de funciones, vacancia presidencial o la supuesta abdicación de gobernar por el presidente Humala, se vaya configurando una situación para encajonar el actuar de la primera dama como un acto de usurpación y, en consecuencia, como se trataría del ejercicio de poder por parte de  persona que  no fue elegida, se convoque a actos de insubordinación y violencia que nadie desea.

Si estamos seguros que defendemos la gobernabilidad e institucionalidad, hay que actuar conforme al marco y los mecanismos propios de la Constitución Política, toda vez que la insurgencia es una suerte de último remedio en caso que se produzcan los supuestos de hecho que dan lugar a la figura mencionada. Por el desarrollo del país, el crecimiento, la promoción de inversiones y la estabilidad democrática debemos dar señales seguras y no controvertir innecesariamente y solo por cálculo políticos cortoplacistas la institución presidencial. Estoy absolutamente lejos de este gobierno política e ideológicamente, lo cual no implica buscar y colaborar con el sostenimiento del mismo y procurar se corrijan los errores o el desborde de optimismo y exposición de la señora Nadine Heredia. Ella y el Presidente también deben contribuir a generar el clima que todos esperamos. Ya deben entender que  no es un tema de estilo, porque las formas en política son de veras muy importantes y comunican. Esta es la relación de gobernantes y gobernados. Las encuestas por lo demás no definen políticas ni actitudes, hay que dejarlas en su versión mediática. No desboquemos el tema, porque este país no se precia mucho de conductas democráticas. La historia enseña y nos lo recuerda.

Nota publicada en eltiempo.pe